"¿Le parece que no corren
buenos tiempos para el internacionalismo teniendo en cuenta el Brexit y
el auge del nacionalismo en muchos países?
Creo que el proyecto de un cosmopolitismo y una globalización liberal
todavía constituye la fuerza más poderosa en el mundo. Esta gente tiene
sus contradicciones, que están aumentando cada vez más. En lo económico
el auge de la globalización neoliberal ha provocado un aumento dramático
de la desigualdad a través de una alta concentración de la riqueza.
La
clase política ha sido increíblemente condescendiente durante 20 o 30
años, en los que no ha tenido ninguna oposición desde la caída de la
Unión Soviética. Al mismo tiempo está creciendo la indignación por el
deterioro de los niveles de vida.
No me sorprende que gran parte de esta
indignación se haya articulado de forma conservadora porque las
personas más afectadas por este desarrollo económico están en una
posición defensiva, como la antigua clase de obreros cualificados en
EEUU y Europa.
Solo pueden defender lo que tiene ante la deslocalización
que provoca la fabricación en China. Esta posición defensiva
naturalmente favorece las políticas conservadoras.
Ustedes defendían el Brexit desde un punto de vista de izquierdas. ¿Lo puede explicar?
Yo estaba a favor de provocar un shock para las élites gobernantes en
Europa, aunque no creo que el Brexit traiga mejoras para el Reino Unido.
Tendrá más efectos positivos en Europa, aunque también algunos para el
Reino Unido (...)
Para Europa la ventaja es que con la salida del Reino Unido se retira el
caballo de Troya de los intereses de EEUU y del sector financiero.
También se plantea la cuestión de crear una alianza de los países
latinos frente a la hegemonia de Alemania en Europa. Para eso Francia
tiene un papel decisivo. Sin el Reino Unido, el balance del poder en
Europa se inclina hacia la izquierda.
¿Creen que el nuevo presidente de Francia,
Emmanuel Macron, puede lograr un cambio en esta Europa dominada por
Alemania, como dicen?
Creo que ni se plantea hacerlo. Ha dicho que primero quiere hacer lo que
los alemanes le piden, es decir, eliminar más beneficios sociales,
flexibilizar el mercado laboral y recortar el gasto público. Una vez
hecho todo esto, Macron espera que Alemania le dé algo a cambio. Pero
creo que es un programa muy ambicioso.
Después del éxito del Brexit y de Donald Trump, a
principios de año había en Europa mucha preocupación por un triunfo de
la ultraderecha en Holanda, Francia o Alemania. A la espera de ver qué
ocurre en las elecciones alemanas de septiembre, esto no se ha
producido. ¿Creen que la clase política europea podría relajarse y
volver al business as usual?
El establishment se ha estabilizado. Cometieron algunos errores graves
en los últimos años pero ahora tienen más cuidado. Cometieron estos
errores por la condescendencia que ya hemos mencionado, como por ejemplo
la decisión de David Cameron de convocar el referéndum sobre el Brexit.
Con ello, dio la oportunidad a la gente para expresar un voto de
protesta y lo aprovecharon. También fue muy condescendiente la decisión
de Barack Obama de presentar la candidatura de Hillary Clinton en un
momento en que tantos estadounidenses odiaban al establishment de Wall
Street y le daba la culpa por sus problemas, un establishment que
Clinton representaba. No volverán a cometer errores de este calibre
aunque la imprevisibilidad continuará.
¿Por qué la izquierda no ha sido capaz de articular una alternativa a este modelo cosmopolita liberal que describen?
Evidentemente, la izquierda sufrió una derrota enorme en el siglo XX.
Los Estados obreros fracasaron por una serie de factores que podríamos
discutir aquí pero el hecho es que sucumbieron a las fuerzas
capitalistas. En 1990, la izquierda empezó casi desde cero. No hay una
izquierda internacionalista y eficaz. No hay razones históricas para
ello.
La forma actual del capitalismo complica mucho la tarea de
articular un programa alternativo a esto. Paul Mason en su libro Poscapitalismo
describe como en los 1970 la izquierda todavía estaba en una posición
para reclamar el mando de control de la economía capitalista porque era
posible entender cómo funcionaba este sistema, con su sector productivo,
el financiero y el público en manos nacionales.
Hoy es mucho más
complejo ya que gran parte de la economía está en manos de inversores
financieros poco desconocidos. Esto constituye un gran desafío para la
izquierda. Sin embargo, a la llamada nueva izquierda que ha surgido
últimamente le ha ido mejor que a la izquierda en 2008, cuando hubo un
silencio clamoroso ante el estallido de la crisis financiera.
Hablando de nueva izquierda, ¿qué les parece Unidos Podemos?
Podemos da mucha más esperanza que otros partidos de izquierda en
Europa, incluyendo el de Jean-Luc Mélenchon en Francia, aunque ellos
hayan logrado algo que Podemos todavía no ha podido hacer, que es
destruir al Partido Socialista.
Sin embargo, los partidarios de
Mélenchon no tienen poder institucional a nivel local, algo que permite
ganar experiencia al tratar problemas concretos en contacto con la
ciudadanía. Podemos sí tiene esta experiencia, lo cual es un factor
clave para el futuro." (Entrevista a Perry Anderson, editor de la New Left Review, Thilo Schäfer , La Marea, 22/05/17)
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