“En las anteriores elecciones no voté y mira ahora”, comenta Foley.
Apostará por el veterano laborista de rostro afilado, el hombre que
primero fue desdeñado e ignorado, después ridiculizado y contestado por
su propio partido, y que está experimentando un resurgir en parte
gracias a la conexión con gente como Foley.
Personas seducidas por su
mensaje contra la desigualdad y por la justicia social que ha calado en
miles de ciudadanos que no se sienten representados por las élites y que
desprecian la vieja política.
Una narrativa y un camino cada vez más similar al de
Sanders, demócrata y socialista de 75 años, que logró sacudir el orden
político de Estados Unidos (EE UU) con un discurso que cuestionaba el
sistema en el que se ancla su partido.
Ambos se alimentan de la energía y
la rabia de unos votantes insatisfechos, indignados y cansados tras
años de recortes y de escuchar los mismos mensajes de unos políticos que
les resultan demasiado similares; sean del partido que sean. Ambos han
conectado, además, con los votantes jóvenes, una generación
tradicionalmente alejada de las urnas, que está acercándose a la arena
política.
“El tiempo que vivimos está clamando por un Jeremy
Corbyn”, dijo Bernie Sanders el viernes ante una embelesada audiencia en
un festival en Brighton, ante la que mostró su apoyo al candidato
laborista.
“Creo que lo que Corbyn está haciendo es tratar de
revitalizar la democracia, introducir mucha gente nueva en el proceso
político”, apuntó el demócrata. Y esa revolución política es lo que
necesitan todos los países del mundo, volvió a reiterar el sábado en
Bristol, donde animó a los jóvenes —mayoría en el auditorio— a votar, a
participar, a involucrarse y a hacer escuchar su voz.
Desde que el
político, al que muchos veían como una figura tan gris como su cabello,
asumió el liderazgo de los laboristas hace dos años, su partido ha
sumado 190.000 militantes. Y cada vez más activistas se están
involucrando, sin formar parte del partido, en una campaña mucho más
moderna.
De esa revitalización que se nota en las encuestas en los
últimos días —los laboristas están a cinco puntos de los conservadores
de Theresa May—
tiene buena parte de culpa la energía que acumula Momentum, un grupo de
presión de izquierdas con más de 24.000 miembros y 200.000 simpatizantes
que ve en Corbyn la figura que puede cambiar de una vez por todas la
política británica.
“Corbyn, como Sanders, representa la honestidad, la ética. Ha sabido
canalizar la insatisfacción de la gente, que se han identificado con su
discurso contra la desigualdad, la austeridad y el neoliberalismo. Ambos
representan la esperanza de que se pueden cambiar las cosas”, apunta
Phil Bates, ingeniero informático de 50 años y uno de los coordinadores
de Momentum en Bristol, una de las ciudades en las que la organización
acumula más miembros. (...)
“Lo que Corbyn ha tratado de hacer en el Partido Laborista es similar
a lo que nosotros tratamos de hacer en el Partido Demócrata. Y esto es
hacer un partido mucho más abierto y acercarnos a la clase trabajadora y
a los jóvenes en vez de dejar que las élites liberales tomen las
decisiones desde arriba”, apuntó Sanders. La misma estrategia que
cultivan sus bases.
Sanders perdió en la carrera hacia la
nominación, pero logró entusiasmar a millones de estadounidenses por el
cambio social radical que proponía. Metas, ideas, que a algunos les
parecieron absurdas para los viejos estándares de la política que se
hace en Washington, pero que encendieron el país.
Y que aún siguen
haciéndolo cada vez que el presidente Donald Trump abre la boca, rompe
un pacto o publica un tuit. “Sanders logró encender el debate”, afirma
tajante Bates: “Y aquí, pase lo que pase el jueves en las elecciones,
esto es sólo el principio”. (El País, 04/06/17)
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