"(...) Pero, ¿y en España que puede pasar? Se ha dicho mucho de las
complicaciones y de las dificultades, pero en este punto que yo quiero
introducir me aparecen más virtudes que desventajas. Las repercusiones en la economía tecnológica también pueden beneficiar a Madrid y a Barcelona especialmente.
Algunas
biotecnológicas que tienen sede en Reino Unido ya han comunicado que
están pensando repartir su fuerza laboral entre el sur de Europa y/o
Estados Unidos. Además admiten que esperan que los fondos
norteamericanos de inversión biotecnológica se centren en premiar a las
startups y corporaciones de este tipo que tengan un plan para ubicarse
en territorios europeos estables.
Aquí juega un gran papel la estabilidad que se logre en España y Catalunya lo antes posible. (...)
Desgraciadamente los deberes que tiene que hacer España son enormes y
veremos si en paralelo podemos aprovechar una oportunidad de modular un
nuevo modelo laboral, de crecimiento y más tecnológico.
Las opciones existen y el ‘brexit’ es una buena noticia para startups y empresas tecnológicas que están ubicadas fuera del Reino Unido
y una tremenda oportunidad para las capitales más tech del continente.
Es nuestro momento. Especialmente para Barcelona, Berlín, Goteborg,
Dublín, Ámsterdam, Helsinki, Madrid y probablemente París.
He
leído que la City tiene listo un plan de contingencia para evitar que se
produzca una fuga Fintech. Lo dudo. Es cierto que Londres ha crecido en
los últimos años para convertirse en un importante centro de nuevas
empresas europeas Fintech, pero la dependencia del capital riesgo no les augura un buen espacio de desarrollo ahí.
Si los inversores se enfrían ante las dificultades que va a significar
todo el proceso de divorcio, éstos se animarán en invertir en aquellas
que tengan un plan de salida razonable y serio.
No hay mal que por
bien no venga. Estaría muy bien que sus señorías pactasen rápido o lo
que quieran, la clase empresarial, los agentes más conocedores del
sector startup y tecnológico y, en definitiva, todo el tejido industrial
vinculado a las nuevas tecnología y quienes tienen capacidad de
decisión, se pusieran manos a la obra para generar ese escenario de acogida y la hoja de ruta consiguiente.
Una fiscalidad favorable, un modelo de soporte, una facilidad de
contratación, beneficios a la inversión externa y eliminación de toda
fricción legislativa serían clave. Hay tiempo, poco, pero hay.
En mi caso, y a pesar de que me traslado a Barcelona en los próximos meses, trabajaré con el IDA en un programa que precisamente va a trabajar en este escaparate que atraiga inversión, talento, tejido y desarrollo. ¿En España nos vamos a quedar pensando que las cosas se hacen solas?
La mayoría de casos que he conocido desde el pasado jueves de empresas
que están en ronda de inversión en series avanzadas A o B dicen lo
mismo: ‘se nos ha complicado seriamente nuestra viabilidad a corto y
medio plazo. Estamos pensando en irnos pues nos lo aconsejan nuestros
inversores. ¿A dónde?’
El dinero es miedoso, quedó claro el viernes en las bolsas. El dinero inversor quiere las cosas tranquilas y claras. El venture capital seguirá disponible pero lo hará en empresas que estén en escenarios estables. Es una oportunidad única para modular un espacio atractivo en otros países. Es la gran oportunidad española, y si me apuras, ‘la gran oportunitat de Barcelona’.
Quedarán elementos que se verá cómo se aplican en el Reino Unido en los próximos meses como las leyes de privacidad que se deriven de la que la UE aplicará en 2018.
Si el Reino Unido no se acoge a dicha nueva regulación puede que la UE
bloquee el almacenamiento de información de los europeos en los centros y
empresas digitales británicas lo que complicaría mucho todo.
Esa
irregularidad permite seguir viendo poco claro el futuro. Aunque al
final lo dispongan, lo acepten, no lo sabremos en breve por lo que si
nos damos prisa nos adelantaríamos a cualquier decisión si cabe.
Ellos se han querido ir.
Es dramático pensar que las generaciones de mayor edad han decidido
irse de Europa, el futuro fuera de Europa de las generaciones más
jóvenes. Es terrible pensar que los ciudadanos con menos futuro
físicamente hablando son los que han hipotecado definitivamente el de
los que sí lo tienen.
Sin embargo la situación es la que es y
en esto de los negocios y la socioeconomía no sirve lamentarse. Unos se
van y otros seguimos. Aprovechemos la situación en lugar de quejarnos y
lamentarnos del desastre que anuncian muchos.
No hubo ningún descubrimiento sin pasar por océanos violentos y está claro que cuanto
más tarden los británicos en decidir si abrazan la legalidad europea o
definen una propia muy distanciada de la nuestra, mayor será la
oportunidad de ofrecer expectativas al sector tecnológico mundial ahora
ubicado en Londres o que tenía pensado ir allí. Es nuestra oportunidad.
Obviamente
esto no es fácil ni barato. Las acciones de las grandes corporaciones
cayeron y seguirán cayendo aunque en menor medida durante algún tiempo
hasta que empiecen a recuperarse al ver que no se acaba el mundo
todavía. Tardará en equilibrarse todo pero lo hará. El 90% del sector tecnológico se opuso al ‘Brexit’ lo que evidencia que saben que no es una buena noticia.
No
lo es en términos de talento pues las barreras migratorias serán un
problema, las barreras comerciales creará incertidumbre en el ‘hub’
logístico británico afectando a Amazon especialmente que tendrá que
replantearse su estrategia europea totalmente, en la aplicación de la
ley de datos o las de desarrollo de plataformas de economía colaborativa
que quedan a expensas de normativas distintas.
En definitiva,
tras hablar y tratar el tema en Londres el pasado viernes, en Dublín el
sábado y hoy, que estoy en Belfast, ya he desayunado con ello, tengo la
sensación que hay más oportunidades que accidentes. El
problema es el de siempre, la hoja de ruta y las prioridades.
Si nadie
pone el acento en lo que puede ser bueno de todo esto para otros países
nos seguiremos lamiendo las heridas analógicas y dejaremos pasar una oportunidad de acelerar el crecimiento de la economía del conocimiento en nuestros países. (...)
Al revés de lo que escucho, Europa se irá adaptando a esa incertidumbre. Si
cada país se pone en guardia y define una política conjunta y definida
para adaptarse a una UE sin el Reino Unido los efectos serán menos duros
de lo que se nos anuncia.
En cambio, cuanto más tarden en irse y
durante más tiempo los mercados, los inversores y los creadores no
tengan claro como acaba el tema en el territorio británico, menos ganas
de invertir y desarrollar. Ellos lo decidieron, es lo que hay.
Ahora nos toca, tras el susto, aprovechar que el portero se ha quedado con dos defensas y nosotros tenemos tres atacantes.
No es fácil, pero es factible. Me niego a verlo medio vacío ni medio
lleno, lo sigo viendo por llenar. Hemos pasado un etapa económica
devastadora. No viene de otra, pero a ver si esta vez, la aprovechamos
para construir algo mejor y no sólo para quejarnos." (Marc Vidal, 27/06/16)
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