"(...) De hecho, desde 2007 ha existido una considerable brecha fiscal entre
las grandes empresas y las pequeñas. En ese año, las pymes tributaban
al 22,6% de su resultado contable positivo, es decir, de sus beneficios,
mientras que las grandes lo hacían al 9,9%.
En 2014, último año del que
hay datos disponibles, las pymes tributaban a un 13,9% de su resultado
contable, mientras que las multinacionales y grupos empresariales lo
hacían al 6,2%.
¿Y en qué se traducen esas diferencias? En una cantidad que se va
hasta los 77.000 millones de euros en el periodo entre 2007 y 2014 si la
carga fiscal de los grupos empresariales fuera igual a la de las pymes,
lo que significa que en promedio se registra una pérdida recaudatoria
anual de 9.600 millones de euros procedentes de las grandes empresas, y
que en tiempos de crisis como los pasados podrían haber suavizado los
recortes en educación o sanidad, entre otras partidas sociales, o las
subidas fiscales para todos los contribuyentes.
(...) todo indica que no se alterará la situación actual en la que el 80% de
los efectivos de la AEAT se dedica a investigar el fraude cometido por
pymes, autónomos y trabajadores, lo que deja poco margen para luchar
contra el fraude sofisticado de las grandes fortunas y multinacionales,
que es el que está haciendo el agujero más grande a las arcas públicas.
Y
todo ello con Bruselas vigilante para que España cumpla el objetivo de
déficit de este año, del 3,1% del PIB, mostrando su escepticismo de que
puedan recaudarse 2.000 millones adicionales por las medidas contra el
fraude incluidas en el plan presupuestario actualizado para 2017." (Nueva Tribuna, 29/01/17)
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