"Desde hace un mes Italia ha copado las primeras páginas de los periódicos europeos.
The Economist
le ha dedicado una llamativa portada el pasado 9 de julio, “The Italian
Job”, donde se retrata el actual presidente del Consejo Matteo Renzi en
un autobús a punto de precipitarse por un barranco, mientras que el Financial Times no deja de recordar que el Belpaese
es actualmente el eslabón más débil de la Eurozona.
La crisis de los
bancos italianos, según el rotativo británico, podría ser más explosiva
que el Brexit y dar el golpe de gracia a la moneda única. (...)
Los mercados financieros se han fijado en la banca italiana justo
después del voto británico a favor del Brexit. Su banco más emblemático y
a la vez el más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi, se situó al
borde de la quiebra al caer sus acciones a menos de la mitad de su valor
inmediatamente después del referéndum británico.
El presidente Matteo
Renzi ha esquivado desde hace más de un año, con maniobras dignas de la
mejor tradición italiana en el malabarismo político, el probable rescate
europeo a la banca, el cual obligaría a aplicar la nueva directiva
europea del ‘bail-in’, o rescate interno, que atribuiría pérdidas a los
inversores/ahorradores italianos.
Esto podría dañar peligrosamente la
popularidad del presidente antes del reférendum de octubre sobre la
constitución, en el que Renzi se juega la presidencia y su carrera
política. (...)
La actual situación podría ser una oportunidad para la burocracia
europea, tutelada por las élites financieras internacionales, para
forzar una reforma bancaria parecida a la llevada a cabo en el Estado
español en 2012, que abriera el sistema bancario al capital extranjero y
diluyera la estrecha relación entre las estructura de poder político y
financiero a nivel nacional. El objetivo de estas reformas sería
facilitar la europeización del sistema bancario, transitando hacia la
unión bancaria europea.
Sin embargo, la unión bancaria nació con numerosos problemas, por lo
que en realidad se parece más a una desunión bancaria.
El más importante
de ellos es la falta de un sistema común de cobertura de depósitos,
dado que Alemania se ha opuesto a dotar significativamente un fondo que
podría acabar compensando a depositantes no alemanes.
En segundo lugar,
el mecanismo creado para la supervisión bancaria común, que forma parte
del BCE, aun tiene muchos aspectos por definir, y no incluye la
supervisión de las entidades más pequeñas, lo que puede suponer un
riesgo.
Esto también tiene como principal causa la oposicón del
gobierno de Merkel, el cual peleó para dejar fuera del control del BCE
las cajas alemanas, que suponen el 20% de los activos bancarios del
país. (...)
A juzgar por los elementos sobre la mesa Renzi tendría tres salidas a la
actual crisis.
La primera sería saltarse las normas de la UE y poner en
marcha un rescate público a nivel nacional que no aplique pérdidas a
los inversores/ahorradores en deuda subordinada. Esto parece casi
imposible (...)
La segunda opción sería solicitar el rescate y aplicar el bail-in de
forma suave, ofreciendo compensaciones a los inversores que sufran
pérdidas. Renzi cuenta con el apoyo de Merkel para llevar a cabo la
opción de rescate suave, pero tal opción aunque suavizada no deja de ser
arriesgada ya que es difícil evaluar cuál será la reacción de aquellos
que pierdan parte de sus ahorros, y cuál sería el impacto de esta
estrategia sobre su popularidad antes del referéndum de octubre.
Finalmente, la última opción y la preferida por Renzi sería la de
alargar la situación posponiendo las reformas, a base de dilatar las
negociaciones para intentar llegar a octubre sin hacer nada. La
viabilidad de esta opción dependerá del dictámen de los tests de estrés
de la Asociación Bancaria Europea que se publicarán el viernes (...)
Más allá del sinvivir del día a día dedicado a ir sorteando una a una
de forma precaria las actuales crisis europeas, un análisis calmado y
con cierta perspectiva debería permitirnos ver la relación entre la
camisa de fuerza política que supone el euro con la situación de
insolvencia de la banca en la periferia europea, así como con las
medidas neoliberales de austeridad aplicadas bajo el pretexto del
incremento de la competitividad.
La disfuncionalidad de la unión
monetaria europea, los altísimos niveles de deuda tanto privada como
pública y el fracaso de la banca privada en todas las economías de
rentas altas, junto con la aplicación de políticas de austeridad han
creado una situación de degradación social y económica que debe
abordarse con valentía.
Sortear la siguiente crisis con un remiendo más y a base de
malabarismos no cambia la dinámica histórica material que está haciendo
que las gentes europeas se harten y expresen su malestar a la primera
oportunidad que se les presenta en contra de lo que entienden que es una
Unión Europea carente de democracia.
Los líderes europeos siguen sin
presentar propuestas que ofrezcan un futuro viable y esperanzador para
Europa, por lo que los nuevos partidos de izquierdas, nacidos de la
actual crisis de la Unión Europea, deberían trabajar en dibujar los
horizontes pacifistas y solidarios para Europa que la actual Unión
Europea niega." (Sergi Cutillas, Steven Forti, Otras miradas, Público, 28/07/16)
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