"De no ser por el tamayazo,
Esperanza Aguirre no habría sido presidenta de la Comunidad de Madrid.
Al menos, no en 2003. Y quién sabe qué habría sido de ella en un PP
donde ya generaba suspicacias.
Francisco Granados
probablemente habría continuado siendo alcalde de Valdemoro.
Difícilmente habría sido siete años consejero de Presidencia y
secretario general del PP de Madrid (2004-2011). No habría extendido su
campo de acción más allá del salvaje sur,el vientre bajo de
Madrid donde se concentran una decena de ciudades de 100.000 o más
habitantes y donde el ladrillo y la plata eran la ley.
Ignacio González tampoco habría presidido durante nueve años el Canal de Isabel II,
tiempo que compaginó como presidente en la sombra con Aguirre
(2003-2012). Si los tránsfugas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez no
hubiesen traicionado al socialista Rafael Simancas en la que iba a ser
su investidura, forzando la repetición de unas nuevas elecciones en las
que el PP perdió 83.000 votos pero el PSOE 142.000, lo suficiente para
que Aguirre arañara al PSOE dos escaños para gobernar con mayoría
absoluta, puede que el PP de Madrid, otrora orgulloso laboratorio de
ideas y campo de pruebas de la rama más neoliberal de Génova, no fuera
la fosa séptica de corrupción en que se ha convertido.
Un kilómetro cero
de escándalos que tienen como grandes hits las tramas Gürtel y Púnica. Y a González como el último caso que se añade a la lista de nombramientos que a la lideresa
le salieron “ranas”. “La charca está hasta arriba”, coinciden distintas
fuentes en puestos estratégicos del PP nacional y madrileño. (...)
Las chanzas por el fichaje de Aguirre como cazatalentos de la empresa
Seeliger y Conde en 2013 están a la orden del día. El ingreso en prisión
de Granados a finales de 2014 ha dejado de ser excepcional. González
emuló a su enemigo íntimo esta semana. Las dos manos de Aguirre, la
diestra y la siniestra, aguardan su futuro en el calabozo. Granados en
la cárcel de Estremera. González, en la de Soto del Real. (...)
En septiembre de 2012 dimitió entre lágrimas como presidenta
de Madrid, semanas antes, casualmente, de que se presentaran los
presupuestos más restrictivos en diez años y a los dos meses del
tijeretazo de más de mil millones que la Comunidad de Madrid tuvo que
hacer por los errores del consejero de Hacienda, Percival Manglano, al
que Aguirre mantiene a su lado como edil.
En febrero de 2015 lo hizo como presidenta del PP regional.
En este caso, por “la gravedad” de las acusaciones de financiación
ilegal en su partido. Una ironía que el destino devolvió a Aguirre, la
misma que en los años previos, ante las sospechas de financiación que
rodeaban al PP en la etapa de su antecesor al frente del PP de Madrid,
Pío García Escudero, esquivaba las acusaciones tarareando “Pío, pío, que
yo no he sido…”. (...)
Aguirre, que siempre se ha amparado en que cuando era
candidata a la comunidad en 2003 aún no dominaba el aparato, heredó a
los alcaldes que protagonizaron el saqueo de recursos públicos que fue
Gürtel. Quienes más despuntaron en la presunta sustracción de dinero de
los contribuyentes habían accedido a sus puestos entre mediados y
finales de la década de los años noventa del siglo pasado y los primera
mitad de 2000. Cuando España iba bien y crecía y crecía al ritmo del
ladrillo.
La red que urdió Francisco Correa encontró un filón en el
noroeste de la región de Madrid, con Arturo González Panero, alias El Albondiguilla, en Boadilla del Monte o Jesús Sepúlveda, en Pozuelo de Alarcón.
Todos fueron seleccionados para las alcaldías, incluidas
algunas de las más señeras del PP, durante la etapa de García Escudero,
actual presidente del Senado, como presidente del partido en Madrid
(1993-2004) y con Ricardo Romero de Tejada como secretario general desde
1996 hasta que le sucedió Granados con la elección de Aguirre.
