"Los acusan de ser populistas, desideologizados, anti-europeístas y
autoritarios. Fueron, para muchos, la versión italiana de los indignados
españoles, de las revoluciones de colores, de Occupy Wall Street, de la
primavera árabe, de los xenófobos del Front National francés y de los
partidarios del Brexit.
Pero no se convirtieron en nada que se parezca a
esos fenómenos. El Movimiento Cinco Estrellas surgió de las tablas de
los escenarios, donde el cómico Beppe Grillo insultaba a políticos y
multinacionales, y de las reacciones de quienes asistían a esos
monólogos en la web. Hoy gobiernan 45 municipios, entre los cuales el de
la capital, Roma, el de la metrópoli industrial Turin y Livorno, feudo
de la izquierda desde la segunda guerra mundial.
Han ganado 15
parlamentarios europeos, 92 diputados, 36 senadores y 1.700 concejales
en todo el país, con la simple promesa de “mandar a la mierda” a todos
los demás. Hoy, de cara a las elecciones generales que se celebrarán en
Italia este 4 de marzo, son el primer partido en todos los sondeos. (...)
En Italia, el desorden, el ruido, las eternidades burocráticas, el
retraso tecnológico, son peculiaridades evidentes en la comparación con
el norte europeo, sobre las cuales los mismos italianos han reído a
carcajadas durante décadas.
Pero como suele pasar en todo el mundo, si
cuando la risa termina se deja paso a la reflexión, la realidad cambia
de color.
Beppe Grillo ha sabido durante años encandilar a millones de
espectadores con datos, anécdotas e historias, tan minuciosamente
chequeadas como personalmente interpretadas, que al finalizar sus
espectáculos el “sólo acá sucede” se convertía en “esto hay que
pararlo”.
A fines de los 90 Grillo mostraba a los italianos como las
compañías telefónicas los engatusaban con tarifas infladas mientras,
supuestamente, en el resto del mundo el problema ya estaba resuelto con
la telefonía VOIP por internet. Invitaba a espectadores con parientes en
el extranjero a subir al escenario y llamar en vivo a Australia o EEUU;
luego mostraba cuál había sido el costo de la llamada, y cuánto hubiese
gastado el incauto seguidor con la compañía nacional de telefonía.
“¿Ven? ¡Los están estafando!”, gritaba luego desaforado entre aplausos.
Y
luego vino la maravillosa innovación de los autos eléctricos que
Pirelli y las grandes petroleras no querían que los italianos
conocieran; las curas alternativas, cuyos beneficios eran censurados por
las grandes farmacéuticas; o las energías limpias, condenadas al olvido
por voluntad de las empresas eléctricas.
Luego, la corrupción fue el
centro de sus interminables monólogos. Si las telefónicas, farmacéuticas
y energéticas eran malas, el Estado, todos los gobiernos, de todos los
partidos, en todos los niveles, eran aún peores por haber sido
cómplices.
Los datos y anécdotas que se acumulaban a decenas en
cada espectáculo, eran tan impresionantes, y tan bien contados, que
quienes habían participado de esa misa de la indignación corrían a sus
casas a corroborar, a profundizar. Grillo y su equipo de investigadores
dieron el paso decisivo cuando fundaron un blog donde juntaban los
detalles de cada denuncia, y recibían las de los usuarios.
En pocas
semanas se convirtió en el blog más visto de Italia, luego de Europa. El
paso siguiente, era pasar de la denuncia a los hechos.
Vaffanculo con certificado
En
junio de 2007 durante una presentación en el parlamento europeo Grillo
anunció el comienzo una campaña para juntar firmas y proponer una ley
que prohibiera a cualquier persona condenada, aún en primera instancia,
ocupar un cargo público. La misión tuvo fechas digna de una mini-gira de
una rock-star, con grandes escenarios, invitados especiales, música y,
obviamente los infaltables monólogos anti-todo de Grillo.
Nacieron así
los V-Day, es decir los “Vaffanculo Day”. Grillo entró así en política:
con el dedo medio bien alto, todo transpirado, gritando que se vayan
todos a la mierda y rodeado por centenares de miles de personas que lo
idolatraban.
La participación en la política electoral estaba a la
vuelta de la esquina. En 2008 invitó a sus seguidores, ya apodados
“grillini” a formar listas cívicas para que ciudadanos comunes, honestos
e interesados en cambiar su territorio, pudieran disputar las
instituciones locales. El programa iba a ser igual para todos:
declaración del agua como bien público, plantas de depuración municipal
obligatorias, ampliación de los espacios verdes, bicisendas y transporte
público eléctrico, internet gratuito para todos los ciudadanos, códigos
de ordenamiento urbano más restrictivos.
Él mismo se encargaría de
controlar los antecedentes de cada candidato de esas listas. Y él mismo
otorgaría a esas listas las Cinco Estrellas que garantizaban honestidad y
compromiso. Así nació el Movimiento Cinco Estrellas que hoy tiene en
vilo a la política y las grandes finanzas de la todopoderosa Unión
Europea.
