"(...) Costa se convirtió en primer ministro en
noviembre de 2015 de rebote, tras un fallido Gobierno de 11 días del
conservador Pedro Passos Coelho (PSD). Al frente de la segunda fuerza en
votos, tuvo una acogida escéptica, en vista del histórico odio entre su
partido (PS) y el comunista y antieuropeísta PCP.
Se topó con el rechazo expreso de
parte de la oligarquía empresarial y su gobierno fue bautizado
irónicamente por adversarios como el derechista Paulo Portas ( fichado el verano pasado por la mexicana Pemex)
como el de la “geringonça”, una cosa mal hecha que, sin que nadie sepa
cómo, funciona. Como una bicicleta atropellada por un autobús.
Más de 500 días después, la bicicleta sigue en marcha y Costa, uno de los pocos socialistas que gobiernan en Europa, lidera los sondeos con
un 42% de intención de voto, 17 puntos por encima de los
democristianos, en pacífica cohabitación con el ortodoxo presidente
Marcelo Rebelo de Sousa, verso suelto del democristiano PSD que nada
tiene que ver con su antecesor, el muy conservador Aníbal Cavaco Silva.
Sin apartarse de la ortodoxia que exige
Bruselas, Costa, un hábil negociador, ha aprobado medidas puntuales para
distanciarse de la austeridad a ultranza de Passos Coelho (que tuvo
gestionar la digestión de un rescate de 78.000 millones) y mejorar las
condiciones de vida en un país que en 2015, un año después de despedir a
la troika, tenía a casi dos millones de personas en riesgo de pobreza,
un 20% de la población.
Entre otras medidas, el Gobierno ha
subido el salario mínimo con el compromiso de aumentarlo un 25% en
cuatro años (ahora no llega a 650 euros), ha aprobado medidas contra la pobreza energética,
más días de vacaciones, menos IVA para la restauración (el general
sigue en el 23%) y ha puesto fin a los recortes salariales a los
funcionarios y a la privatización de la aerolínea TAP.
Las cifras acompañan a Portugal, que
mejora mes a mes casi todos sus indicadores, con la expectativa de salir
en breve del procedimiento de déficit excesivo que tiene abierto en la
Comisión Europea. El viernes, el Instituto Nacional de Estadística (INE)
luso situaba la tasa de paro por debajo del 10% por primera vez en ocho
años, un 9,9% en febrero. El paro registrado cayó un 18% interanual en
marzo, la mayor reducción en 28 años.
El PIB portugués creció en 2016 un
discreto 1,4%, pero acumula trece trimestres al alza. El pasado jueves
el Gobierno aprobó su Programa de Estabilidad, que prevé un crecimiento
económico del 1,8% para este año (nueve décimas menos que España) y
un déficit público del 1,5% que en 2021 debería pasar a un superávit del
1,3%.
El déficit de 2016 fue una sorpresa: un
2%, cinco décimas menos de lo que exigía Bruselas y el más bajo desde la
Revolución de los Claveles de 1974. El desajuste (muy inferior al 4,33%
de España) mejoró las previsiones del FMI, de la CE, el BCE y el propio
Gobierno portugués, que a mediados de 2016 preveía un 2,5%.
Milagro o pragmatismo
Hay quien habla de " milagro",
como la presidenta del Conselho das Finanças Públicas, Teodora Cardoso
(equivalente a la Autoridad Fiscal Independiente Española), que cree que
la reducción del déficit podría no ser sostenible porque se explica por
factores extraordinarios, como un perdón fiscal (que no amnistía)
aprobado a finales del año pasado para permitir regularizar deudas de
empresas y familias con el Fisco y la Seguridad Social sin pagar
intereses ni multas (en caso de devolver la totalidad de lo adeudado).
Para explicar estas cifras, el director del diario portugués Público,
David Dinis, prefiere "hablar de pragmatismo" por parte del PS y de sus
socios. "Desde el primer momento" fueron conscientes de que aplicar
"una política completamente alternativa" dentro de la UE no era viable,
porque en Europa "las reglas son las que son".
Dinis, que reconoce a eldiario.es que
estaba entre los escépticos cuando llegó Costa, cree que el "gran
desafío" pendiente es de Portugal es su deuda pública, uno de los pocos
indicadores que no han mejorado con el nuevo Gobierno. El medio que
dirige se apuntó en febrero una gran exclusiva, al desvelar que el
anterior Gobierno conservador había dejado escapar 10.000 millones de euros a paraísos fiscales sin ningún tipo de control de Hacienda. El asunto todavía está bajo investigación.(...)
En esta materia, también parece
imponerse el pragmatismo. Un grupo de trabajo sobre la sostenibilidad de
la deuda pública creado por el PS y el Bloco acaba de proponer que el
Ejecutivo defienda en Europa un programa de reestructuración basado en
extender los plazos de madurez de la deuda de los 15 actuales a 60 y una
reducción de los intereses, entre otras medidas. Ni hablar de quitas.
Los problemas del sector financiero luso están pendientes de resolverse. (...)
Pese a las dudas sobre la deuda y la
situación de la banca, la mejora económica se ha traducido en el nivel
más alto para la rentabilidad de las empresas lusas desde el rescate de
2011, según datos publicados en abril por el Banco de Portugal, y en máximos históricos en la confianza de los consumidores.
Un ejemplo es Pedro Fernandes,
empleado de la empresa de 'handling' Groundforce en el Aeropuerto de
Lisboa (participada por TAP). "Aunque la gente gane lo mismo o un poco
más que antes, hay más confianza para gastar, menos miedo", dice
Fernandes, cuya esposa es maestra en la escuela pública.
Pone como
ejemplo su empresa, donde "han descongelado las contrataciones y las
revisiones salariales" tras un conflicto laboral que a finales del año
pasado fue sofocado gracias a la intervención gubernamental. La mano de
Costa, el gran negociador." (eldiario.es, 29/04/17)
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