"El régimen neoliberal se construyó a partir de una teoría económica
basada en hipótesis falsas, no corroboradas por la realidad de los
datos.(...)
Pero al régimen, como dirían en mi tierra, “se las trae al
pairo”. Porque los objetivos eran otros. Primero, legitimar un
gigantesco proceso de acumulación y adquisición de riquezas por todo el
globo a favor de unos pocos, las grandes multinacionales.
A
continuación, asaltar las instituciones democráticas con el objetivo de
hacer y deshacer gobiernos a su antojo, la mayoría sumisos a su causa.
Hay que mantener ese proceso de acumulación, que con “tanto esfuerzo”
han ido amasando. Y como telón de fondo la corrupción. Un ejemplo,
España.
La corrupción en España es asfixiante; el olor que emana, nauseabundo.
Es un reflejo de la mala calidad de nuestra democracia. Lo que está
saliendo a la luz estos días muestra cómo se las gastan las élites
patrias. Por un lado, políticos que se autodenominan irónicamente gente
de orden, templada, buenos gestores. Simplemente son una mafia
organizada.
¡Qué situación más hilarante si no fuera por todo el daño
que han infligido a la ciudadanía! Por otro, los empresarios que se
benefician de todas estas marañas de operaciones, mordidas. Es el
capitalismo de amiguetes. (...)
Como el retorno del
capital en la mayoría de las actividades privadas era decreciente,
ingeniaron, apoyándose en los pilares de la teoría económica neoliberal,
el abaratamiento del factor trabajo; y, por otro lado, el asalto a los
servicios públicos, desde la recogida de las basuras, pasando por la
luz, agua y telefonía, hasta la educación y la sanidad.
En
nuestro país se hizo, y se continúa haciendo, sin disimulo, con
descaro, utilizando los resortes de los cuatro poderes, tejiendo una
maraña de intereses cruzados que se mantenían incluso al margen de quien
ocupara el poder. Puro capitalismo de amiguetes.
Pero ello ocurre
exactamente igual en los países aparentemente más democráticos, donde el
asalto no se hace de manera tan descarada, sino de una forma más
sibilina. Por un lado, creando mecanismos de búsqueda y extracción de
rentas. Por otro, mediante una intensa inversión en política.
La búsqueda de rentas se produce cuando las instituciones, invocando al
mercado, tienen incentivos para deformarlo y distorsionarlo, permitiendo
una apropiación de la riqueza. Al distorsionar la asignación de
recursos para el beneficio de algunos, la búsqueda de rentas no sólo
fomenta la desigualdad, sino que también ahoga el crecimiento.
La
búsqueda de rentas que ahogan el crecimiento toma muchas formas, desde
transferencias ocultas, pasando por subsidios del gobierno a grupos de
presión, leyes que favorecen los oligopolios y una aplicación laxa de
leyes de competencia.
Para ello, la superclase, además de invertir en
jets personales, yates gigantes, obras de arte, áticos de lujo, también
compra voluntades políticas. Existe suficiente evidencia académica que
muestra como la “inversión” en política por parte de las élites ha
crecido más rápidamente que sus gastos en cualquier otro bien. Y sin
duda han sido sus “gastos” más rentables.
Las elites capitalistas occidentales a base de sacrificios de los
trabajadores, y de espaldas a las aspiraciones de las poblaciones del
resto del mundo, han impuesto un decrecimiento real de las condiciones
de vida, un neo-feudalismo. Lo que subyace es la incapacidad política de
las democracias para liberarse de la soga de las oligarquías
occidentales dominantes, que se han consolidado en las últimas tres
décadas tras una patológica aplicación de políticas que mejoran las
condiciones de los propietarios del capital.
Hoy más que nunca es necesaria una reconstrucción del poder político soberano y democrático. (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 23/04/17)
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