"El descreimiento social, que tuvo y tiene un origen crítico y de
hartazgo ante la corrupción, los engaños políticos y la crisis económica
y social, al final solo le está pasando factura a las izquierdas y el
progresismo. (...)
La clase obrera ya no existe, no es fundamental, ya no hay industria en Occidente, solo servicios. Dicen algunos.
Se habla de clase media para identificar a la clase trabajadora,
quitándole toda carga ideológica y cediendo al discurso liberal y de los
sociólogos liberales anglosajones. (...)
Curiosamente ahora se vuelve a hablar de clase obrera por parte de
“progresistas” del sistema, tanto intelectuales como dirigentes
políticos de las nuevas izquierdas, sea estas viejas o de reciente
creación, dirigidas todas ellas por personas de clase media.
Se habla
otra vez de clase obrera, para justificar el crecimiento de la extrema
derecha: A Trump le ha votado la clase obrera del cinturón de óxido. Los
barrios obreros de Francia votan a Marine Le Pen, o al candidato de
extrema derecha de Austria le votó la clase obrera de pueblos
industriales.
Para mí todo esto no es sino la demostración del clasismo anti-obrero
de muchas y muchos progresistas. Se piensa que con filantropía se va a
ganar el aprecio y el voto de personas que ven como sus sueldos
disminuyen, cierran sus fábricas, minas o talleres y no obtienen empleo
alternativo, ni diferente.
En cualquier caso sus hijas e hijos se ven
obligados a trabajar de sol de sol como cajeras o reponedores de grandes
superficies; como camareras/os de comida basura o sirviendo las
terrazas que se han adueñado de nuestras plazas y aceras con total
descaro y poca vergüenza.O como son teleoperadores que trabajan en casa
ya no se relacionan con otros iguales.
Todo ello por menos de la mitad
(proporcionalmente) de lo que a su edad ganaban sus madres y padres en
fábricas, minas, tiendas u oficinas y por supuesto sin los derechos
sociales y laborales que sus abuelos conquistaron. Esa gente sin futuro,
que ya no es clase, sino gente.Ya no vota en demasiadas ocasiones, a
una izquierda que no les garantiza nada de nada y encima les ignora
–generalmente claro.
No siempre- y que para mayor abundamiento, ya no
hace ninguna labor pedagógica con ellos, ni les pregunta por sus miedos y
que piensan ellas y ellos realmente de las cosas. Por eso la extrema
derecha que sí sabe cuáles son sus temores los azuza, fabrica enemigos y
les manipula obteniendo sus votos.
En España también. En este caso el PP, sí, el PP obtiene ya muchos
votos en pueblos y barrios humildes. El PP no se desgasta, si no lo hace
la izquierda –por ahora, claro- lo que nos daría que reflexionar.
La clase obrera basó lo éxitos de la izquierda, socialista
fundamentalmente, durante el siglo XX, en que se preocupó de sus
problemas reales. Se creó una identidad de clase y cultivó y consiguió
la solidaridad de las y los iguales en lucha contra los otros, los
capitalistas y sus “capataces”. La identidad no era la patria, era la
clase y eso fue lo que consiguió desde revoluciones hasta el estado
social o la democracia formal, pero con bienestar.
Ahora cuando la clase trabajadora más explotada está y los sueldos y
derechos son mucho peores que hace treinta años, la conciencia de clase
está por los suelos. Porque el neoliberalismo ha vencido la batalla
cultural. Ante él “todos son iguales”, solo la derecha vence.
Por eso el descreimiento, fruto de traiciones y cobardías intrínsecas
de las izquierdas, pero fomentado por los medios culturales del
capital, de las grandes empresas capitalistas que monopolizan la
información y el ocio ha contagiado a la izquierda cainita y engreída de
clase media. (...9
Las personas de clase trabajadora tienen cincuenta años como poco.
Los demás son gente, ciudadanos o indignados –así nos va- y lo siento
mucho, pero Occupy Wall Street no ha podido frenar el triunfo de Trump,
ni el 15M el de Rajoy(a pesar de las virtudes socio-culturales de
ambos).
Sí pudo haber frenado a Trump, Sanders ¿Por qué? Pues porque él sí se
ocupó de la clase obrera. Su campaña giró en gran parte en torno a la
reivindicación de 15$ hora el salario mínimo y recibió el apoyo
explícito de numerosos sindicatos.
Los jóvenes sin derechos le apoyaron y
nunca negó, al revés lo afirmó, que era socialista. Reivindicó el
socialismo democrático en los EE.UU, ahí es nada. Por eso el
establishment se lo cargó haciendo trampas para apoyar a una señorita
que fue derrotada. (...)
Hemos retrocedido tanto en derechos y en democracia que ahora la
socialdemocracia coherente resulta revolucionaria y además las
directivas y/o reglamentos y tratados de la Unión Europea no solo le
prohíben aplicar sus medidas de reparto y defensa de lo público, sino
que la han declarado de facto, ilegal.
Es el momento de volver a construir el partido de los trabajadores y
trabajadoras, hace mucha falta. El partido obrero como le gustaba decir a
Pablo Iglesias y decirle a tanta gente joven, incluso universitaria,
que no se dejen engañar, no son sino jornaleros otra vez, como sus
abuelos.(...)" (Carlos Martínez, Co-primer secretario de Alternativa Socialista, fue metalúrgico y portuario, Attac España, 17/12/16)
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