"La controversia sobre el fondo de reserva de las pensiones, otra puesta 
en escena de esa interminable obra de teatro en que se ha convertido las
 diatribas políticas entre PP y PSOE, al más puro estilo del barroco 
español. Un paripé. Todo es apariencia, nada es lo que parece. 
Es un 
absurdo pretender que un fondo de reserva pague las pensiones futuras.
 Y ambos lo sabían, o deberían saberlo. Como se ha demostrado, las 
pensiones futuras no dependen de que se haya dotado un fondo de reserva 
en el pasado, sino de que se obtengan excedentes reales en cada momento.
 Si dichos excedentes no existen, o no son suficientes, obviamente el 
fondo de reserva durará lo que tenga que durar, se irá vaciando. 
Y eso 
es lo que ha pasado. Añadan a ello el fiasco de los esquemas de 
pensiones privados, y que de manera tan generosa ambos partidos fueron 
incentivando fiscalmente, sin preocuparse en absoluto de los problemas 
reales asociados al actual sistema de pensiones público de reparto.
 Pero el problema subyacente al fondo de reserva es todavía más 
surrealista. El diseño del fondo de reserva supone una restricción sobre
 el gasto público que obliga al Estado a gastar menos de lo que podría o
 debería. Forma parte de ese acuerdo tácito entre las élites patrias y 
foráneas de repudiar la política fiscal. 
Manda narices que unos bancos 
alemanes y su gobierno, que habían jugado al casino de la burbuja 
inmobiliaria hispana, acabaran imponiéndonos constitucionalmente una 
estabilidad presupuestaria absurda. Pero las élites económicas y 
políticas patrias no alzaron su voz. 
Al revés, aprovecharon la ocasión 
para intentar eliminar la herramienta de política económica más 
efectiva, la política fiscal. Pero al final, por razones estrictamente 
políticas, y viendo los efectos perversos de la austeridad, levantaron 
el pié del acelerador.
Por eso resultan profundamente alarmantes los argumentos 
económicos del otrora principal partido de la oposición -ya no lo es-. 
Muestran, por un lado, un desconocimiento todavía más atrevido que el 
del actual ejecutivo del PP. Por otro, reflejan un alejamiento cada vez 
mayor de las ideas que manan de aquellas escuelas económicas que en la 
actualidad están dotando de contenido al paradigma alternativo a un 
neoliberalismo en crisis. Sin duda es un reflejo más de la profunda 
crisis de la socialdemocracia.
Al menos el actual 
secretario de Estado de Presupuestos y Gastos, Alberto Nadal, reconoce 
que el Fondo de Reserva se agota, lo cual es evidente, y que cuando 
desaparezca, "el sistema seguiría garantizado porque habría 
transferencias desde los Presupuestos al sistema de la Seguridad 
Social". El problema es que su solución, en ausencia de soberanía 
monetaria, genera más deuda soberana sin crear excedentes reales.
Cuando
 se analiza la sostenibilidad de las pensiones de reparto, en realidad 
nos enfrentamos a restricciones reales y no financieras. Es la 
productividad de los multifactores, es decir, del capital y del trabajo,
 la que permite generar los suficientes excedentes para atender a las 
personas dependientes. 
Pero si la producción real cae, bien porque 
disminuye la población trabajadora, bien porque caiga su productividad, 
no se generaran tales excedentes. En este caso o se esquilma aún más al 
factor trabajo o se obliga a las personas en edad de jubilación a seguir
 trabajando.
 Resulta muy curioso observar, en este contexto, el fracaso más absoluto 
en aquellos países donde predominan los esquemas de pensiones privados 
-Chile y Estados Unidos-. Algunos de esos fondos de pensiones que se 
ocupan de las prestaciones de jubilación para colectivos de trabajadores
 específicos empiezan a presentar solicitudes para recortar los 
beneficios de sus partícipes. 
Y es en los países donde predominan los 
sistemas de pensiones de capitalización donde se está observando una 
dinámica preocupante en sus mercados laborales. Muchos trabajadores 
deberían estar disfrutando de la jubilación, pero la situación les 
obliga y, sobretodo, les obligará, a continuar en el mercado laboral 
para complementar sus menguantes pensiones futuras, por debajo de lo 
inicialmente esperado. (...)
En realidad, los problemas asociados al actual sistema de
 pensiones público de reparto, y que se deberían atacar, son otros: el 
estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución 
de la renta, la caída de la productividad y la pirámide poblacional 
invertida. La solución pasa por revertir la fracasada hoja de ruta 
neoliberal. 
Remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad 
salarial, unido a un crecimiento de la productividad son partes 
intrínsecas que permitirían solucionar los problemas de las pensiones 
públicas bajo el sistema de reparto, sin necesidad de acudir a sistemas 
financiados y a sus efectos perversos. 
Y para ello son fundamentales las
 políticas fiscales e industriales, ambas de la mano, exactamente 
aquellas que los distintos gobiernos del PP y del PSOE fueron 
desmontando a favor de especuladores y rentistas. Por eso resulta 
llamativo observar como a ambos partidos parece que les da igual la 
pérdida inexorable de la propiedad patria de la industria exportadora 
española, tal como ya venimos denunciando desde estas líneas.
En
 el fondo lo que subyace es pura estrategia política. Cómo garantizarse 
el voto de los pensionistas, cada día más importante en términos 
absolutos y relativos, aunque sea a costa de destrozar el futuro de los 
jóvenes de este país. Lo dicho, ¡puro teatro del barroco!, ¡cómo nos 
engañan!"         (Juan Laborda, Vox Populi, 22/12/16)
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