"En las últimas cuatro décadas, alrededor de 600.000
menores y adolescentes han muerto en Estados Unidos por alguna razón que
el resto de países desarrollados ha logrado evitar. Desde los años
sesenta, la mortalidad infantil se ha desplomado en todos los países
ricos. También en EEUU. Pero algo pasó en ese país una década más tarde.
Algo que descolgó a sus hijas e hijos de los estándares de seguridad y
bienestar que se asentaban en el resto del mundo rico.
En los años setenta las cifras de mortalidad infantil
en EEUU se torcieron: miles de niñas y niños estadounidenses morían o
dejaban de salvarse mientras las estadísticas seguían mejorando a buen
ritmo en el resto del denominado primer mundo. Y la cosa solo había
empezado a empeorar...
El mayor gasto con peor resultado
EEUU suele mostrar peores indicadores de salud infantil que casi
cualquier otro país desarrollado con el que se compare. En 2013, el
Centro de Estudios de UNICEF, en Florencia, publicó un demoledor análisis del bienestar infantil
en países desarrollados: se examinaron diferentes parámetros, desde los
índices de obesidad, hasta el desempeño educativo pasando por la
seguridad habitacional o la exposición a factores de riesgo como la
violencia. EE UU quedó en el puesto 26º de 29.
Los estudios
comparativos cosechan datos similares una y otra vez: mayor mortalidad
infantil, menor esperanza de vida al nacer, peores índices de heridas y
lesiones, más obesidad, más riesgo de infección por VIH, más embarazos
adolescentes… Y todo, en el país que, paradójicamente, más gasta per cápita en sanidad infantil —2.660 dólares en 2014—.
El país rico más peligroso para nacer
¿Cuándo y cómo se descolgó EEUU del pelotón de países enriquecidos? ¿Y
cuál es el saldo macabro de este frenazo? Alexandra D. Forrest es
coautora de un reciente estudio publicado en la revista Health Affairs
en el que han revisado y comparado las tasas de mortalidad infantil por
diferentes causas en los países de la OCDE durante el último medio
siglo.
Desde la facultad de Medicina de la Universidad de
Drexel, en Filadelfia, Pensilvania, Forrest ha hablado con El Salto: “A
pesar del mayor gasto en salud infantil, creemos que las persistentes
tasas de pobreza, los pobres logros educativos y la frágil red de
seguridad social han convertido a EEUU en la más peligrosa de las
naciones ricas para nacer”.
En otras ocasiones ya se había constatado la lentitud
de los avances estadounidenses en mortalidad infantil frente a otros
países, pero siempre se habían examinado grupos de edad muy concretos.
Esta es la primera vez que se cuantifican y comparan todas las muertes
de menores en EE UU frente a las de economías análogas.
Bebés con un 76% más de riesgo de morir
Entre 1961 y 2010 las tasas de mortalidad infantil se redujeron en todo
el mundo, también en EEUU: el planeta se volcó en el combate contra las
enfermedades infecciosas y millones de vidas se salvaron. Sin embargo la
reducción no fue homogénea, sino que algunos países, como España,
mejoraron rápidamente, mientras que otros, como EEUU, arrastraban los
pies. (...)
Entre los años 90 y los dos mil, EEUU lo hizo peor
que todos los demás: a comienzos del siglo XXI, si tenías tenías entre 1
y 19 años en EEUU, tu riesgo de morir era un 57% mayor que el de el
resto de menores en países ricos; y si tenías menos de un año, la cosa
empeoraba: un 76% más de riesgo de morir que el de cualquier bebé de la
OCDE.
Perder 20.000 vidas infantiles al año
Al final, la brecha se había ensanchado hasta tragarse 600.000 vidas
jóvenes que podrían haberse salvado si las condiciones de vida en EEUU
hubiesen mejorado al mismo ritmo que las del resto de sus pares. Unas
20.000 vidas al año para el cambio de siglo. La peor parte fue para el
grupo de adolescentes de entre 15 y 19 años: 250.000 víctimas.
