3.2.17

"Mi vecino vota al Frente Nacional"

"Hay historias que parecen resumir épocas o momentos históricos. Willy Pelletier cuenta una de ellas en el último número de Le Monde Diplomatique que lleva por título: "Mi vecino vota al Frente Nacional". 

 Pelletier es un militante de largo recorrido en organizaciones antirracistas de extrema izquierda (...)

Pelletier conoce (¿por primera vez?) a un simpatizante del FN cuando, medio "jubilado" del activismo, se va a vivir con su pareja al campo en la zona de Aisne (Picardía). Se trata de Éric, un obrero especializado en embalaje industrial. 

Se hacen muy amigos y un día, algo borrachos, Éric le confiesa que vota por Marine Le Pen: "Se me eriza el vello cuando la escucho, la manera en que habla de los franceses te hace sentir orgulloso. Además, en esta zona el FN ha ayudado a mucha gente". 

¿Qué tipo de zona es Aisne? Un escenario típico de la crisis, según lo pinta Pelletier. Muy degradado, apenas sin equipamientos (salud o transportes), ni lugares de encuentro (los bares, las parroquias y las asociaciones deportivas cierran).

 No hay trabajo, todo el mundo está endeudado, los jóvenes se marchan, la violencia contra las mujeres aumenta y también la "sensación" general de inseguridad (aunque los robos no sean frecuentes). Por contra, hay guetos de ricos por todo el territorio: son ejecutivos o profesionales liberales que vienen de París y compran buenas casas de piedra o granjas abandonadas a precio de saldo. 

Tras el encuentro con Éric, Pelletier se hace nuevas preguntas. La superioridad moral con la que antes juzgaba a los votantes del FN (abstractos, desconocidos) ya no le parece de recibo. Ahora tiene a uno enfrente suyo de carne y hueso, con su historia y sus razones. Y es su amigo.

 Pelletier concluye el artículo así: "En el trabajo, Éric considera que 'los jóvenes' no le escuchan ni le respetan... Al vivir allí, inmovilizado en un espacio en decadencia, impotente frente al derrumbe de un mundo que ya no resiste, viendo que su territorio se llena de 'parisinos', ¿cómo podría Éric sentirse 'orgulloso'?".  

Abandono y falta de recursos, paro y endeudamiento, ruptura del hilo generacional y destrucción de los lugares de encuentro... La crisis no es sólo "crisis económica", sino también de referencias y fidelidades, de creencias y valores. Una crisis cultural, en el sentido antropológico de "formas de vida", muy profunda. 

El colectivo Tiqqun nos propone pensarla como "crisis de la presencia". ¿Qué significa esto? Que nuestra presencia, es decir nuestro estar en el mundo, ya no es firme, no está asegurado, ni garantizado. Golpeados en el plano de lo económico (el paro), de lo social (los contextos degradados) o de los valores (la ausencia de comunidad o hilo generacional), lo que entra en crisis "por debajo" es precisamente nuestra misma facultad de mantenernos "erguidos" ante el mundo.

 Lo que parecía sólido comienza a desintegrarse: el sentido de la vida y de la realidad, la consistencia subjetiva y la fijeza misma de las cosas.  (...)"                      ( , eldiario.es, 27/01/2017

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