"La crisis de este mes de marzo entre Europa y Turquía simplemente pone de relieve el deseo cada vez más fuerte de la Unión Europea de encerrarse en sí misma en
medio de la tendencia a destruir desde dentro lo conseguido hasta
ahora, no solo mediante el Brexit sino también mediante las políticas
que defienden distintos partidos políticos, principalmente populistas,
como el Frente Nacional de Marine LePen.
Los últimos incidentes están relacionados con el referéndum para la reforma constitucional convocado para el 16 de abril,
en el que los turcos tendrán que decidir si prefieren continuar con el
sistema parlamentario actual para gobernarse o si prefieren un sistema
presidencial tal y como defiende el presidente Recep Tayyip Erdogan.
En Europa, donde Francia se gobierna por un sistema presidencial, parecen pensar que este sistema no es adecuado para Turquía,
que redundará en perjuicio de la democracia y que lo que sirve para
Europa, como es el caso de ese sistema, no servirá para Turquía.
Naturalmente, la canciller Angela Merkel,
tan preocupada por la democracia en Turquía, no tiene ningún problema en
reunirse con el presidente Abdel Fattah al Sisi que depuso por la
fuerza a un presidente elegido en las urnas, lo que hizo en El Cairo el 2
de marzo.
Los mismos países europeos que han participado en los incidentes de este mes han permitido que dirigentes turcos de la oposición a Erdogan celebraran reuniones con los votantes turcos en su territorio, algo que no han permitido a los ministros turcos partidarios de la reforma constitucional que propone Erdogan.
Los hechos principales son los siguientes:
el 10 de marzo, horas antes de la llegada del ministro turco de
Exteriores, Mevlut Cavusoglu, las autoridades holandesas prohibieron el
aterrizaje de su avión.
El 11 de marzo la policía holandesa golpeó brutalmente en Rotterdam a manifestantes turcos que protestaban por la deportación del ministro de Exteriores turco.
Dos días después, el 13 de marzo, la
ministra turca de Asuntos Familiares entró en Holanda desde Alemania
para hacer campaña. La policía holandesa rodeó el Consulado turco en
Rotterdam y arrestó a la ministra.
Inmediatamente la declaró persona non grata y
la deportó del país como si de una delincuente se tratara, sin siquiera
permitir que se reuniera con el cónsul turco.
Paralelamente, Alemania ha prohibido que los ministros turcos participen en actos de campaña en ese país, donde residen aproximadamente un millón y medio de ciudadanos con derecho a voto en su país de origen.
Este acto sin precedentes en Europa
contrasta con las facilidades que Alemania ha dado a los partidos turcos
de la oposición para hacer campaña contra Erdogan.Curiosamente, el
gobierno de Merkel ha imputado las cancelaciones de las visitas de los
ministros turcos a las autoridades locales.
Mientras tanto, un canal público de televisión en Alemania ha hecho una insólita campaña contra el referéndum,
es decir contra Erdogan.Después de estos incidentes, Holanda y Alemania
han puesto el grito en el cielo porque Erdogan ha comparado la
actuación de sus autoridades con la de los nazis, lo que sin duda es una
exageración aunque las brutales imágenes de la policía contra los
manifestantes en Rotterdam sugieran que Erdogan no ha exagerado
demasiado.
¿Cuál es el problema con Turquía? De acuerdo con el expresidente francés Nicolas Sarkozy, el problema es que Turquía es un país musulmán.
Sarkozy dijo en su momento que Europa no permitirá de ninguna manera el
ingreso de Turquía en la Unión puesto que es un país con 70 millones de
musulmanes.Esta viene a ser la sensación que tienen muchos turcos y
también muchos europeos.
En Turquía una gran parte de la población que asistió al intento de golpe de estado del verano pasado contra Erdogan cree
que la actitud de las grandes democracias occidentales fue demasiado
tibia para estar realmente preocupadas con la democracia.
Naturalmente, las viscerales reacciones de
los países europeos se están aprovechando en Turquía según les convengan
a unos y otros. Tanto Erdogan como la oposición las han convertido en
tema central de la campaña. Lo más interesante es que una buena parte de la oposición ha condenado las actuaciones de las autoridades alemanas y holandesas, a pesar de que la oposición no ha hallado ningún problema a la hora de hacer campaña contra la reforma en Holanda y Alemania.
Otro país con una sólida tradición democrática, Dinamarca, ha aplazado la visita que estos días debía realizar a ese país el primer ministro turco,
mientras que algunos otros países, con Suiza a la cabeza, han prohibido
que se haga campaña para el referéndum turco a pesar de contar con una
significativa presencia de trabajadores oriundos de Turquía.
Se estima que en Europa residen unos seis millones de turcos,
de los que la mayor parte están en Alemania. Muchos de ellos se han
integrado plenamente en Europa mientras que otros están todavía a medio
camino y son activos en la vida política de Turquía, al menos en la vida
electoral, algo que no debería perseguirse en Europa como se está
haciendo estos días.
Sin embargo, los musulmanes turcos y de otros países de Oriente Próximo creen que el problema que subyace en este tipo de incidentes es la islamofobia,
el deseo de Europa de mantenerse como un club exclusivo para
cristianos, en convertirse en una especie de búnker cerrado, lo que sin
duda puede ser útil de alguna manera a muy corto plazo pero no lo será a
medio y largo plazo." (Eugenio García Gascón, Jerusalen, 22/03/17)
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