"El fracaso de la ortodoxia neoclásica está siendo estrepitoso, insuperable, hilarante.
Produciría risa si no fuera porque la puesta en práctica de sus recetas
tiene consecuencias perversas para la economía y la ciudadanía en su
conjunto.
El último episodio que tratan de explicar es algo que desde su
perspectiva no entienden y lo bautizan como un nuevo puzle. ¿Por qué el crecimiento de la productividad se ha ralentizado tanto en las principales economías avanzadas como emergentes durante la última década? Esta es la pregunta que se plantea Gavyn Davies, otrora economista jefe de Goldman Sachs, en su último artículo en Financial Times, The internet and the productivity slump. (...)
En los Estados Unidos, por ejemplo, el crecimiento de la productividad
desde el año 2005 ha sido un 1,8% anual más bajo que en la década
anterior, un deterioro de proporciones trascendentales”. (...)
Ya que no han acertado una, el problema según estos “cachondos” puede que sea porque hay errores de medición: es la hipótesis de medición errónea.
Según dicha hipótesis, “la llegada de la tecnología de internet y el
móvil ha dado lugar a aumentos de la producción que no están siendo
identificados correctamente en las cuentas nacionales.
Si ese es el
caso, entonces tanto el PIB real y la productividad del trabajo podrían
ser mayores de lo que se muestra en las estadísticas oficiales del PIB, y
la desaceleración en el crecimiento de la productividad podrían no ser
genuina, después de todo”. (...)
Sin embargo, como detalla el propio Davies, diversos estudios recientes, no validan esta hipótesis. Los economistas David Byrne, John Fernald y Marshall Reinsdorf, en un artículo publicado hace solo unas semanas bajo el título Does the United States have a productivity slowdown or a measurement problem?,
sostienen que la inflación en la economía digital no se ha subestimado
tanto como lo fue en la década anterior a 2005.
Como resultado de ello,
creen que el reciente crecimiento de la productividad ha sido
ligeramente mejor de lo que se estima oficialmente (en alrededor de 0,3
por ciento anual), pero en comparación con la década anterior, la
desaceleración en la productividad es todavía mayor de lo que recogen
los datos. En resumidas cuentas, la evidencia empírica sugiere que la hipótesis de una medición errónea no es la razón principal de la debacle de la productividad. (...)
Nuestra explicación: una consecuencia más de la financiarización
En blogs previos analizamos la "bestia" que generó el Gran Fraude Académico: la “financiarización” de la economía en su conjunto. En uno de ellos examinamos específicamente los cambios que la financiarización ha producido en las empresas no financieras.
Dicho proceso se ha traducido en una reafirmación del papel del
accionista, de manera que bajo el objetivo último de maximizar la tasa
de retorno del capital se incrementaron los flujos destinados a
dividendos y a la recompra de acciones, disminuyendo de manera
significativa la tasa de inversión en capital y desarrollo empresarial. Los costes sociales de tales estrategias han sido un aumento del desempleo y una presión a la baja de los salarios.
Detallamos, además, que existe una amplia literatura empírica creciente que demuestra que el incremento de la actividad financiera de las empresas no financieras ha tenido un impacto negativo en la inversión real de tales empresas. Y esta es la razón real del fuerte descenso en la productividad del trabajo y del capital, acompañado a su vez de un desplome en el crecimiento potencial de las principales economías del planeta. (...)
En definitiva, la puesta en práctica del pensamiento económico dominante
ha generado unos costes sociales (pobreza, desigualdad), económicos
(ausencia inversión productiva, descenso de la productividad del trabajo
y del capital, menor PIB potencial) y políticos (Totalitarismo
Invertido) inadmisibles. ¿Hasta cuando tenemos que aguantar tanta ignominia?" (Juan Laborda, Vox populi, 06/04/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario