"La escalada de tensiones en la península coreana pone, objetivamente, al
mundo al borde de una catástrofe de incalculables proyecciones. Tal
como muchos observadores lo han repetido, Corea del Norte (nombre
oficial: República Democrática Popular de Corea) no es Libia, no es
Irak, no es Afganistán y tampoco es Siria.
A diferencia de estos cuatro
países, Pyongyang tiene una capacidad de retaliación que ninguno de
aquellos jamás poseyó. Y, como lo recuerda periódicamente Noam Chomsky,
Estados Unidos sólo ataca a países indefensos, nunca a los que tienen
capacidad de respuesta militar. En estos días, a estas horas, un
tremendo operativo naval se está desplegando a escasos kilómetros del
litoral norcoreano. (...)
Días atrás Mike Whitney, un estadounidense especializado en el análisis
de la política internacional, publicó un excelente artículo en el
periódico digital CounterPunch que arroja luz para entender en
toda su complejidad los acontecimientos “en pleno desarrollo”, como dice
nuestro Walter Martínez, en la península coreana.
En esa nota,
sugestivamente titulada “El problema es Washington, no Corea del Norte”
Whitney recuerda que en los 64 años transcurridos desde la finalización
de la Guerra de Corea el gobierno de Estados Unidos hizo todo lo que
estuvo a su alcance para castigar y humillar a Corea del Norte. Provocó
letales hambrunas; le impidió a Pyongyang la llegada de capitales
extranjeros y de acceder a mercados externos y créditos internacionales
que jamás les negó a regímenes criminales como los de Pinochet, Videla,
Stroessner, Somoza y otros de su calaña; le impuso tremendas sanciones
económicas y como si lo anterior fuera poco instaló –con el
consentimiento del gobierno cliente de Corea del Sur- baterías de
misiles y bases militares a lo largo de la frontera en el Paralelo 38. (...)
Como asegura nuestro autor, si hay un país que necesita armas nucleares
ese país es Corea del Norte.
Y pone un ejemplo bien didáctico: ¿cómo
reaccionaría la Casa Blanca si un gobierno enemigo desplegara
portaviones y una flota de mar en las costas de California al paso que
hiciera ejercicios militares conjuntos en la misma frontera mexicana con
la anuencia del gobierno de ese país?
Obviamente que los
estadounidenses se sentirían amenazados y tratarían de prevenir lo peor
haciendo gala de su poderío retaliatorio. Y precisamente eso es lo que
está ocurriendo. Y si Kim Jong-Un no corrió la misma suerte que Gadaffi y
Saddam Hussein es por dos razones: primero, porque su país no reposa
sobre un mar de petróleo y, segundo, porque tiene capacidad militar
suficiente, aún después de un ataque, “para reducir a cenizas a Seúl,
Okinawa y Tokio”.
¿Suena exagerada esta aseveración de Whitney? Leamos
lo que dijera la semana pasada Max Baucus, ex embajador de Estados
Unidos en China durante la administración Obama. Preocupado por el
estilo de “macho duro” que quiere imponer Trump en las relaciones
internacionales Baucus dijo estar seguro que “el Pentágono y el
Departamento de Estado y todos su asesores le han explicado al
presidente que un ataque misilístico iniciado por Estados Unidos tendría
consecuencias absolutamente desastrosas y cataclísmicas, y creo que
Trump es lo suficientemente inteligente como para no querer tal cosa.” (...)
un informe reciente sugestivamente titulado “Los estadounidenses se
olvidaron de lo que hicieron en Corea del Norte” permite colocar el
asunto bajo una luminosa perspectiva. En esa nota, que me voy a permitir
citar en extenso, se afirma que “durante la Guerra de Corea EEUU arrojó
más bombas en Corea del Norte de las que había arrojado en el Pacífico
durante la Segunda Guerra Mundial.
Esto incluía 32.000 toneladas de
Napalm a menudo deliberadamente lanzada en contra de objetivos militares
y civiles por igual, devastando al país muy por encima de lo que
hubiera sido necesario para terminar la guerra.”
