"Peligrosos desequilibrios amenazan y agitan la economía mundial. A esa
realidad incontrovertible del capitalismo neoliberal de nuestras
desdichas, no es ajeno que por cada dólar invertido en economía
productiva de bienes y servicios se inviertan 120 en economía
especulativa. El mundo económico convertido en casino financiero, en
afortunada expresión de Juan Vigueras (1). (...)
La crisis de 2008 (que fue una estafa en su origen) y la consiguiente
recesión hicieron evidente la amenaza real de la especulación
financiera, la compraventa de activos financieros de todo tipo sin
regulación ni control. Acciones, bonos, divisas, derivados… todo se
vende y compra en cantidades de delirio sin nada que ver con la economía
real, la productiva, la que satisface necesidades. (...)
El movimiento contra la globalización de principios de siglo y
milenio recuperó la tasa Tobin y la reformuló como Impuesto a las
Transacciones Financieras (ITF). Lo hizo el movimiento global ATTAC, la
ONG Oxfam y otras organizaciones de la sociedad civil.
Para ATTAC, el
objetivo prioritario era y sigue siendo disuadir a una parte de la
desbordada especulación financiera, sobre todo a corto plazo, en tanto
que Oxfam y otras ONG destacaron como objetivo aumentar la recaudación
fiscal para contribuir a afrontar los problemas causados por la crisis
sobre todo en los países empobrecidos, inadecuadamente denominados en desarrollo.
En ese escenario, cabe recordar ahora que los rendimientos del
trabajo pagan impuestos y son parte mayoritaria de los ingresos del
Estado para cumplir con su obligación de distribuir riqueza y asegurar
los derechos de la gente. Sin embargo, los beneficios del capital apenas
pagan tributos o simplemente no pagan.
El Impuesto a las Transacciones
Financieras sería un buen modo de empezar a reparar esa injusticia
fiscal endémica de que el capital no tribute por sus ganancias.
Así las cosas, hace cuatro años la Comisión Europea impulsó la
creación de un ITF y, a final de 2013, once países de la Unión Europea
(Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, Eslovenia , España Francia,
Grecia, Italia y Portugal) acordaron establecer un Impuesto sobre las
Transacciones Financieras por un acuerdo de cooperación reforzada que la
normativa europea permite. Poco después, Estonia lo abandonó. (...)
Ahora por Bruselas circula el rumor de que quizás suspendan un año la
negociación para implantar el ITF con la excusa de que es mejor dejar
pasar las elecciones de Francia y Alemania a celebrar este 2017.
Y el poderoso sector financiero comprueba satisfecho que su labor de
zapa, de presión, ha logrado que la implantación del ITF no avance. Un
modesto impuesto que, en su más ambiciosa versión por cierto, aplicaría
un reducido tipo impositivo (0,1%) a la compra y venta de acciones y
bonos, y otro aún menor (0,01%) a derivados, pero quedaría sin gravar la
importante especulación con divisas.
Pues bien, aunque ese ITF para diez países de la eurozona es
insuficiente y timorato tiene la virtud de saltarse el hasta hoy
indiscutible dogma de que el capital y sus especulaciones no pagan
impuestos. Y ya es hora de que el capital pague lo que debe. Un ITF es
una vía para empezar a reparar esa histórica injusticia fiscal.
Además,
la alarmante realidad es que enormes cantidades de dinero, controladas
por un grupo reducido de personas, se mueven libremente sin control ni
supervisión y especulan con todo lo que se mueve en el sector
financiero.
Un impuesto posible y necesario
Los datos demuestran que esa especulación financiera es más que
preocupante. Según el Banco Internacional de Pagos, en 2013 el mercado
de divisas movía diariamente 4 billones de euros. Y en 2012, en Europa,
las transacciones financieras movieron más de 690 billones de euros.
Millones de millones.
Un ITF decente contribuiría a disuadir
algunas operaciones en esa locura especulativa. Además, ¿cuanto no se
hubiera recaudado con un ITF sobre toda esa especulación? Un primer
cálculo hace cuatro años de la Comisión Europea de lo recaudado por el
ITF en los países de acuerdo reforzado apuntaba a conseguir más de
58.000 millones de euros anuales. A España le hubieran correspondido
unos 5.000.
Un Impuesto a las Transacciones Financieras es técnicamente posible y
económica y socialmente útil. Hoy, incluso algunos que siempre se han
opuesto a impuestos al capital, parecen aceptar un ITF, como demuestra
el cambio de actitud de la Comisión Europea. Una fiscalidad justa y
progresiva sobre el capital y sus transacciones financieras no es un
objetivo inalcanzable. Pero hay que insistir y presionar para que los
países de la eurozona que acordaron implantar el ITF lo hagan de una
vez. (...)
Se puede. En realidad no hay inconveniente técnico ni económico alguno
para implantar un ITF. Solo el ilegítimo interés de los especuladores
que no aceptan ganar algo menos. Implantar el ITF es cuestión de
voluntad política. Y de alcanzar la correlación de fuerzas precisa." (Xavier Caño tamayo, Attac Madrid, 04/03/17)
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