"El 4 de julio un grupo de profesores y economistas independientes
presentamos un análisis, reforzado por otro complementario publicado el
12 de julio, que nos llevó a la conclusión, bastante prudente, que el PIB real del reino de España sería al menos un 18,7% menor
de lo informado por las fuentes oficiales.
En ambos casos la
metodología era la misma, comparar la evolución del PIB por subsectores
con la de otros indicadores económicos del mismo subsector, si bien en
el segundo análisis nos preocupamos de buscar indicadores alternativos
en aquellos subsectores que no abarcaba ni el índice de servicios ni el
de industria. Estos análisis serán complementados con otros desde el
lado de la demanda y de las rentas.
(...) creemos necesario explicar a todos ellos las consecuencias que, a
nuestro juicio, tiene para un país el presentar un dato sobrestimado del
PIB.
Déficit Público desbocado.
Según nuestro análisis, el déficit público real del año 2015 habría sido el 6,6% del PIB, en lugar del 5,1% presentado por el gobierno.
Las consecuencias son muy graves, ya que en primer lugar el “agujero”
de las cuentas públicas sería mayor, rondando los sesenta mil millones
de euros.
En segundo lugar, los esfuerzos para abandonar el estado de Protocolo de Déficit Excesivo, marcado por la Comisión Europea,
serían mucho más exigentes, ya que el umbral del 3%, que es el que
marca este Protocolo, estaría mucho más lejos.
En la actual Unión Europea,
los ciudadanos españoles se verían abocados a una oleada de recortes y
subidas de impuestos mientras que la clase política dominante y sus
satélites económicos mantienen su estatus privilegiado en detrimento de los ciudadanos.
Líderes en Carga Fiscal.
Esto es muy sencillo de entender. El gobierno nos dice que nuestra presión fiscal es de las más bajas de Europa (38%). Sin embargo si el PIB es un 18,7% menor, la presión fiscal se convierte en el 47%.
Esto quiere decir que, de media, un ciudadano español paga casi la
mitad de sus ingresos en impuestos de todo tipo.
En resumen, cobramos
salarios modestos, pero pagamos impuestos como los países más ricos.
¿Para qué?, pues muy sencillo, para mantener el estatus privilegiado de
ciertas élites extractivas. (...)
Deuda pública insostenible, dificultad de financiación y riesgo de bancarrota.
Si el PIB es un 18,7% menor, entonces la deuda real es un 150% del PIB y la deuda sobre el Protocolo de Déficit Excesivo (recordamos, aplicable a países con un déficit público mayor del 3%) es del 122%.
Por lo tanto, el riesgo de país se incrementa, los inversores que nos
prestan el dinero mediante inversión en deuda pública lo harán a cambio
de mayor interés, el coste de la deuda se dispara, con ello el déficit público
y por lo tanto el país se acerca a la suspensión de pagos si no
consigue contrarrestar el efecto con ingresos impositivos.
El país se
convierte en un “zombi”, que sólo puede sobrevivir gracias al “grifo”
del Banco Central Europeo (carecemos de soberanía monetaria), que en el caso de que lo corte provocaría el colapso económico y la bancarrota del país, sumiéndolo en una depresión de la que costaría muchos años salir y que se llevaría por delante a millones de ciudadanos. (...)
Desde nuestra humilde posición, vamos a seguir trabajando para
presentarles datos adicionales para reforzar estas tesis y cumplir
nuestro objetivo de abrir un debate que consideramos
fundamental para el futuro de nuestro querido país. Como ya dijimos el
primer día, una democracia merecedora de tal nombre debe basarse siempre
en la transparencia y en ofrecer una imagen lo más próxima a la realidad.
___Este post ha sido escrito conjuntamente por J. Laborda, J.C. Barba, J.C. Bermejo y R. Centeno, en Juan Laborda, Vox Populi, 20/07/16)
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