"En otoño de 2011 estalló la crisis de las preferentes.
Cientos de miles de españoles habían perdido sus ahorros por culpa de
las malas prácticas bancarias y comenzaban la lucha para recuperarlo. Un
drama económico que empezó a resolverse en los tribunales años más
tarde gracias a la movilización ciudadana.
Muchos casos particulares abrieron los telediarios,
ocuparon páginas enteras de los periódicos. Algún suicidio o intento de
suicidio, afectados explicando que llevan años con ansiedad, matrimonios
que no aguantaron la crisis y muchos que, al ser mayores, se quedaron
en el camino... Aunque, de manera general, no se solía hablar de los
perjuicios a la salud.
Hoy, cinco años más tarde, esos daños ocultos son el rastro
de una crisis que sobrepasa la estricta estafa financiera. Como unas
muñecas rusas del drama: una vez abierto el desastre económico
encontramos otro sanitario.
En junio de 2015, un grupo de expertos en economía, derecho, medicina y ética crearon la fundación Finsalud para
establecer, de manera científica, asociaciones entre “la pérdida súbita
de los ahorros y la salud física y mental de las personas”. (...)
“En un primer momento, me preocupé para que recuperara su dinero, temía
que mi padre perdiera sus ahorros de toda la vida y veía que eso le
afectaba, pero no tanto en temas de salud aunque sí veía que se pasaba
noches sin dormir o con estrés”. Su padre falleció súbitamente pocas
horas después de recuperar su dinero. (...)
“Recuerdo a esta mujer gallega que había perdido 6.000
euros, todos sus ahorros, y que fue a su oficina cada día durante dos
meses con una pancarta en la que había escrito ‘Devuélveme mi dinero’.
Al final, la echaron y siguió tres meses más fuera de la oficina. Fueron
cinco meses en la que estuvo completamente sola. Es de este desgaste
psicológico del que estamos hablando. Es un desgaste increíble”,
sentencia Missé.
En su libro, el periodista relata cómo en Mataró la
profesora de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona Ingeborg
Porcar investigó y dirigió talleres para preferentistas que ya habían
cobrado después de varios años de lucha. Según ella, incluso después de
recuperar su dinero, los afectados seguían teniendo “una sensación de
absoluto descontrol” sobre sus vidas y muchos seguían traumatizados.
Para Missé, el tema de fondo es el engaño sustentado ya que
los afectados confiaban plenamente en su banco, pensando que seguían
funcionando como cajas de ahorros, destinados a ayudar al pequeño
ahorrador. Pero, de momento, son pocos los casos en los que la justicia
ha reconocido los daños morales y otorgado indemnización para ellos. (...)
La hipótesis de la fundación es que estas estafas bancarias
han aumentado el riesgo de enfermedades cardiovasculares, depresiones y
crisis de ansiedad que pueden llevar al suicidio, así como un deterioro
general de la calidad de vida del afectado.
A principios de octubre, la fundación presentó sus
resultados preliminares con un análisis de unos 200 afectados que habían
o no recibido compensación (el estudio prevé estudiar un total de 800
casos). Según la investigadora, los resultados finales estarán
disponibles en la publicación científica que se encuentra actualmente en
revisión.
Estas primeras conclusiones del estudio no son optimistas.
En su análisis, los expertos indican que, en comparación con la
población general, los afectados por fraude bancario tienen peor calidad
de vida, peor calidad de sueño, menos horas de sueño, peor salud mental
y peor percepción de la salud.
Un cuarto de las personas afectadas tiene diagnóstico
psiquiátrico aunque, según el estudio, un 80% presenta criterios de
“posibles casos” psiquiátricos. Además, de manera general, la salud
mental de los afectados por preferentes es regular o mala en el 85% de
los casos frente a un 20% del conjunto de la población. Y casi todos
sufren algún dolor, sobre todo en el cuello o la espalda, donde se
acumula la tensión. (...)
En Vilanova de Córdoba, Pedro Vera luchó junto a 300
afectados de su pueblo para recuperar un total de 13 millones de euros.
Tras dos años y medio de lucha, lo consiguieron pero, al ser preguntado
sobre su estado de ánimo, Vera contestó:
“Me siento un poco frustrado. Al fin y al cabo, hemos
logrado que nos den lo que era nuestro, hemos tenido que luchar mucho,
con mucho sufrimiento y algunos se han quedado por el camino. Ellos en
cambio se han ido de rositas, nadie nos ha pedido ni disculpas ni
perdón, eso no es justicia”.
El sufrimiento, añadido al sentimiento de culpa, lleva a
algunos a querer olvidar esta época después de cobrar el dinero que
pensaban perdido. Serrano explica cómo muchos siguen en trauma, “no les
gusta recordarlo”, y eso dificulta el trabajo de investigación de la
fundación. Missé coincide con esta versión explicando cómo varios
expertos y activistas dejaron de contestarle una vez recuperado el
dinero. “Quedan todos agotados de tantos años de lucha y ahora quieren
olvidar”, explica el periodista.
Pero si los resultados finales del estudio son concluyentes, Serrano
espera que puedan servir para que todos estos perjuicios en la salud
sean reconocidos. “Nuestro objetivo es dar argumentos científicos para
que la reparación sea lo más total posible”, concluye el economista
aunque reconoce que siempre faltará algo que ningún estudio podrá
lograr: una disculpa." (Elise Gazengel, CTXT, 26/10/16)
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