"El Partido Democrático (PD) surgió en 2007 tras años de divisiones,
guerras y una treintena de nuevas fundaciones provocadas tras la
desaparición en 1991 del Partido Comunista. Fue el primer partido de
izquierdas en Italia que se creaba por fusión y no por escisión.
Walter Veltroni, exalcalde de Roma, vicepresidente del Gobierno y secretario general del PD,
se puso al frente de aquel artefacto con una vocación mayoritaria y de
encrucijada entre la cultura católica democrática y la izquierda laica
que tenía como referente a los demócratas estadounidenses.
Funcionó un
tiempo. Pero solo 10 años después, ha perdido a la mitad de sus votantes
y camina completamente grogui sobre el filo de la irrelevancia
política. (...)
Pregunta (P).
Berlusconi cae definitivamente, arrasa el Movimiento 5 Estrellas (M5S),
la izquierda se descompone… Esto suena a cambio de era en Italia.
Respuesta (R).
Estamos en una fase histórica completamente nueva. Pero como a todos los
contemporáneos de los grandes cambios, nos cuesta percibirla. Es un
momento parecido a los años 30. Un movimiento estructural gigante de la
sociedad que genera novedades en todos los planes. Pero es como si la
política estuviera ciega, confusa, desaparecida… y no consiguiese
percibir la dimensión de esta mutación. (...)
P. ¿Es el populismo?
R. Sí, pero también
algo que está entre eso y la simplificación de los procesos de decisión.
La sociedad moderna es muy veloz. Consume el trabajo, las relaciones
humanas, el éxito. Frente a esa velocidad, la democracia aparece como
una máquina pesada y compleja que se mueve lentamente.
El éxito de
Putin, el modelo Erdogan o la longevidad del mandato del presidente
chino nos cuentan que, al final, se puede abaratar la libertad y la
democracia con las decisiones. Hoy las soluciones simplificadas se
muestran más fuertes y más creíbles. Pero para aparecer así, deben ser
populistas, llamar a los sentimientos más inmediatos.
P. ¿Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (La Liga) son el rostro de este fenómeno en Italia?
R. Sí, seguramente. Pero antes lo fue Berlusconi. En Italia el populismo es un viejo compañero de viaje. (...)
R. Estamos todos presos de este
presentismo en el que no existe ni pasado ni futuro. Estamos en un
tiempo en que todo puede pasar. Y desde EE UU se marca el tempo de la historia: un cruce de populismo y simplificación de la política de la que Trump es el máximo exponente. (...)
La izquierda debe encontrar su relación con el
pueblo y hoy está lejos de la vida real de las personas. Parece que
habla más de sí misma que del dolor, el ansia, o el miedo que hay en los
estratos más débiles de la población. Ha perdido la belleza de las
emociones, y todo nace de ahí. Hoy aparece distante y fría.
P. Da la sensación
que el Movimiento 5 Estrellas sí ha sabido mantener esa emoción. Y
además se ha llevado a parte de los votantes del PD.
R. Ha cogido parte
de esos votos. Si la izquierda deja un vacío, alguien lo ocupará. Pero
es difícil pensar en el M5S como una fuerza de izquierdas. Se han
opuesto al Ius Soli [La ley por la cual se
obtiene la nacionalidad por haber nacido en suelo italiano, y no por
sanguinidad], por ejemplo. La gran parte de los votantes perdidos ha
optado por la abstención. Por eso hay que recuperar las raíces. (...)
P. ¿Se está haciendo la reflexión oportuna?
R. En absoluto. Lo
que me impacta más es no haber oído ni una palabra de autocrítica
después de haber reducido a la mitad los votos que el PD cogió en 2008.
Se ha pasado sobre la derrota más grande de la historia de la izquierda
en Italia como si no fuera nada. Como es difícil analizar, es más fácil
pensar en qué pasará mañana.
P. ¿El PD puede terminar como el Pasok de Grecia?
R. Espero que no.
Pero ha pensado que podía ser la expresión del líder de turno y, en
cambio, ha perdido su humildad y apertura. Los grandes temas están fuera
de la órbita: la precariedad, el medioambiente o la moralidad de la
vida pública. Si el PD asumiese eso como elementos de la identidad,
tendría un gran espacio. (...)
P. El resultado electoral también ha provocado una fractura insólita entre norte y sur.
R. Siempre ha habido
algo así, pero ahora hay una línea bipolar distinta: entre Liga y M5S. Y
esa es la anomalía italiana: salimos de un bipolarismo
izquierda-derecha, para llegar a un bipolarismo entre populismos.
Y eso
merece una reflexión alarmada, angustiada y profunda de parte de la
izquierda italiana. Y sobre todo porque unas elecciones anticipadas
podrían acelerarlo. El país corre el riesgo de separarse. Esa falla
entre norte y sur podría ser todavía más profunda.
P. Suele decirse que Italia siempre se encuentra una salida a los rompecabezas políticos.
R. Ya no estoy
seguro de eso. En cualquier caso, son fugas. Estos días se cumplen 40
años del secuestro de Aldo Moro. En estas cuatro décadas han pasado
cosas enormes, pero no se ha encontrado la estabilidad.
P. ¿Qué se puede aprender del auge del M5S?
R. Más bien ellos
han aprendido de nosotros: una idea de la política que nazca de abajo.
Para ellos es desde la Red, para mi es desde la cercanía física a los
problemas de la gente. Tenemos que aprender de nosotros, no de ellos. (...)
P. ¿Italia es hoy un país más antieuropeo?
R. Eso es lo que más
me preocupa. Europa está en un momento delicadísimo. Después de
comenzar su viaje, en pocos años hicimos Schengen, abolición de
pasaportes, moneda única, normas de integración política… y todo eso se
ha parado. Y para volver a ponerse en marcha, la UE también necesita una
Italia europeísta, sino no recuperará la marcha.
Walter
Veltroni fue uno de los alcaldes más respetados en el tiovivo municipal
de la ciudad de Roma. Su mandato duró de 2001 a 2008, una eternidad
para una ciudad acostumbrada a electrocutar a sus gobernantes. (...)" (Entrevista a Walter Veltroni, secretario general del PD, Daniel Verdú, El País, 24/03/18)
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