En este mismo informe
el periodista norteamericano Blaine Harden afirma que “a lo largo de
esos tres años exterminamos un 20 por ciento de la población
norcoreana”, según lo atestiguara el Jefe del Comando Aéreo Estratégico
de EEUU Curtis LeMay, un criminal serial que redujo Tokio a cenizas
cuando Japón estaba totalmente derrotado. Dean Rusk, que a su vez fue
Secretario de Estado del progresista John F. Kennedy y del conservador
texano Lyndon Johnson dijo también con indisimulado y criminal orgullo
que “bombardeamos cada cosa que se movía en Corea del Norte y cada
ladrillo apilado sobre otro”.
Una vez que no quedó nada en pie en
ninguna ciudad las valientes tropas de Estados Unidos “se dedicaron a
bombardear plantas hidroeléctricas y represas para el riego, a los
efectos de inundar los campos y destruir las cosechas”, provocando
tremendas hambrunas. En Enero del 1953, cuando las fuerzas de la
resistencia coreana estaban diezmadas y los que quedaban vivos exhaustos
los estadounidenses bombardearon durante dos días ininterrumpidamente a
Pyongyang ….
Al final del ataque quedaban en esa ciudad apenas unos
50.000 habitantes, de los 500.000 que antes había.” El número de
víctimas fatales durante la guerra superó los dos millones de
habitantes, sobre un total de unos diez millones. Si Corea del Norte no
sucumbió fue por la ayuda, principalmente alimentos, recibida de China y
la Unión Soviética mientras que los Estados Unidos convirtieron a ese
país en un páramo: sin comida, sin cosechas, sin electricidad, sin nada.
Mucho después, en una carta enviada al Washington Post, el ex presidente James Carter manifestó que “Pyongyang ha enviado consistentes mensajes a Washington indicando que está preparada para firmar un acuerdo que ponga fin a sus programas nucleares, sometiéndose a las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica y también para firmar un Tratado de Paz que reemplace al precario “cese del fuego” transitorio que se estableció en 1953.
Mucho después, en una carta enviada al Washington Post, el ex presidente James Carter manifestó que “Pyongyang ha enviado consistentes mensajes a Washington indicando que está preparada para firmar un acuerdo que ponga fin a sus programas nucleares, sometiéndose a las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica y también para firmar un Tratado de Paz que reemplace al precario “cese del fuego” transitorio que se estableció en 1953.
El problema es que
Estados Unidos no quiere negociar absolutamente nada con un régimen que
si bien no derrotó a las tropas americanas como ocurriera en Vietnam las
obligó a un vergonzoso repliegue y a firmar un armisticio. Es que la
Roma americana, como decía Martí, no negocia con nadie aunque la
realidad es otra. Pero no lo hace con países o pueblos considerados
inferiores. (...)
La soberbia y la barbarie imperiales, al igual que su patología
belicista, siguen siendo factores determinantes de la política exterior
de Estados Unidos. (...)
Pero sus socios y laderos en Extremo Oriente, en su nerviosismo, le han
transmitido un mensaje muy claro a Trump: un ataque a Corea del Norte
provocaría una catástrofe de proporciones en Corea del Sur y Japón y las
víctimas civiles, que seguramente se contarían por decenas de miles,
superarían con creces a las militares.
Será tal vez por eso que Trump
sorprendió a propios y ajenos cuando hace unas pocas horas (esta nota se
escribe al anochecer del 1º de Mayo de 2017) anunció en una entrevista
con la Agencia de noticias Bloomberg que “Si fuera apropiado reunirme
con él –se refiere a Kim Jong-Un- lo haría absolutamente. Me sentiría
honrado de hacerlo. Siempre y cuando ocurra bajo las circunstancias
correctas.
Pero lo haría”. Si se iniciaran las negociaciones que Corea
del Norte viene reclamando hace largo rato las chances de evitar una
tragedia termonuclear (cuyas consecuencias se sentirían en todo el
planeta y no sólo en el Sudeste asiático) se incrementarían
sensiblemente y este planeta se convertiría en un lugar un poco más
seguro para vivir.
Habrá que ver como reaccionarán los “halcones” que
pululan en Washington y los mercaderes de la muerte del “complejo
industrial-militar” ante la sorprendente declaración del presidente de
los Estados Unidos, y si este será fiel a sus dichos. Ojalá que así sea.
" (Atilio A. Boron , Rebelión, 02/05/17)
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