"Seis meses después de la llegada al poder del presidente Emmanuel Macron, su partido, La República en Marcha (REM), se desinfla.
¿Qué queda de todas aquellas promesas de “regeneración”
y “cambio radical de la política”, de aquella burbuja de jabón
presidida por el culto a la personalidad de un candidato con estilo de
predicador de Oklahoma de la campaña electoral? Poca cosa.
Sólo el 10% de sus (presuntos) 300.000 adheridos iniciales reclamados sigue activo, y las críticas y el desencanto afloran desde la base ante el primer congreso que se celebrará el sábado en Lyon.
Como ejemplo, el manifiesto de los “cien demócratas”, un
grupo de desencantados que acaba de anunciar su dimisión colectiva del
partido. La democracia interna brilla por su ausencia, dicen.
Las
medidas para evitar la afluencia de “viejos y jóvenes lobos”
oportunistas atraídos por el poder, han pasado a mejor vida, junto con
la “libertad de opinión y la crítica interna contra los abusos del
poder”.
“El comité de ética y experimentación sólo existe sobre el
papel”. Se supo “movilizar las disposiciones afectivas como conceptos de
marketing para vender el producto”, pero una vez logrado se ha abierto
paso “el desprecio y la arrogancia”.
“Un funcionamiento vertical y una
gobernanza de élites que desprecia la competencia y la inteligencia
colectiva”. Al final, lo de siempre: “imposición de direcciones
autocráticas” que desembocan en “un modo de organización digno del
antiguo régimen”.
El portazo suena demoledor, sobre todo porque el desencanto
hacia el partido se suma al suscitado por el propio presidente. A los
seis meses de su elección, sólo el 35% de los franceses se declaran
satisfechos por su acción de gobierno, considerada por una enorme
mayoría favorable a la Francia acomodada.
Un 73% considera que su supresión del impuesto a las
grandes fortunas beneficia a estas y un 88% estima que el presidente
favorece a los más ricos.
Que un 61% se declarara en octubre no convencido por su
primera entrevista televisada significa que el efecto Macron se ha
evaporado, pese a que tampoco la movilización callejera haya sido
masiva. (...)
Que el país no está (aún) en pie de guerra lo demuestra el hecho de su
presencia, sin incidentes, en Clichy-sous-Bois, la barriada en la que en
el 2005 arrancó la revuelta de las banlieues que incendió el país.
Y
eso cuando el presidente ya ha anunciado la supresión de los empleos
subvencionados (más de 100.000 en el 2018, más de 250.000 desde el
2016), uno de los recursos paliativos de la miseria de los barrios
desfavorecidos.
Ante todo ese recorte, Macron anunció ayer “una
movilización de toda la nación” para “responder al desafío inmenso” de
la miseria. Un enorme contraste entre retórica y recortes." (Rafael Poch, La Vanguardia, 15/11/17)
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