"Desde el pasado 4 de junio un solar del
barrio de Las Carolinas en el distrito madrileño de Usera tiene un nuevo
habitante que anuncia lo que ese espacio vacío será en un futuro muy
cercano. El nuevo inquilino es un cartel sostenido sobre una estructura
de madera que muestra el dibujo de un inmueble en el que varios niños
juegan en su patio y unas letras que dicen: "Promoción Las Carolinas.
Entrepatios. Cooperativa de viviendas en derecho de uso".
Es el primer
cartel de este tipo que aparece en Madrid porque también este edificio
será el primero que se construya en la capital en el que la propiedad no
serán personas individuales sino la cooperativa.
Sus miembros pagarán
por usar las casas y los espacios comunes. No es un una propiedad al
uso, donde cada cual puede vender y alquilar su casa al precio que más
le plazca. Ni tampoco es un alquiler porque sus habitantes tienen plena
capacidad de decisión sobre todo lo que gira alrededor de las viviendas y
todos los espacios comunes del inmueble. Es un edificio de casas en
derecho de uso.
"Hemos tenido que hacer y seguimos
haciendo mucha pedagogía porque es un modelo que prácticamente no existe
aquí", explica Berta Iglesias Varela, de 41 años y miembro de la
cooperativa Entrepatios, que nació hace cinco años pero es un proyecto
en el que llevan trabajando más de una década.
"Mi interés siempre ha
pasado por hacer más vivible la ciudad, que se creen lazos cercanos en
los barrios y en la comunidad", cuenta la cooperativista, quien subraya
que su pertenencia a movimientos ecologistas le hacía plantearse un modo
de vida coherente con lo que pensaba, más sostenible y construido desde
el consenso y el acuerdo común.
Érika
González, de 40 años, otra de las integrantes de Entrepatios, explica
cómo es una de las "líneas rojas", la cuestión económica, uno de los
tres pilares que definen a la cooperativa, junto con el social y
medioambiental: "Yo buscaba también un modelo que cuestionara la
propiedad privada y para ello era fundamental encontrar una figura que
contribuyera a romper la especulación y la burbuja inmobiliaria". Y esa
figura era la cesión de uso.
De la teoría a la práctica
Al grupo de amigos se añadieron
arquitectos que comenzaron a poner sobre el papel cómo pasar de la
teoría a la práctica para levantar en el centro de Madrid un edificio
que generara la menor huella ecológica posible en su construcción y uso.
La burbuja inmobiliaria y los altos precios del suelo les hicieron
desistir hasta que llegó la crisis económica.
"Cuando pinchó la burbuja
inmobiliaria, ese pozo negro, para nosotros supuso una oportunidad",
recuerda González. Los precios bajaron y al proyecto se unió Logica’eco,
una consultoría especializada en cohousing, un modelo de viviendas
donde sus habitantes deciden cómo y dónde vivir compartiendo espacios
comunes, que les dio el impulso definitivo para empezar a buscar y
decidir dónde y cómo serían sus futuras casas.
Pero la búsqueda de suelo no fue fácil.
Tras casi un año de negociación, a punto estuvieron de lograr comprar un
solar cerca de la estación de Atocha, pero se les escapó. Los precios
empezaron a subir de nuevo y lograr el suelo deseado dentro del
perímetro de la M-30 empezó a ser imposible.
Después de dos años más de búsqueda de
suelo, en diciembre pasado Entrepatios compró el solar de Usera. "En
este proyecto llegó un momento en que era más importante el cómo que el
dónde", afirma Leo Bensadón, director de Logica’eco.
Explica que en el
norte de Europa este tipo de iniciativas es más habitual: " En Dinamarca, más del 10% de las viviendas se construyen bajo esta modalidad [ cohousing ] porque existe una cesión de suelo público y por tanto la incidencia en el precio final es menor pero en España el suelo supone más del 50% del coste de todo el proyecto".
En
España, las pocas viviendas que se han construido bajo este modelo,
sobre todo dirigidas a personas mayores y jubiladas, están en pueblos,
donde el coste del suelo es mucho menor. El único otro edificio en
cesión de uso en un entorno urbano que se está levantando en el país está en Barcelona, donde el Ayuntamiento cedió suelo público a la cooperativa La Borda, promotora del proyecto .
Edificio de 17 viviendas
La promoción de Usera tendrá 17
viviendas, donde vivirán 33 adultos y 17 niños. Cada familia ha pagado
40.000 euros para acceder al derecho de uso de las casas, que supone en
torno a un 20% del coste final. El resto será una hipoteca a 30 años a
toda la cooperativa con una entidad de la banca ética. "Al ser un
edificio en derecho de uso, el edificio entero es propiedad de la
cooperativa por lo que no puede haber un desahucio ante impagos de una
familia", señala Bensadón. Ello no quiere decir que la cooperativa no
pueda defenderse ante impagos reiterados, situaciones previstas en los
estatutos. (...)" (eldiario.es, 08/10/17)
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