16.3.17

Un impuesto a la especulación financiera... posible y necesario

"Peligrosos desequilibrios amenazan y agitan la economía mundial. A esa realidad incontrovertible del capitalismo neoliberal de nuestras desdichas, no es ajeno que por cada dólar invertido en economía productiva de bienes y servicios se inviertan 120 en economía especulativa. El mundo económico convertido en casino financiero, en afortunada expresión de Juan Vigueras (1). (...)

La crisis de 2008 (que fue una estafa en su origen) y la consiguiente recesión hicieron evidente la amenaza real de la especulación financiera, la compraventa de activos financieros de todo tipo sin regulación ni control. Acciones, bonos, divisas, derivados… todo se vende y compra en cantidades de delirio sin nada que ver con la economía real, la productiva, la que satisface necesidades. (...)

El movimiento contra la globalización de principios de siglo y milenio recuperó la tasa Tobin y la reformuló como Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF). Lo hizo el movimiento global ATTAC, la ONG Oxfam y otras organizaciones de la sociedad civil. 

Para ATTAC, el objetivo prioritario era y sigue siendo disuadir a una parte de la desbordada especulación financiera, sobre todo a corto plazo, en tanto que Oxfam y otras ONG destacaron como objetivo aumentar la recaudación fiscal para contribuir a afrontar los problemas causados por la crisis sobre todo en los países empobrecidos, inadecuadamente denominados en desarrollo.

En ese escenario, cabe recordar ahora que los rendimientos del trabajo pagan impuestos y son parte mayoritaria de los ingresos del Estado para cumplir con su obligación de distribuir riqueza y asegurar los derechos de la gente. Sin embargo, los beneficios del capital apenas pagan tributos o simplemente no pagan.

 El Impuesto a las Transacciones Financieras sería un buen modo de empezar a reparar esa injusticia fiscal endémica de que el capital no tribute por sus ganancias.

Así las cosas, hace cuatro años la Comisión Europea impulsó la creación de un ITF y, a final de 2013, once países de la Unión Europea (Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, Eslovenia , España Francia, Grecia, Italia y Portugal) acordaron establecer un Impuesto sobre las Transacciones Financieras por un acuerdo de cooperación reforzada que la normativa europea permite. Poco después, Estonia lo abandonó. (...)

Ahora por Bruselas circula el rumor de que quizás suspendan un año la negociación para implantar el ITF con la excusa de que es mejor dejar pasar las elecciones de Francia y Alemania a celebrar este 2017.
Y el poderoso sector financiero comprueba satisfecho que su labor de zapa, de presión, ha logrado que la implantación del ITF no avance. Un modesto impuesto que, en su más ambiciosa versión por cierto, aplicaría un reducido tipo impositivo (0,1%) a la compra y venta de acciones y bonos, y otro aún menor (0,01%) a derivados, pero quedaría sin gravar la importante especulación con divisas.

Pues bien, aunque ese ITF para diez países de la eurozona es insuficiente y timorato tiene la virtud de saltarse el hasta hoy indiscutible dogma de que el capital y sus especulaciones no pagan impuestos. Y ya es hora de que el capital pague lo que debe. Un ITF es una vía para empezar a reparar esa histórica injusticia fiscal. 

Además, la alarmante realidad es que enormes cantidades de dinero, controladas por un grupo reducido de personas, se mueven libremente sin control ni supervisión y especulan con todo lo que se mueve en el sector financiero.

Un impuesto posible y necesario

Los datos demuestran que esa especulación financiera es más que preocupante. Según el Banco Internacional de Pagos, en 2013 el mercado de divisas movía diariamente 4 billones de euros. Y en 2012, en Europa, las transacciones financieras movieron más de 690 billones de euros. Millones de millones. 

Un ITF decente contribuiría a disuadir algunas  operaciones en esa locura especulativa. Además, ¿cuanto no se hubiera recaudado con un ITF sobre toda esa especulación? Un primer cálculo hace cuatro años de la Comisión Europea de lo recaudado por el ITF en los países de acuerdo reforzado apuntaba a conseguir más de 58.000 millones de euros  anuales.  A España le hubieran correspondido unos 5.000.

Un Impuesto a las Transacciones Financieras  es técnicamente posible y económica y socialmente útil. Hoy, incluso algunos que siempre se han opuesto a impuestos al capital, parecen aceptar un ITF, como demuestra el cambio de actitud de la Comisión Europea. Una fiscalidad justa y progresiva sobre el capital y sus transacciones financieras no es un objetivo inalcanzable. Pero hay que insistir y presionar para que los países de la eurozona que acordaron implantar el ITF lo hagan de una vez.  (...)

Se puede. En realidad no hay inconveniente técnico ni económico alguno para implantar un ITF. Solo el ilegítimo interés de los especuladores que no aceptan ganar algo menos. Implantar el ITF es cuestión de voluntad política. Y de alcanzar la correlación de fuerzas precisa."              (Xavier Caño tamayo, Attac Madrid, 04/03/17)

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