"La economía española va camino de dejar pequeño y
obsoleto el slogan del gran presidente Aznar: España va bien. Rajoy y
sus ministros repiten con entusiasmo el nuevo estribillo: España es la
envidia de Europa, dado su enorme crecimiento económico y la intensa
creación de empleo. Por supuesto, todo es mérito de la política
económica del ejecutivo.
Los últimos datos del PIB,
esa magnitud que se sabe que está mal medida pero que da igual, así lo
corroboran, con un avance del 0,8% trimestral en el 1trim 2017. Lo que
este dato ha logrado, más o menos, es que por fin hayamos llegado a la
meta que de marcó Rajoy: volver a los datos de 2008, fecha en la que
algunos marcan el inicio de esta crisis supuestamente coyuntural.
En
este periodo el PIB español habría caído un 8,6%, lo que se tradujo en
una merma de más de 100.000 mill€ y una destrucción de algo más de 3
millones de asalariados. Otros países menos virtuosos como Alemania o
Francia recuperaron toda la renta en 2010 o 2011, pero eso no tiene
mérito. Por supuesto, nosotros somos la estrella a seguir.
Gran parte de la destrucción de la renta se centró en la construcción,
más de 90.000 mill€, lo que hemos sustituido por más exportación y menos
importación, algo que firmarían los ortodoxos neoclásicos, eso sí,
siempre bajo la premisa de una deflación salarial correspondiente para
ganar competitividad precio.
Esta variable, sacrosanto precepto de
cualquier liberal, se ha comportado como los cánones establecidos por lo
manuales que emanan de las principales universidades norteamericanas y
también europeas. Así, el beneficio empresarial ya ha recuperado el
valor anterior a la crisis, pero a la remuneración de los asalariados le
quedan algo más de 40.000 mill€, algo que no se alcanzará nunca, ya que
es una medida estructural y no coyuntural.
Este efecto sitúa la
participación de los salarios en la Renta Nacional en un 3% inferior
respecto a 2008, aunque la tendencia decreciente viene de más atrás,
gracias a la destrucción de empleo (más de 3,3 millones) y el nulo
avance de la productividad buena. (...)
Sólo somos campeones en la llamada productividad mala, la productividad
aparente del factor trabajo, es decir aquella que relaciona la
producción con unidad de trabajo empleada. La abrupta destrucción de
empleo mejoró este indicador en más de un 7%, frente a valores más
pequeños o nulos en países de nuestro entorno como Francia o Alemania
(3,6%) o Italia o Reino Unido (0%).
Por tanto, si no crece la productividad buena, el llamado residuo de Solow
que nadie puede medir correctamente, y desaparece la capacidad de
presión de los trabajadores, vía sindical, habremos entrado en una
espiral virtuosa para los negocios que florecen: aquellos de bajo valor
añadido. Estos tienen asegurado que nadie les podrá detener a la hora de
retribuir poco y mal a sus trabajadores, como por ejemplo están
haciendo las empresas low cost de seguridad.
Estas contratan con las
administraciones, de cualquier color político, a sabiendas que pagan por
debajo del salario mínimo, situado en poco más de 707€, gracias a la
gestora del PSOE. Incluso Andalucía, donde las declaraciones en favor de
los trabajadores se suceden especialmente durante la campaña de
primarias, se ha subido al carro del ahorro fraudulento.
Los ilustrados del mundo neoclásico nos martillean, con el coro
mediático de turno, diariamente sobre las bondades de este modelo de
crecimiento sin presión salarial. En aras de la competitividad todo es
necesario, pero auguran que llegaremos al paraíso terrenal cuando el
crecimiento se desboque y los empresarios se apiaden de los trabajadores
que hacen jornadas maratonianas a cambio de inseguridad laboral y 700€
mal contados.
Es este factor de contención salarial lo que nos está
permitiendo exportar y competir en la selva del mundo incivilizado en el
que nos movemos. Pero lo importante es tener paciencia, porque todo
llega. En este punto del modelo low cost, la Administración también se
apunta y ahora, por ejemplo, niega la prestación por desempleo a los
trabajadores del cuarto turno de Renault en Valladolid.
Las cifras sobre productividad total de los factores, la pomposa PTF,
nos indica (por supuesto con todas las reservas) que entre 1993 y 2008
en España se contrajo una media del 0,6% anual, frente a un avance del
0,3% de la media comunitaria, lo que equivale a que en España esta
magnitud es un 25% inferior a la europea, según los datos de Ontiveros y
Fuentes (AFI).
Este liderazgo negativo solo se explica por la
especialización que España ha elegido para crecer: empleo poco
cualificado, escasa inversión en tecnología y una población ocupada y
parada muy poco formada, o mal formada, gracias al despilfarro del
dinero que viene de la UE para ello.
Con todo esto, no entiendo cómo hay alguien que nos presente como el
modelo a seguir en Europa. Crecemos más que en la UE porque estamos en
medio de un proceso de catching up
y creamos más empleo porque destruimos mucho más que ellos, por tanto,
es un mero ejercicio estadístico sin valor alguno. La realidad es tozuda
y España se encamina, de nuevo, al abismo, sin haber solucionado
prácticamente ningún problema importante.
Tal vez el único sería la
barra libre para despedir, reducir salarios de forma unilateral y
cambiar las condiciones laborales, como describe magistralmente la
película “La Mano Invisible”, de David Macián. Pero esto no es
suficiente para alumbrar ningún milagro español, que, todo lo contrario,
persiste en los errores históricos de crecer artificialmente gracias al
ciclo del turismo mundial y los bajos precios del petróleo
. A eso se ha
unido recientemente Mr. Draghi que ha enchufado liquidez a empresas y
bancos que estaban al borde de la quiebra. Lástima que con el Popular
haya llegado tarde, después de que dicho banco aprobase los Test de
Stress, un ejemplo de lo que puede venir si se tuerce algo la coyuntura.
En resumen, no podemos sacar pecho de nada ya que tenemos un país
atrasado en lo económico y tecnológico, con una masa de población sin
formar sin parangón en la UE, y unas instituciones políticas en derribo,
sin visos de regeneración ninguna, salvo que una revolución se llevase
por delante la gran podredumbre que ha enfangado todo. Y eso no lo van a
permitir los garantes del orden comunitario y mediático." (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 29/05/17)
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