Tejada, exconsejero de Caja Madrid y defensor de la legalidad de las tarjetas black,
con las que gastó más de 210.000 euros, compaginó su puesto como número
dos de PP con la alcaldía de Majadahonda (1989-2001). Le sustituyó
Guillermo Ortega, otro de los alcaldes enfangados en Gürtel.
]Cuando actuó Aguirre, que se ha llegado a jactar de ser
quien destapó Gürtel, era tarde. Las imputaciones de habituales cabezas
de lista forzaron una renovación en las elecciones de 2011. Pero solo en
parte. “Se renovaron de aquella manera, hubo alcaldes de los que había
rumores en otras historias turbias que siguieron porque garantizaban
victorias y votos”, explica un veterano del PP de Madrid, el de peor
fama del país con permiso de los de la Comunidad Valenciana y Murcia.
“Alcaldes puestos por Tejada son los que han escrito la
historia de Gürtel, y alcaldes puestos por Granados ya de secretario
general son los que hicieron posible la Púnica”, sentencia una fuente
del Comité Ejecutivo Nacional del PP, que, como el resto de fuentes
consultadas, pide el anonimato. En el periodo de Tejada y Granados como
secretarios generales los populares controlaron, hasta el final de la
burbuja inmobiliaria, enormes recalificaciones de suelo.
Aguirre tampoco aprendió de su primera gran decepción,
Alberto López Viejo, al que fichó para su Gobierno pese a los rumores
sobre su turbia actuación como concejal de limpieza en Madrid. Aunque
afirmó en su comparecencia este jueves como testigo en el juicio de
Gürtel que López Viejo no era de su confianza, antiguos empleados de su
Gobierno afirman que era el “niño de sus ojos”.
Pieza clave en el
entramado montado por Correa —el Gobierno regional otorgó al menos 358
contratos entre 2004 y 2008 por un importe de tres millones—, López
Viejo fue nombrado por Aguirre viceconsejero de Presidencia. En contra
de la opinión de González. Años después le ascendió a consejero de
Deportes.
Aguirre tampoco escuchó a González cuando le recomendó que
no nombrara a Granados, primero consejero de Presidencia y después
secretario general del PP. En 2012 González se cobró su venganza al ser
elegido el nuevo secretario general. En las decisiones de Aguirre no
pesaron los nubarrones que les cubrían a ambos.
La mayoría absoluta del
PP en las autonómicas de 2007, esta vez a la primera, despertó entre
algunos la sensación de ser invencibles e intocables. Eso llevó al reto
fallido de Aguirre a Mariano Rajoy en el Congreso de Valencia de 2008
para liderar el PP.
En esa época las líneas rojas con instituciones y empresarios se
volvieron difusas. O directamente desaparecieron. La condición de Arturo
Fernández, que ostentó la presidencia de la patronal madrileña
(2007-2014) y de la Cámara de Comercio (2010-2016), define aquellos años
de esplendor en los que el empresario hostelero era conocido como el
“noveno consejero” por su presencia cotidiana en la sede de la
comunidad. (...)
El último capítulo de la saga corrupta de Madrid llegó el
viernes, con el ingreso en prisión del expresidente Ignacio González.
Una de las claves del auto es la financiación supuestamente ilegal del
PP de Madrid.
Según el juez, Javier López Madrid, consejero de OHL y yerno
de Juan Miguel Villar Mir, pagó a González una comisión de 1,4 millones
por la adjudicación del tren de Móstoles a Navalcarnero. La empresa
renunció a terminar la obra en 2010 cuando consideró que no tenía
viabilidad económica. Baltasar Santos, alcalde de Navalcarnero por el PP
entre 1995 y 2015, imputado en varias causas y famoso por su querencia a
adornar con granito el pueblo, pretendía que la población, con 17.000
habitantes en 2005, aumentase hasta los 125.000 vecinos con la
construcción de más de 20.000 viviendas.
Otro ejemplo más del salvaje sur de Madrid. Una
muesca más de la sentina del PP de Madrid. De un partido fracturado.
Abierto en canal. Por el Canal. La joya de la corona de Madrid. Y la
causa de las lágrimas de última hora de Esperanza Aguirre." (José Marcos, El País, 25/04/17)
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