Cuando el equipo científico de Forrest desmenuzó las
cifras por diferentes causas de la muerte, encontró que EEUU obtenía las
peores puntuaciones en todos los epígrafes, no había ni una sola
categoría en la que EEUU hubiese tenido mejores resultados que el resto
de la OCDE. Pero en dos apartados, el retraso estadounidense fue
especialmente amargo.
Pobreza letal alrededor del parto
Por un lado, las complicaciones perinatales —inmadurez, lesiones durante
el parto, asfixia o atelectasia (obstrucción respiratoria) después del
parto, enfermedad hemolítica (destrucción acelerada de glóbulos rojos),
trastornos de la madre que afectaron a feto o bebé y malnutrición
fetal—.
Hace cinco años, el Instituto de Medicina, una de las
cuatro Academias Nacionales de EEUU, publicó un informe comparativo
sobre la salud de su población. El título lo decía todo: Vidas más cortas, salud más pobre.
Aquel análisis identificaba las carencias que más dañaban la salud
usamericana: “condiciones socioeconómicas adversas, hábitos poco
saludables y un sistema sanitario fragmentado, todo ello en el contexto
de una débil red de seguridad social que falla a la hora de amortiguar
el impacto de estas circunstancias en la salud de la población más
vulnerable”.
Los datos del estudio en el que ha participado
Forrest parecen respaldar esa correlación: las tasas de mortalidad
infantil comenzaron a empeorar cuando la pobreza infantil relativa
empezó a extenderse en EEUU, entre los años 70 y 80. Una lacra, la de la
pobreza infantil y maternoinfantil, que se muestra insistentemente
letal para la salud: los nacimientos prematuros y las cifras de bajo
peso al nacer se adhieren como rémoras a los partos de las mujeres
pobres estudio tras estudio.
El país de los coches y las armas
Junto al pésimo desempeño de EEUU en salud neonatal, el otro gran borrón
son las heridas y lesiones; una categoría letal que acusa a dos iconos
centrales de la simbología estadounidense: los coches y las armas.
EEUU no logra acercarse al éxito relativo del resto
de la OCDE en la prevención de muertes causadas por accidentes de
tráfico. También aquí EEUU ha mejorado, pero a un ritmo mucho más lento
que el de sociedades semejantes. Los informes de la propia OCDE
sobre seguridad vial señalan que durante la primera década del siglo
XX, EEUU redujo un 23% la cifra de fallecimientos en carretera, mientras
que el resto de sociedades consiguió reducciones que iban desde el 26
al 64 por ciento.
Las 1.300 muertes por herida de bala
Las vidas de menores en EEUU todavía deben superar un peligro más antes
de llegar a la edad adulta. Los Centros para el Control y Prevención de
Enfermedades publicaron el año pasado, en la revista Pediatrics,
uno de los más detallados recuentos de lesiones y muertes causadas por
armas de fuego en personas de 0 a 17 años. Entre accidentes, homicidios y
suicidios, cada año mueren 1.300 menores por arma de fuego en EEUU y
5.790 sufren heridas. Más o menos, 82 veces más que en el resto de la
OCDE. Entre niños varones negros no hispanos, las armas de fuego son la
primera causa de muerte.
¿Influye el color del Gobierno?
¿Qué pasó en aquellas décadas? ¿Qué estaba cambiando? Entre las
hipótesis, el artículo sugiere que un posible detonante fue la
implantación de formas de gobierno más abiertamente desreguladoras.
Desde 1969 a 1993, EEUU tuvo 30 años de presidentes republicanos —Nixon,
Ford, Reagan y Bush padre— y solo un mandato demócrata, el de Jimmy
Carter. ¿Puede un régimen político influir en la mortalidad infantil?
¿Hay diferencia entre nacer en un país de tradición socialdemócrata o en
un estado de corte neoliberal?
Encontrar una relación causal entre un sistema político y una tendencia epidemiológica no es fácil. Sin embargo, algunas investigaciones
han buscado correlaciones y han detectado que la forma de gobierno de
un Estado puede explicar el 20 por ciento de las disparidades en
mortalidad infantil de unos países frente a otros.
También parece que
podría explicar el 10 por ciento de las tasas de bajo peso al nacer e,
incluso, el 47% de la variación en la esperanza de vida. (...)" (Raúl F. Millares, El Salto, 15/02/18)
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