"Se ha convertido en un lugar común presentar la economía alemana como un modelo a seguir y un ejemplo de buenos resultados. (...)
El índice de Gini, ratio que mide la desigualdad monetaria y que puede
alcanzar valores comprendidos entre 0 y 100 (máxima equidad e
inequidad), nos devuelve la imagen de un país donde ha aumentado la
desigualdad en los últimos años, con un valor del índice que coloca a
Alemania en el tramo de países más inequitativos de la Unión Europea,
con un valor en 2015, último año del que Eurostat ofrece información
estadística, de 30,1. (...)
Si ponemos el foco en el tramo inferior de la escala distributiva,
observamos que la crisis no sólo ha golpeado a los más vulnerables, sino
que la recuperación de la economía no ha mejorado de manera sustancial
sus condiciones de vida. En este sentido, resultan especialmente
llamativos los ratios que miden el porcentaje de la población en
situación de pobreza o exclusión social y la pobreza.
El primero de
ellos afectaba en 2015 al 20% de la población (más de 16 millones de
alemanes); y el segundo nos dice que un 15% de la misma (más de 12
millones de personas) vivía en ese año por debajo del umbral de la
pobreza.
Todo ello, no lo olvidemos, en un contexto de crecimiento
económico, cercano al 2% anual. En definitiva, un país de millonarios
con millones de pobres. (...)
El contrapunto de esta situación se encuentra en la
creciente concentración de la renta y la riqueza. Los grupos sociales
situados en la cúspide de la estructura social han conservado casi
intactas o incluso han reforzado sus posiciones de privilegio.
Con todas
las reservas que cabe formular a la información disponible (limitada y
sesgada), las estadísticas apuntan con claridad en esa dirección. Según
el Credit Suisse, el 2,4% de la población adulta tenía en 2016 una
riqueza superior al millón de dólares. El 10% más rico concentraba en
2016 el 64,9% de la riqueza, el 5% el 50,1% y el 1% el 29,5%.
Mención aparte merece lo acontecido en el mercado laboral.
Es cierto, como hemos señalado antes, que el ritmo de creación de
puestos de trabajo ha sido intenso, pero la calidad de buena parte de
ellos es endeble. Se trata de empleos a tiempo parcial y de bajos
salarios (popularizados con el nombre de minijobs), que a menudo
reemplazan empleos a tiempo completo.
En 2016 casi 11 millones de
alemanes trabajaban a tiempo parcial (declarando una parte importante de
ellos que desearían trabajar a tiempo completo), lo que significaba
400.000 más que en 2014 y 1.236.000 por encima de los que existían en
2007.
(...) las cúspides empresariales han mantenido su patrón retributivo (en el
que las rentas del capital suponen una parte importante), mientras que
los colectivos situados en los tramos medios y, sobre todo, bajos han
perdido capacidad adquisitiva.
A grandes rasgos, este es el panorama social y laboral de Alemania. Nos
parece evidente que este no es el camino y que, por supuesto, en esta
trayectoria no hay ningún modelo a seguir. La superación de la crisis
exige un cambio sustancial en las políticas aplicadas por el gobierno
conservador de Angela Merkel, y antes por el socialista Gerhard
Schröeder. (...)" (Miguel Urbán, Daniel Albarracín y Fernando Luengo son, respectivamente, coordinador y miembros de la Secretaría de Europa de Podemos. CTXT, 25/09/17)
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