16.3.18

¿Cuántas veces hemos escuchado que la crisis está a punto de terminar? Lo cierto es que la situación se encamina hacia la pobreza de solemnidad.

"Del España va bien, al «Todavía no podemos gastar todo lo que nos gustaría» que dijo M. Rajoy a los pensionistas. Lo cierto es que la situación se encamina hacia la pobreza de solemnidad.

«Se retrocede con seguridad pero se avanza a tientas», decía Benedetti; y aquí estamos tan atascados, que no es que no se avance, sino que retrocedemos en el tiempo, hacia la pobreza, que parece irremediable.

¿Cuántas veces hemos escuchado que la crisis está a punto de terminar? «La recesión ha quedado atrás», decía el ministro de Guindos (La cara de la caída de Lehman Brothers en España, elegido ahora vicepresidente del Banco Central Europeo), aunque con riesgos de que haya una salida en falso. 

Lo uno y lo otro a la vez; malas predicciones y medias verdades, que realmente son mentiras y falsedades, para consumo de inocentes (CuartoPoder 27 de julio de 2013). Pese a todo, o precisamente por ello, puede que digan la verdad, la suya; ha llegado a su fin porque e el modelo que querían.

Los que provocaron la crisis, la han gestionado en beneficio propio. Han conseguido el objetivo que pretendían. Han eliminado el modelo de bienestar que se estaba construyendo con lucha y esfuerzo a lo largo de años, por el neoliberalismo económico, el totalitarismo político y la insolidaridad social. 

Menos Estado, más economía, menos democracia, más opresión y menos derechos. La crisis es también política, social, cultural y de valores; y la derecha está dando su respuesta a todas ellas.

El poder económico ha conseguido su modelo con poco esfuerzo; infundiendo miedo, aislando a los individuos y con corrupción política e institucional. Posiciones autoritarias, en detrimento de las instituciones democráticas, secuestradas por las élites. 

Han conseguido todo el poder sin oposición visible, porque quienes tenían que haberse opuesto a ese modelo, han estado desaparecidos de la escena y sin combate. Algunos han confundido, ser alternativa a las políticas de la derecha, con participar en la alternancia en el poder, sin cambiar el modelo, o practicando seguidismo político.

Cuatro son las preocupaciones de la gente según el último Barómetro del CIS: el paro, la corrupción y el fraude, los partidos y la política en general. Nada nuevo; son exactamente las mismas preocupaciones que el CIS detectó al menos hace dos años.

 El 50,7% considera que la situación económica es «mala o muy mala», el 41,8% que «regular»; sólo el 7% la considera como «buena o muy buena» y sin esperanza: el 61,3% considera que dentro de un año estará «igual o peor».

Cuando la Política, con mayúscula, se hace más necesaria que nunca, para abordar los graves problemas que nos llevan a la miseria y a la pobreza, los políticos aparecen como una de los cuatro plagas. En lugar de verse como solución, se percibe como problema. Un 73,4% de la población cree que la situación política es «mala o muy mala» y sólo un 3,1% la ve como «buena o muy buena». 

De hecho, el 41,4% de la ciudadanía consideran que la situación política está peor que hace un año y que dentro de un año seguirá igual o aún peor lo dice el 71,1%. Poco optimismo y ninguna confianza en la política, los partidos y sus líderes, que siguen sin dar una respuesta efectiva a los problemas reales, mientras la pobreza se extiende como la mala hierba.

La crisis ha sido un golpe de Estado para «distribuir la riqueza hacia arriba», según David Harvey. Ha provocado lo que pretendían: una fractura social; aumentando las desigualdades entre integrados y marginados, entre quienes lo tienen todo y los que no tienen nada, entre ellos y los demás. 

Un modelo que favorece el individualismo insolidario, frente al colectivo defensor de derechos. De esta forma, el individuo, aislado del colectivo, tiene más dificultades para defender sus propios intereses.

Ahora los pensionistas se han despertado y marcan la tensión y la lucha social. Las convocatorias de la clase trabajadora pensionista son una invitación a la movilización general y una lección de cómo se hacen las cosas. (...)

Se percibe que estamos peor que nunca hemos estado, Para la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitaries, Aquas, el 29% de los niños y adolescentes en situación de pobreza pueden acabar con una enfermedad mental. Muchos españoles se están viendo inmersos en la pobreza y muchos son los que están en riesgo o en situación de exclusión social. 

Más allá de los datos escalofriantes del paro, el empleo precario está provocando una situación nunca antes conocida. 4 de cada 10 personas desempleadas no recibe ninguna prestación (la cobertura es del 59,2%) y la cuantía media es de 827,2 euros. La desigualdad social en España es una tenencia indecente en alza. (...)

Según la Fundación Adecco en su informe Empleo para todas, más de un 30% de las mujeres en edad laboral están en riesgo de pobreza o de exclusión, por encontrarse sin empleo, inactivas, con trabajo en situación irregular o con responsabilidades familiares, agravándose la situación entre las mujeres mayores de 55 año; de hecho la tasa de paro aumentó en diez años casi un 290%. El informe revela que el 64% de las mujeres con discapacidad son inactivas laboralmente y la tasa de desempleo se sitúa en el 33%.  (...)

El neoliberalismo ha llegado con la pretensión de quedarse, con estilo autoritario, desactivando a las instituciones democráticas. Con este modelo, no es que hayamos perdido derechos, es que estamos perdiendo libertades y cuando eso ocurre, se tarda tiempo en recuperarlas. El neoliberalismo está crecido, con la idea de que su pensamiento es único y no lo es. Hay que modificar la distribución del poder y la riqueza. Hay alternativas y son posibles. 

El economicismo se ha convertido en la ideología de nuestro tiempo (dice Josep Ramoneda, en La izquierda necesaria). Todo es economía y gestión; y la austeridad diosa de ese despotismo.
Los partidos de izquierdas, deben liderar la marcha hacia el bienestar. 

Es preciso establecer una fiscalidad justa y equitativa, con un sistema tributario y un gasto público que redistribuyan la riqueza y combatan las desigualdades, invirtiendo en los servicios públicos, la protección social y la promoción del empleo decente, con el fin último de luchar contra la pobreza y la exclusión, y garantizar la justicia y la cohesión social.  (...)"         (Víctor Arrogante , Rebelión, 05/03/18)

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