ª(...) La visión muy optimista, aunque en ciertos casos con matizaciones,
que dan el Gobierno, la Junta de Andalucía y casi todos los medios
informativos respecto al actual mercado de trabajo, lejos de reflejar la
situación real, dibujan una ficción basada en criterios y cifras
fabricados por expertos estadísticos.
Me explico. Se parte, sin más, de
que para dejar de estar en las listas del paro basta con que alguien nos
haga un contrato de una hora a la semana durante cuatro semanas. Así,
cualquiera que trabaje de forma remunerada cuatro horas al mes ya no
será un desempleado.
Lo que cobre por esas horas, en qué condiciones lo
haga y cuántas horas no pagadas tenga que trabajar -sí o sí- para que
pueda aspirar a que le hagan un nuevo contrato no es importante para las
estadísticas del paro y el empleo. La cuestión es sólo si se tiene o no
algún contrato, el que sea, con las condiciones salariales y de trabajo
que sean. Porque el objetivo es que desciendan las cifras del paro.
También como sea.
Pongamos que un empleo tradicional, a
tiempo completo con contrato indefinido de 40 horas a la semana, se
perdió con la crisis. Si ahora se recuperaran esas horas contratadas,
ello podría hacerse de dos formas bien distintas: contratando a otro
trabajador en las mismas condiciones de antes o a varios trabajadores
-hasta cuarenta- contratándolos por unas pocas horas (o por una sola) a
la semana.
Si se hace esto último, donde antes había un empleado podrá
haber ahora diez, veinte o hasta cuarenta empleados. Las horas
trabajadas seguirían siendo las mismas, el empleador podrá ahorrarse
costes salariales, pero, sobre todo, el índice de paro bajará
extraordinariamente.
¡Albricias! Un negocio redondo para el empresario o
emprendedor de turno y una magnífica publicidad para quienes gobiernan,
que pueden vender el milagro de que sus políticas hacen descender el
desempleo (aunque, en realidad, el milagro lo hace la estadística).
La
cuenta adecuada, sin embargo, sería tomar como base el total de horas
que una empresa o negocio necesita cubrir semanalmente con trabajadores y
dividirlas entre 40 (que es la media semanal de horas/trabajador en los
contratos antes normales e indefinidos). El cociente sería el
número de puestos de trabajo necesarios a tiempo completo, aunque
algunos pudieran desdoblarse o ser a tiempo parcial por razón de sus
características, pero no como práctica habitual.
La realidad es muy
distinta: los contratos que responderían a esa sencilla operación
prácticamente ya no se hacen porque han sido sustituidos por numerosos
minicontratos con sueldos de vergüenza, condiciones de trabajo
indecentes en la mayoría de los casos y duración ridícula (más del 20%
de los contratos que se firmaron el año pasado en Andalucía fueron por
menos de siete días y sólo poco más de la mitad superaron el mes).
Los beneficiarios de estos minicontratos, verdaderos trabajadores fugaces, pasan a engrosar, sin embargo, el grupo de los ocupados. En las estadísticas ya no son desempleados. De eso se trata.
Sobre
estas bases, los tan esperados datos sobre el empleo a comienzos de
cada mes dibujan una situación engañosa porque, a pesar de que el número
de empleados suba y la cifra del paro baje, cambia poco el volumen
total de horas de trabajo contratadas y no se incrementa el volumen
total de los salarios. Que serían dos índices muy importantes a
considerar. Los cuales o se enmascaran o se quedan en los despachos
donde se fabrican las estadísticas para nuestro consumo." (Isidoro Moreno , Catedrático emérito de Antropología Social, Granada Hoy, 06/07/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario