"(...) El ya dimitido Jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix, ha
caído, en fin, porque la suma de unos periodistas que cumplen con su
trabajo, una sociedad indignada, y un PP debilitado en el Parlamento han
producido una situación insostenible.
El fiscal Moix, que se atrevió a
acusar al 15M de dañar a las instituciones, es sólo una pieza más de una
estrategia, la del PP, que es la que provoca de verdad un perjuicio
irremediable al sistema democrático, pues ataca a uno de los pilares
sobre los que se sustenta: la confianza de la ciudadanía en sus
instituciones.
Ni en los sueños entrópicos más húmedos del más ferviente
de los anarquistas podríamos encontrar tamaña labor de zapa y
destrucción del sistema. Para el PP, su supervivencia está por encima de
cualquier otra consideración, sean los españoles a los que dicen
representar, la patria a la que dicen proteger y amar o el régimen
político de libertades y democracia del que se declaran partidarios.
El
Partido Popular forma parte de una corriente de época, reforzada con la
crisis económica, que consiste, simple y llanamente, en cargarse el
sistema democrático tal y como fue concebido después de la guerra civil
europea, que fue mundial y causó más de 50 millones de muertos.
La
conciencia de esta catástrofe llevó entonces a Europa a caer en la
cuenta de las consecuencias que tenía para la sociedad dejar que el
mercado siguiera, sin bridas, su camino: arrastrarnos a todos al abismo.
Fue entonces cuando nació el pacto social que permitió la construcción
de la democracia representativa tal y como hoy la conocemos, el Estado
de bienestar y la idea asociada de que el Estado es legítimo si es de
todos y no sólo de una parte.
Este sistema, que era muy imperfecto, que
permitió que los de siempre siguieran mandando y que el capitalismo
sobreviviera a sí mismo, pero que permitió un desarrollo sin igual del
bienestar de la población, es el sistema democrático. Este es el sistema
que está en el punto de mira del fundamentalismo del mercado, y es el
que están destruyendo desde que Thatcher decidió que “la sociedad no
existe”.
Sobre esta base, la crisis económica y las políticas de
austeridad han dado una nueva vuelta de tuerca para construir el mundo
que desean: una democracia sin “demos”, una democracia, en fin,
desvinculada de su núcleo fundamental: que la legitimidad última del
poder resida en la capacidad del pueblo para decidir su destino.
El PP,
que es no sólo cómplice, sino activo agente de esta estrategia, es por
eso, a todas luces, un partido anti-sistema, y el fiscal Moix, una
pequeña pieza más de ese engranaje, perfectamente sustituible. A ver a
quien nos ponen ahora." (Carlos Haynes Campos
, Sin Permiso, 02/06/2017)
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