"Diana Johnstone (Minesota, 1934) fue portavoz del
grupo parlamentario verde en Estrasburgo en los noventa. Autora de una
de las mejores obras sobre la guerra de Yugoslavia y colaboradora del
semanario estadounidense CounterPunch, su último libro, Queen of Chaos, estuvo dedicado a Hillary Clinton.
Admite que daba por segura la victoria de la exsecretaria de Estado y que la de Donald Trump
también fue una sorpresa para ella. Con cincuenta años de residencia en
Francia, Johnstone es una rara y fina observadora del devenir político
en Estados Unidos y Europa.
¿Cómo explica la actual pelea en Washington?
Los últimos acontecimientos muestran hasta qué punto
la elite de poder occidental no quiere permitir que las elecciones
interrumpan la continuación de su política de globalización. Las
principales capitales de la OTAN esperaban ansiosas que Hillary Clinton
fuera elegida presidenta.
En su calidad de mujer, se esperaba que
aportara un rostro progresista a la globalización neoliberal, a la
expansión de la OTAN y a las guerras “humanitarias”. Su derrota fue un
enorme shock. Trump es un outsider que amenaza con
estropear los planes a largo plazo para mantener la hegemonía mundial
de “nuestros valores”. Se ha puesto en marcha un intento sin precedentes
para deshonrarle y echarle.
¿Por qué describe los términos de esta lucha como “irracionales”?
La campaña contra Trump no está limitada por realidad
ni razón. La excusa de la campaña de Hillary Clinton achacando sus
problemas a una imaginaria intervención rusa no tiene sentido, sin
embargo ha sido asumida, e inflada, por políticos, por los servicios de
inteligencia y por los medios de comunicación.
Esta campaña está
diseñada tanto para deslegitimar la elección de Trump como para
impedirle normalizar las relaciones con Rusia. Cualquier funcionario que
simplemente se reúna con un funcionario ruso ya es visto con sospecha.
La “resistencia” popular de izquierdas contra Trump ignora temas serios,
y, de una u otra manera, facilita que se deshagan de él.
La histeria
anti-Trump parece formar parte de un contexto nacional de
irracionalidad. El país está seriamente dividido y ambos bandos adolecen
de falsas nociones de realidad, basadas frecuentemente en desengaños
religiosos o ideológicos, o por simple ignorancia de la historia y la
geografía. En ausencia de una cultura intelectual común, no hay motivos
para un compromiso racional. Prevalecen la rabia y el mutuo encono.
¿Podría esta pelea degenerar en violencia social? ¿Qué escenarios espera para neutralizar a este extraño presidente-millonario-outsider: destitución, presiones para hacerle entrar en razón, eliminación física…?
Ahora mismo hay en marcha un intento en el propio
Congreso, con la cooperación de los servicios de inteligencia y los
medios de comunicación, para organizar un caso de impeachment
de Trump por “favorecer al enemigo ruso”.
Ya circula la palabra
“traición”. Los comentaristas están vinculando el alegado ciberespionaje
ruso al Democratic National Comittee con el allanamiento de Watergate
que condujo a la destitución de Nixon en 1974. Se está haciendo todo lo
posible para que Trump no pueda realizar nada, por lo menos nada que
pueda perturbar el curso de la política exterior de globalización
neoliberal. (...)
¿Podría haber una relación entre el gaullismo en
política exterior expresado por Fillon (relaciones con Rusia, crítica
del intervencionismo militar occidental, Siria) y los escándalos que han
arruinado su candidatura?
Es significativo que el calendario de estos escándalos
haya provocado la profunda sospecha de manipulación entre el sector más
conservador de la población. Por primera vez, gente que nunca podría
ser tachada de “extremista” evoca la posibilidad de conspiración. Los
cargos contra Marine Le Pen aún son más dudosos –y ella también favorece
mejores relaciones con Rusia y critica la intervención occidental en
Siria–." (Entrevista a Diana Johnstone, Rafael Poch , La Vanguardia)
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