"De las declaraciones judiciales de todos los que trabajaron en los felices años noventa en el grupo empresarial de eventos que Francisco Correa levantó, al calorcito de los Gobiernos de José María Aznar,
se desprende un halo de nostalgia de todo lo que fue y ya no es, y
nunca volverá a ser, sobre todo desde que el pasado viernes el Tribunal
Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana dictara la primera sentencia contra la trama Gürtel,
que condena a más de 12 años de cárcel a sus tres principales
cabecillas y deja muy tocados todos sus argumentos de cara a los
procedimientos que tienen que afrontar en el futuro.
“Éramos los mejores”, dijo con un puntito de orgullo Javier Nombela, el gerente de las empresas del denominado Grupo Pozuelo, con el que Don Vito monopolizó las adjudicaciones del municipio más rico de España cuando lo dirigía Jesús Sepúlveda, el hombre de los dos Range Rover y el Jaguar en el garaje.
Eran los tiempos en los que los dirigentes del Partido Popular “se
cuadraban” al ver a Francisco Correa porque todo el mundo le consideraba
“el amigo del presidente del Gobierno”, como reveló ante el tribunal el
denunciante del caso Gürtel, José Luis Peñas, y en los que Álvaro Pérez ya apuntaba a “genio” de las puestas en escena presidenciales, en definición de Luis Bárcenas, por afrontar con éxito la titánica tarea de cambiar la imagen de Aznar y –como el propio Bigotes presumió–
conseguir que saliera “guapo” en la tele.
Años de excesos en los que la
trama cerraba ‘La Posada de las Ánimas’, el club de los famosos en el
centro de Madrid, para organizar una fiesta en la que, con la excusa de
la celebración de Fitur, se pasaron como “gastos de imprenta y
aplicación de la marca de la Generalitat Valenciana” más de 2.000
consumiciones de barra libre.
Esas copas llenas de arrogancia que, como en la canción de Loquillo,
se bebieron durante años Francisco Correa y los suyos se han hecho
añicos esta semana con una sentencia que, al condenarles por el delito
de asociación ilícita, da por probada una de las tesis más combatidas
por sus abogados: que montaron una organización cuyo fin era “manipular,
alterar e influir” en la adjudicación de contratos públicos, gracias a
los cuales recibieron de la Generalitat Valenciana más de cinco millones
de euros entre 2005 y 2009.
La resolución, además, desmonta los
principales argumentos utilizados por los acusados para presentarse como
víctimas de una supuesta conspiración urdida por el exministro
socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, y rechaza que la división del procedimiento en piezas que realizó el primer instructor del caso, Baltasar Garzón,
haya vulnerado sus derechos, que el tribunal valenciano careciera de la
“imparcialidad objetiva” necesaria para dictar una sentencia ajustada a
Derecho o que en algún momento dispensara “un trato desigual” a la
representación de Pablo Crespo.
También avala la
legalidad de las 18 horas de grabaciones que Peñas entregó en la
Fiscalía Anticorrupción a finales de 2007 y con las que se inició la
investigación, al recordar que, según la jurisprudencia del Tribunal
Supremo, la validez de esta prueba no queda supeditada a la
“conformidad” de los grabados ni a su obtención de manera “subrepticia”.
“Sólo la escucha o grabación por un tercero sin autorización de ninguno
de los comunicantes, ni de la autoridad judicial, convierte en
inutilizable ese medio probatorio”, recuerda el tribunal que, de esta
manera, considera que el exconcejal de las grabadoras no vulneró la
intimidad de Correa ni el secreto de sus comunicaciones.
Para desgracia de los cabecillas de la Gürtel,
que podrían volver esta misma semana a Soto del Real, los magistrados
del tribunal valenciano también dan por probados los cohechos que
realizaron a los cargos públicos del Gobierno de Francisco Camps que les facilitaban los amaños, con la exconsellera de Turismo Milagrosa Martínez a la cabeza, la Perla de Novelda,
que en los buenos tiempos se recorría los mercados del pueblo tocando
los platillos mientras el resto de la orquesta coreaba, jubilosa, “el PP
camina palante y el PSOE camina patrás”.
Y, por si fuera poco, los magistrados rechazan la teoría del árbol envenenado a
la que se agarraron las defensas para intentar demostrar que las
escuchas entre los líderes de la trama y sus abogados que el juez
Baltasar Garzón autorizó durante su primera estancia en prisión
contaminaron el resto del procedimiento.
Victoria moral de Garzón, cinco
años después de ser inhabilitado por el Tribunal Supremo, y derrota de
los cabecillas de la Gürtel, que ahora tendrán mucho tiempo por
delante para añorar aquellos maravillosos años: “Cuando fuimos los
mejores y la vida no se pagaba, en todas las esquinas mi juventud se
suicidaba”. (Alfonso Pérez Medina, Cuarto Poder, 13/02/17)
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