"(...) Después de todo, la polvareda que se ha levantado es la consecuencia
de los primeros pasos en un enorme proyecto de demolición que podría
estar ocultando el hecho de que Trump esté tratando de que los
estadounidenses aprueben algo que va esencialmente en contra de Estados
Unidos y es –potencialmente– un programa absolutamente elitista.
Tal
como Bannon prometió, el objetivo de Trump es destruir el statu quo y
reemplazarlo por un nuevo orden mundial definido por la sigla CCB:
Conservador, Cristiano y Blanco. Los medios pueden decir lo que más les
guste y los críticos reír todas sus ligerezas. Mientras tanto, los
hombres del presidente están tratando de imponer se voluntad en un país y
un mundo obstinados.
El triunfo de la voluntad
Cuando
estaba en la facultad, hice un curso sobre el surgimiento del nazismo
en Alemania. En cierto momento, el profesor nos hizo ver El triunfo de
la voluntad, el famoso documental que Leni Riefenstahl presentó en 1935.
El film había sido rodado en el congreso del Partido Nacionalsocialista
del año anterior y mostraba largos pasajes del discurso que Adolf
Hitler dirigió a sus fieles.
El profesor nos aseguró que El triunfo de
la voluntad había sido un éxito de taquilla. Difundió el nombre de
Hitler en todo el mundo y dejó sentada la reputación de realizadora de
Riefenstahl. La película se hizo tan popular en Alemania que fue
proyectada durante meses en salas itinerantes; la gente volvía a verla
una y otra vez. Nuestro profesor nos juró que la encontraríamos
fascinante.
El triunfo de la voluntad no era fascinante. Hasta
para los estudiantes absortos por los detalles del surgimiento del
nazismo, las cerca de dos horas del documental resultaban tremendamente
aburridas. Cuando hubo acabado la película, bombardeamos al profesor con
preguntas y quejas. ¿Cómo había podido imaginar él que nosotros
encontraríamos fascinante el documental?
Él sonreía. “Esto es lo
fascinante”, nos dijo. “Esta fue una película extraordinariamente
popular; hoy sería casi imposible tener sentado a un estadounidense para
verla toda completa.” Él quería que nosotros entendiéramos que la gente
en la Alemania nazi tenía una mentalidad totalmente distinta, que ellos
estaban participando en una especie de frenesí colectivo. No les
parecía que el nazismo fuese algo horrendo. No pensaban que estaban
viviendo en una distopía. Eran unos auténticos creyentes.
Hoy en
día, muchos estadounidenses están experimentado su momento El triunfo de
la voluntad. Ven una y otra vez a Donald Trump sin sentirse aburridos o
asqueados. Creen que la historia ha ungido un nuevo líder para dar
nueva vida al país y devolverlo a su legítimo lugar en el mundo. Han
sido convencidos de que los últimos ocho años eran una distopía “progre”
y que lo que está aconteciendo en este momento es, si no la utopía, al
menos los primeros pasos en esa dirección.
Es imposible que el
núcleo duro de los embelezados por Trump pueda ser convencido de otra
cosa. Desprecian a las elites progresistas. No creen en la CNN ni en el
New York Times. Muchos de ellos adhieren a teorías descabelladas sobre
el islam y los inmigrantes, y las continuas maquinaciones encubiertas
del más famoso de los “inmigrantes islámicos”, Barack Obama.
Para este
núcleo duro de los seguidores de Trump, Estados Unidos podía empezar a
desmoronarse, la economía a caer en picado, la comunidad internacional a
mirar con desdén el liderazgo de Washington; entonces, continuará
creyendo en Trump y el trumpismo. El presidente podría incluso tirotear a
algunas personas y sus seguidores más fanáticos no dirían más que
“¡Buen disparo, señor presidente!”
Recordar: después de que la Alemania
nazi se viniera abajo tras la derrota de 1945, un número significativo
de alemanes continuaron subyugados por el nacionalsocialismo. En 1947,
más de la mitad de aquellos que todavía estaban vivos aún creía que el
nazismo era una buena idea que había sido mal realizada. (...)
El final de Trump no vendrá de las manos de una Katniss Everdeen****.
En primer lugar, creer que vendrá un salvador que desafiará
exitosamente al sistema “totalitario” nos coloca en el interior de la
crisis en la que Donald Trump se vendió a sí mismo como el solitario
cruzado dispuesto a combatir contra un “Estado profundo” controlado por
taimados progresistas y conservadores cobardes, todos ellos con la
complicidad de los medios hegemónicos.
A los estadounidenses tampoco les
ayudará hacer realidad el sueño de sacar su estado de la Unión (¿estás
escuchando, California?) o el de algunas personas de refugiarse en la
pureza de la política tradicional. Dado que la visión distópica de la
administración está basada en el caos y la fragmentación, la respuesta
debería ser la unión de quienes se oponen –incluso de quienes puedan
oponerse– a lo que en este momento hace Washington.
En tanto
lectores, tenemos la libertad de interpretar la ficción distópica. En
tanto ciudadanos, podemos hacer algo mucho más subversivo. Podemos
reescribir nuestra distópica realidad. Podemos, nosotros mismos, cambiar
ese lóbrego futuro. Sin embargo, para hacer eso, necesitaremos crear un
relato mejor, incorporar algunos caracteres más interesantes y de
colores más vivos y, antes de que sea demasiado tarde, escribir un final
mejor, uno que no se despida de nosotros con explosiones, gritos y un
fundido a negro." (John Feffer , TomDispatch, en Rebelión, 20/03/17)
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