"(...) ¿Qué cree que impulsó el apoyo récord a Le Pen?
Las razones son parecidas a las que impulsaron el Brexit, a Trump y otros acontecimientos. Las elecciones son el resultado de 40 años de neoliberalismo.
La desigualdad ha aumentado de forma drástica, el desempleo está
estancado en el 10 % y hay personas que se sienten excluidas y
preocupadas, con razón, porque sus hijos lo van a tener peor que ellas.
Los votos de Le Pen procedieron de las
regiones desindustrializadas del Norte, de las zonas rurales que se
sienten excluidas de las preocupaciones francesas y de personas con unos
ingresos cada vez más bajos y una escasa formación. Y es verdad que
estos sectores han sido más o menos abandonados por todos los Gobiernos
en los últimos 30 años.
En las zonas rurales, por ejemplo, las políticas
francesas y europeas han favorecido a la Fédération Nationale des Syndicats d’Exploitants Agricoles (FNSEA),
que representa a los grandes agricultores con más riqueza y que reciben
casi todas las subvenciones de la Política Agraria Común, mientras que
los pequeños agricultores reciben poco o nada.
Es irónico que las grandes preocupaciones de estas zonas abandonadas del país se centren en los inmigrantes
y los terroristas, que casi no se encuentran en estas comunidades, así
que no digamos ya amenazarlas, pero, a veces, se recurre a estas respuestas simplistas en vez de analizar lo que de verdad ocurre en la sociedad, es decir: una inmensa transferencia de riqueza de los pobres a los ricos y de lo rural a lo urbano.
¿Qué piensa del ascenso de
Mélenchon, descrito en la prensa internacional como un giro electoral
inesperado, pero que finalmente no consiguió llegar a la segunda vuelta?
(...)
Es firmemente de izquierdas y tiene algunas ideas muy buenas. Desde mi punto de vista, es uno de los pocos líderes políticos que ha
asumido por completo las implicaciones teóricas y prácticas de poner en
primer plano el medioambiente y nuestra necesidad de una transición verde.
Ha demostrado ser un orador imponente, cautivando a amplios sectores de
la sociedad, sobre todo a gente joven, en actos multitudinarios en los
que hablaba con elocuencia, sin notas y con el apoyo de un impresionante
equipo técnico (que, por ejemplo, aparecía físicamente en una ciudad y,
de forma simultánea, por medio de un holograma, en otras cinco) y una
estrategia sofisticada en las redes sociales.
En consecuencia, se acercó mucho a la
victoria en la primera vuelta y fue primero en algunas grandes ciudades.
En el caso de que hubiera ganado, da vértigo y es difícil imaginar qué hubiera resultado
entre él ―considerado peligroso por las fuerzas del mercado y descrito
sistemáticamente como duro y de extrema izquierda, aunque esto no sea
cierto― y un verdadero candidato de la extrema derecha.
¿Indican los votos franceses y
holandeses en contra de la extrema derecha que el populismo ya ha
alcanzado su punto máximo, tanto de la derecha como de la izquierda?
No entiendo por qué a todo el mundo le
parece ahora que debe llamar ‘populismo’ al deseo muy razonable de
cambio de millones de personas. Pero si las desigualdades no se reducen y
los partidos centristas y llamados ‘socialistas’ siguen abrazando las
políticas neoliberales, entonces la respuesta es ‘no’, el ‘populismo’ no
ha alcanzado su punto máximo y continuará presente en la izquierda, y
supongo que también en la derecha, donde las personas ven la solución a
sus problemas de modo completamente distinto: rechazo del ‘otro’, la
pureza racial, el retorno a un pasado mítico, etcétera.
El expresidente, François Hollande, es el verdadero responsable de la situación actual. (...)
Así que no sorprende del todo que la gente de izquierdas, considerando a Macron o Le Pen, prefiriera abstenerse o votar en blanco
en un nivel nunca visto antes, aun cuando parecía que esto podría
originar una victoria de la extrema derecha. Esa no fue mi elección, ya
que voté a Macron, pero puedo entender el razonamiento, aunque no
simpatice con él. (...)
¿Cuáles deberían ser los próximos pasos de las fuerzas progresistas y de la izquierda?
En lo inmediato, asegurar que tengamos candidatos fuertes para las elecciones legislativas de junio y unir nuestras fuerzas.
Si Mélenchon pudiera llegar a un acuerdo con Hamon, del Partido
Socialista, y sus seguidores, y los Verdes (ya ha rechazado asociarse
con los comunistas), los progresistas podrían ganar muchos escaños.
Pero
me temo que esto sea improbable. La izquierda se destaca por exhibir lo
que Freud llamaba ‘el narcisismo de las pequeñas diferencias’, por lo
que a menudo arrebata la derrota de las fauces de la victoria. ¡Espero
ser más optimista al final del mes que viene!" (Entrevista a SUSAN GEORGE, Público, 30/05/17)
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