"(...) Las empresas transnacionales crean cadenas productivas cuyos
eslabones unen a las diversas empresas subsidiarias o empresas filiales a
una matriz, verdadera cabeza de la cadena, las cuales ubican y
articulan su proceso productivo en diferentes regiones y países.
Esto
hace que el peso que dicha región o país tenga en la economía mundial
dependerá, en gran parte, de la posición que ocupen en las cadenas
productivas dirigidas por las empresas transnacionales.
De esta
forma el destino de una región o lugar concreto, queda ligado de facto, a
las decisiones que se toman en las sedes de los grandes grupos
transnacionales, los cuales deciden dónde localizarse, qué producir, a
quién contratar, en qué condiciones y de qué forma se tiene que
articular ese territorio, construyendo geografías productivas
perfectamente integradas en la economía mundial, pero cada vez más
desarticuladas de la economía nacional en las que se ubican. Todo
siempre en función de las estrategias marcadas por las empresas
trasnacionales. (...)
El reiterado chantaje al que Nissan está sometiendo a este país
expresa esa lógica dependiente. La multinacional japonesa anuncia que
paraliza la fabricación del camión NT-500 que producía en Ávila,
incumpliendo el Plan Industrial firmado por esa misma empresa y los
sindicatos apenas un año antes, y por el que recibió 40 millones de
euros en ayudas públicas, dinero de todos que no piensa devolver. Nissan
incumple así los acuerdos y asesta un golpe mortal a la fábrica y al
futuro de una ciudad, Ávila, que depende de la factoría.
El
chantaje a países y regiones en crisis es algo habitual de las empresas
transnacionales, algo que ha caracterizado la forma de actuar de Nissan
durante estos años de crisis. Primero en la Zona Franca en Barcelona,
dónde vinculaba en 2008-2009 su permanencia a la bajada de salarios de
los trabajadores, que desembocó en un duro conflicto sindical hasta
llegar a un acuerdo en 2013, por el cual la empresa se comprometía a
seguir en Barcelona a cambio de reducciones salariales del 20% de la
plantilla, hasta que, el mercado se recuperase, cosa que la empresa no
ha cumplido, reabriendo con ello el conflicto con la plantilla.
Si en
Barcelona el chantaje era “o te bajas el salario o me voy”, en Ávila el
planteamiento de la transnacional nipona era “si me das dinero a lo
mejor me quedo”, algo que parece no estar dispuesta a cumplir tras
recibir, eso sí, 40 millones de euros en subvenciones públicas.
Al
igual que hicieran en Barcelona, los trabajadores y trabajadoras de
Nissan Ávila han anunciado fuertes movilizaciones para defender sus
derechos y el futuro de su ciudad, movilizaciones con las que lograron
ya en 2013 en la Zona Franca de Barcelona y en 2015 en la ciudad
abulense, detener las intenciones de la multinacional.
Pero no
cometamos el error de ver este conflicto como un mero conflicto laboral
que afecta a Ávila. Lo que hay detrás es una planificada actitud de las
multinacionales con las que se pretende condenar a nuestro país a ser un
mero “enclave del ocio” para el norte de Europa o dónde almacenar pieza
y bienes que se fabrican fuera.
Lo que hace e hizo Nissan es lo que
continuó Coca Cola en Fuenlabrada, Valeo en Barcelona, ONO, Vodafone y
Orange en las TIC o Panrico y Lauki en el sector agroindustrial. (...)" (Eddy Sánchez , Público, 07/02/17)
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