"Me contengo, no quiero lanzar exabruptos, pero debo reconocer que a
veces es difícil. Todo ello viene a colación de las declaraciones de un
tipo cuyo electorado le acaba de dar un tremendo puntapié en el trasero.
Sí, me refiero al “socialdemócrata” Jeroen Dijsselbloem. Sus palabras
emanan racismo, complejo de inferioridad -algunos aún tienen pesadillas
con el duque de Alba-, y profunda ignorancia. Básicamente son mentira.
Lo más lamentable es que nuestros gobiernos, adoptando una posición de
sumisión, tanto el de Zapatero como el de Rajoy, hicieron, y continúan
haciendo, dejación de responsabilidad; y no defendieron, ni defienden a
fecha de hoy, a sus conciudadanos. Ya saben, los patriotas de hojalata.
El Euro ha sido una coartada para proteger y favorecer a
unas oligarquías europeas extractivas, incluidas las nuestras. Detrás
del euro se ha producido el mayor proceso de acumulación de riqueza en
pocas manos de la historia moderna europea.
Y la realidad es la
contraria a lo que nos quieren hacer creer. Somos nosotros, los europeos
del sur, quienes les hemos sacado las castañas del fuego a los alemanes
y holandeses, produciéndose un trasvase de renta del sur hacia el
centro, especialmente en épocas de crisis.
Por un
lado, a través de un tipo de cambio que ni por casualidad tendrían
Holanda, y, mucho menos Alemania, si no existiera la Unión Monetaria.
Sus monedas se revalorizarían alrededor de un 30% respecto al nivel
actual del euro.
Pero cuando vienen mal dadas, como en el 2008, somos
nosotros quienes debemos de asumir las pérdidas de las apuestas al
casino de su banca. Y ahora, cuando de nuevo vengan mal dadas, y,
concretamente se aprecie el euro, en un contexto de más inflación y
mayores tipos de interés, pasarán olímpicamente de sus efectos sobre
nuestra balanza comercial y, sobretodo, sobre la imposibilidad de
devolver nuestra deuda externa.
Querrán seguir recibiendo lo suyo,
cuando ya no es posible. Nos querrán dar de nuevo una patada en el
trasero, salvo que de una vez por todas digamos basta, ¡game over!
El tipo en cuestión, afirmó, me imagino que bajo el efecto de ciertos
efluvios tóxicos, que “en la crisis del euro, los países del Norte han
mostrado su solidaridad. Pero quien exige ayuda también tiene
obligaciones. No puedo gastarme todo mi dinero en licor y mujeres y a
continuación pedir ayuda…”.
¡No, Jeroen Dijsselbloem!, el euro desde sus
orígenes está mal diseñado y ha supuesto un trasvase masivo de rentas
del sur al centro de Europa, sin ninguna compensación a cambio, salvo
unos fondos europeos que sirvieron de coartada para desmantelar nuestro
tejido productivo, perder la propiedad de nuestra industria y engordar
ciertas cuentas corrientes.
Pero además hay dos fechas recientes para no
olvidar. 2002, donde hubo un rescate a Alemania por parte del sur de
Europa. 2010, cuando se nos obligó a recoger en nuestra Constitución
que, por encima de las prioridades y necesidades de los españoles, lo
primero de todo es pagar nuestras deudas, aunque fuera responsabilidad
de nuestros acreedores el no haber hecho un correcto análisis de
riesgos. (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 26/03/17)
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