"Europa ensimismada, mirándose al ombligo. “Lo que ha pasado en Estados
Unidos aquí no puede pasar”, braman algunos. ¡Miopes! Claro que está
pasando. Tanto en Estados Unidos como en Europa las democracias han sido
secuestradas por la superclase, una mezcla de poder corporativo y clase
político-funcionarial que todo lo abarca.
El poder corporativo se
transforma en una coparticipación globalizadora con el Estado. El Estado
se orienta cada vez más hacia el mercado. Ambos están
interrelacionados, conchabados. Y faltaba la guinda, unos medios de
comunicación cada vez más concentrados y aduladores del poder. No solo
eso, todo aquello que amenace a ese poder debe ser aplastado, humillado.
Me entienden, ¿verdad?
Los síntomas son comunes a ambos lados del Atlántico. El hartazgo de la
gente. Las medias verdades, cuando no directamente mentiras. Grupos
económicos que medran, al margen y contra la ciudadanía, tanto en
Washington, Bruselas como en cada una de las distintas capitales
europeas.
Grupúsculos que se apropian de las rentas de todos -rentas del
suelo, burbujas,….-. Lobbies que se lanzan como aves de rapiña sobre
servicios y derechos públicos, o se apropian de monopolios naturales
-¿han visto la última factura de la luz?-.
Políticos -conservadores,
liberales y socialdemócratas- que de manera permanente acuerdan ventajas
fiscales para los de arriba; miran a otro lado cuando se habla de
paraísos fiscales; devalúan el salario; y, como colofón, bajo la tenue
luz de una vela en algún lugar oscuro, apoyan tratados de libre comercio
engañando a la ciudadanía –clausula ratchet, tribunales especiales,…-.
Medios de comunicación donde, previo pago generoso de alguna
institución, solo se oyen ciertas voces. Académicos que dan coartadas a
políticas injustas e ineficientes -austeridad y devaluación salarial-.
Todo por la pasta-. Los “Juegos del Hambre” en estado puro
La forma de actuar siempre es la misma. Veamos, como ejemplo, la defensa
que las élites extractivas hacen del Tratado Transatlántico de Libre
Comercio e Inversión, más conocido por su acrónimo en inglés TTIP.
Envían a tertulias y demás manifestaciones de arte circense a políticos y
economistas que repiten una y otra vez el mantra y las coletillas de
siempre. ¿Quién se va a oponer a las ventajas y a la prosperidad que
supone para España y Europa el TTIP y el libre comercio? Pamplinas. ¡Se
trata de acuerdos súper secretos de los cuales no sabemos nada! Nos
ocultan todo.
Estimados políticos, digan la verdad o al menos estudien algo en su
vida. El TPPI socava garantías constitucionales y la soberanía nacional.
Se pretende, en realidad, eliminar los impedimentos comerciales no
tarifarios, es decir, que los estándares de producto, las obligaciones
relativas a la protección del clima y todas las demás limitaciones
comerciales, excepto los aranceles, den mayor facilidad a la compraventa
de mercancías y servicios entre la Unión Europea y los Estados Unidos.
Se ansía eliminar todas las garantías que en Europa se han conseguido de
protección del consumidor y del medio ambiente.
Y para rematar, la
cláusula trinquete (ratchet), un mecanismo por el que no se podrán
revocar determinadas liberalizaciones de servicios ya firmadas o se
recortarán ámbitos esenciales del derecho de autonomía de los municipios
como la posibilidad de remunicipalizar los servicios públicos
anteriormente privatizados. Tremendo, ¿verdad?
Déjenme finalizar con ciertos tópicos sobre Europa. Si Estados Unidos ya
no es la tierra de las oportunidades, Europa dejó de ser aquello que
era, lugar de libertad y dignidad. ¿No les parece cínico que después de
promocionar una guerra en Siria para tocar las narices a los rusos, se
creen campos donde encerrar a los refugiados que huyen de esa guerra?
¿O
no les parece cínico que esos mismos políticos se lleven las manos a la
cabeza por ciertos muros cuando aquí se ha hecho lo mismo o peor? ¿O no
les parece cínico hablar de derechos de los inmigrantes cuando aquí se
realizan “expulsiones en caliente”? Lo dicho, Europa ensimismada." (Juan Laborda, Vox Populi, 17/11/16)
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