Listas cívicas en pequeños pueblos certificadas por un
comediante a nivel nacional bajo criterios jamás aclarados, que se
volvieron redes provinciales, regionales y nacional, manteniendo los
mismos niveles de opacidad y verticalismo.
Mientras tanto Grillo se había asociado con el editor y empresario
publicitario Gianroberto Casaleggio, quien se transformaría en una
suerte de gurú del naciente movimiento político, además de productor de
los exitosos espectáculos del comediante.
Ambos mantuvieron el blog
activo a diario, con colaboraciones de importantes sectores de la
cultura, el espectáculo y hasta premios Nobel interesados por ese
mastodóntico experimento comunicacional que llegaba a la primera plana
de los medios a nivel mundial. Entre las denuncias viralizadas a través
del blog, también tuvo gran repercusión la que Grillo lanzó contra los
bancos que habían vendido bonos argentinos defaulteados en 2001 a los
ahorristas italianos.
De los escenarios y el web, al parlamento
Para
las elecciones de 2013, las listas cívicas ya eran una realidad
consolidada, y el mismo Grillo anunció la candidatura del movimiento a
las elecciones parlamentarias. Entraron a la política nacional por la
puerta grande, conquistando 109 diputados y 54 senadores, entre ellos el
joven Luigi di Maio, quien hoy, con 31 años, es el nuevo jefe político
del movimiento tras la retirada de Grillo a “garante” del movimiento
-cargo inventado ad hoc por él y para él- y la muerte de Casaleggio en
2016.
Desacuerdos, inconvenientes, denuncias, abandonos, marcaron la
primer experiencia legislativa del movimiento, que siempre apeló a un
pragmatismo sin ideología para explicar sus posiciones. (...)
Contrariamente a lo que sucede con otras expresiones
anti-establishment europeas, especialmente las más conservadoras, el
voto del M5S no es fácilmente reconducible a un determinado sector de la
sociedad.
La Universidad de Bologna condujo un llamativo estudio,
dirigido por Piergiorgio Corbetta, que realizó más de 230.000 encuestas
acerca de este fenómeno entre 2012 y 2016. El trabajo fue luego
publicado en un libro, “Cómo cambia el Movimiento Cinco Estrellas” que
revela una serie datos interesantes sobre su electorado.
No hay
diferencias entre la cantidad de hombres y mujeres que los votan; recibe
la misma preferencia en todas las edades -salvo los más ancianos, que
siguen votando mayoritariamente por Silvio Berlusconi-; no tiene mayores
seguidores en una región o provincia que en otras; y sus votantes no se
diferencian ni por nivel de instrucción, ni por clase social de
referencia.
En el libro, los investigadores dividieron a los casos
examinados en tres grandes sectores: los que tienen trabajo asegurado,
quienes tienen trabajos precarios o autónomos, y desocupados o
trabajadores en negro. En los tres sectores el nivel de consenso es casi
idéntico.
No ser expresión de un sector obrero desilusionado con
las falsas promesas de la globalización, como se ha dicho de Trump o la
derecha xenófoba anti-europea, es quizás la mayor fortaleza del M5S.
Jamás
hablan de “pueblo”, sino de ciudadanos, vestigio de un alma liberal aún
presente. Tampoco aceptan que se los llame partido, sino movimiento.
Deciden los candidatos y el programa político online, a través de una
plataforma ideada por Casaleggio, con el sugestivo nombre de Rousseau.
Apelan a ese sentimiento clasemediero de revancha por sentirse
permanentemente estafado. Tienen como punto fuerte de su propuesta para
esta campaña electoral, la implementación del rédito de ciudadanía,
tradicional reivindicación de la izquierda, y la revisión de los
compromisos financieros con la UE, histórica demanda de la derecha.
Eliminaron el pedido de un referéndum para la salida del Euro, para
amigarse con los liberales, y buscan sumar el apoyo de pequeños y micro
emprendedores, a los que los diputados Cinco Estrellas donaron 43
millones de euros en cinco años de su estipendio de legisladores.
El
Movimiento 5 Estrellas versión 2018 parece que, por primera vez, quiere
ganar para gobernar el país. Moderó su lenguaje, ordenó sus posturas,
sin abandonar el denuncismo, pero con mayor voluntad de diálogo. Luego
de haber acercado a los indignados de la izquierda, pone en sus primeras
filas a los desilusionados de la derecha.
Pero para gobernar en el
complejo sistema político italiano es necesario contar con aliados y
votos de otros partidos en el parlamento. La gran pregunta es cuán
dispuesto estará el movimiento a alejarse de su purismo inicial contra
todos para lograr, finalmente, mandar a la mierda aunque sea a algunos. " (Federico Larsen, Panamárevista)
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