"(...) Entre algunos sindicalistas alemanes parece haber brotado un
verdadero pánico que lleva a quienes desde hace ya cierto tiempo tienen
voz y vara alta en los sindicatos industriales –los presidentes de los
consejos de empresa— a dirigirse directamente a la opinión publica para
defender el “libre comercio” y el mercantilismo alemán, negando toda
culpa de Alemania en la eurocrisis. (véase AQUí.) (...)
Así, por ejemplo –mero ejemplo—, Uwe Jean Heuser escribe en Die Zeit
que ya no puede reprocharse dumping salarial a Alemania, porque en los
pasados tres años ha experimentado un crecimiento del 6% en los salarios
reales.
Lo que no significa absolutamente nada, porque no tiene
nada que ver con los salarios reales, sino con los salarios nominales y
con los costes salariales unitarios. Si los salarios reales alemanes han
crecido, es sólo gracias al hecho azaroso de que los precios al
consumidor se han mantenido durante un tiempo muy bajos. Además, de lo
que se trata es de dumping salarial durante más de una década, razón por
la cual la referencia a un par de años está fuera de lugar. (...)
Digámoslo otra vez: los costes salariales unitarios son una especie de
cociente salarial (normalmente, el ingreso bruto nominal de los
asalariados partido por el PIB real de la población trabajadora activa). (...)
Sólo cuando se tienen en cuenta los cambios en esas magnitudes a lo
largo de dilatados trechos temporales, así como el papel jugado por la
relaciones monetarias (o las variaciones de las mismas) –como se hace AQUÍ—, pueden inferirse conclusiones a tomar en serio. (...)
Pero junto a la terca obnubilación de los negadores, también se
registran movimientos en los círculos conservadores. En una entrevista
concedida al periodista Roland Tichy, Hans-Werner Sinn ha apuntado de la
manera más clara a la subvaloración alemana en la unión monetaria. Tichy lo describe así:
“Navarro
[el actual ministro de comercio norteamericano] toca un punto sensible.
En 2016, la República Federal Alemana, según las primeras cifras
estimadas, ha exportado mercancías y servicios por un monto de 310 mil
millones de dólares superior al monto importado. Tampoco el reproche de
la manipulación monetaria ha caído del cielo:
‘Alemania está subvalorada
dentro del euro, y el euro mismo está subvalorado. Esto hace a los
productos alemanes extremadamente baratos en el exterior’, dice el
veterano jefe del Instituto Ifo, Hans Werner Sinn: en torno a un 20% en
relación con el dólar y dentro de Europa, Alemania es demasiado barata.
El euro como moneda común encubre las diferencias de rendimiento:
diferencias de niveles salariales, diferencias de productividad y de
infraestructuras.
Conforme a esa realidad, países como Grecia e Italia
deberían devaluar, y Alemania, revaluar. Puesto que eso no se da en la
Eurozona, los exportadores alemanes aplastan a sus competidores
europeos. Ni siquiera las bajadas salariales más brutales en esos países
servirían ya de ayuda a sus economías: no se pueden construir fábricas
tan deprisa como fueron destruidas y cerradas con el material explosivo
del euro.”
Esto resulta muy notable, habida cuenta de que se trata
de un periodista muy conservador que se deja ilustrar por un economista
conservador a través de ideas que nosotros venimos sosteniendo desde
hace muchos años y que resultan indiscutibles para cualquier persona
razonable: Alemania está actualmente subvalorada por partida doble, y
ése es el núcleo de la eurocrisis. (...)
Hay que preguntarse, pues, qué pasa por la cabeza de los consejos
sindicales de empresa alemanes que, ahora que hasta círculos
conservadores han dejado de poner en duda que en Alemania haya salarios
demasiado bajos, niegan lisa y llanamente el hecho de la subvaloración. (...)
Los sindicatos alemanes están visiblemente resueltos a hacer lo
equivocado, es decir, a negar el dumping salarial alemán, para distraer
la atención sobre sus propios errores en la época de la Agenda-2000 y
defender la posición exportadora alemana.
Lo que no entienden los
sindicalistas alemanes es la elemental regla, según la cual un
sindicalista que argumenta contra toda razón y evidencia resulta mucho
más increíble y mucho más vulnerable que un periodista que se calla las
cosas desagradables.
Mientras que un periodista puede apelar a la
presión de las circunstancias y a su dependencia laboral, las cúspides
sindicales no pueden hacer eso sin abrir todos sus flancos. Quien, por
decirlo suavemente, recata ante sus colegas la verdad alemana del
dumping salarial, revela que se ha convertido en un representante de los
intereses de todo punto miopes de las empresas.
Pero un
sindicalismo convertido en representante de las empresas es una
contradicción andante, y está inexorablemente destinado a naufragar,
porque los trabajadores, a la corta o a la larga, y con toda la razón,
terminarán preguntándose para qué sirven sus cuotas sindicales." (Heiner Flassbeck
, Sin Permiso, 12/03/2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario