"Comprobamos nuestros turnos en las distintas pizarras para saber la
tarea que nos toca hoy, aunque lo más probable es que sea que se acerca
la hora de “fichar”, sean las 7 de la mañana o las 3 y media de la
tarde, siempre con varios minutos de antelación para estar a “en punto”
en nuestro lugar de trabajo ya esté a 5 o a 400 metros de la máquina de
fichajes.
Hablamos de una nave de más de 75.000 metros cuadrados en la
que la mitad de la superficie la ocupan las “pick towers”, torres de 4
plantas con infinitas estanterías, escaleras y pasillos. Con suerte, hoy
nos ponen de “runner” o “water”, con una carga física mayor, pero
muchas veces preferible a la eterna monotonía de la mayoría de procesos
de Amazon.
Así empieza un día cualquiera en un almacén como MAD4, en San Fernando de Henares.
Unas experiencias que son plenamente exportables a los centros del
resto del mundo de Amazon y también de otros gigantes logísticos.
Todos
los procesos en Amazon están sometidos a una continua evaluación,
medición y optimización para lograr la mayor productividad posible,
ahorrando movimientos innecesarios que afecten a la “producción”
individual y total.
Así, se organiza todo el espacio de trabajo para que
no tengas que mover apenas los pies en casi 8 horas al día mientras te
dediques a tareas de empaquetado (“pack”, con una producción de hasta
3-4 artículos por minuto dependiendo del tamaño) o recepción de
mercancía (“receive”, esperando la llegada de alguna caja con artículos
pequeños que pueda levantar tu producción individual diaria).
Un
“stower” se dedica a ubicar la mercancía en las kilométricas
estanterías de la nave, muchas veces en plantas sin apenas espacio para
objetos grandes, lo cual es una complicación para tu métrica individual.
Si coincides con un compañero en cualquiera de los pasillos y piensas
aprovechar para hablar mientras trabajas, lo más probable es que un
superior se acerque a indicarte que no está permitido ubicar en el mismo
pasillo por este carcelario motivo.
El “picker” se dedica a recorrer el
gran almacén recogiendo los artículos encargados por los clientes,
calcula una media de unos 20-25 kilómetros andados en cada jornada
laboral con tan solo un descanso, lo que son entre 2 y 3 maratones por
semana.
A mitad del turno, el único descanso durante la jornada:
unos 30 minutos, de los cuales casi un tercio se invierten en pasar los
arcos de seguridad antirrobo, ir a las taquillas y esperar las colas
para coger café o comida de las máquinas expendedoras. Finalmente,
apenas 20 minutos sentados en mitad de una frenética jornada de trabajo.
Ya
de vuelta en nuestro puesto de trabajo, comenzamos a mirar
repetidamente la hora que parece ni moverse debido a la excesiva
monotonía. Una vez los volúmenes del centro empezaron a estabilizarse,
debido a la apertura de otros por toda España, la necesidad de
trabajadores en categorías superiores fue disminuyendo.
La promoción
profesional quedó así como una posibilidad remota, empeorada aún más con
el cambio de condiciones que la Empresa pretende y que explicaremos más
adelante.
Muchas de las tareas exigen un sobreesfuerzo físico que
no es posible obviar. Por eso, llama la atención el celo que se pone
como algunas normas de “safety” (seguridad laboral), como un máximo para
el peso que una persona sola puede levantar, mientras pueden dejarte
sólo con tareas que implican tener que coger dicho peso repetidamente
durante toda la jornada.
Cuando se acerca la hora de fichar las
caras comienzan a dar signos de alegría al fin, a no ser que te hayan
comunicado una hora de “flexibilidad positiva” con antelación para ese
día. Alargando, por tanto, una hora más tu jornada laboral ese día sin
que te sea retribuida, en principio, como hora extra (una gran cesión a
los empresarios con la reforma laboral del PP de 2012).
En los
últimos días del mes llega la tan ansiada nómina. Amazon presume de
“salarios competitivos” cuando la realidad es que el entorno de los
1250€ netos mensuales se cobra en 12 pagas más 2 pequeños bonus de 400€,
hablando de las categorías más bajas pero mayoritarias en Amazon.
Una
retribución que, por un lado queda por debajo de los 23.000€ brutos del
salario medio en España, y por otro está alineado en sus categorías
inferiores con los salarios del sector logístico en Madrid.
De tal modo
que trabajar en una de las primeras empresas del mundo por
capitalización no tiene, a priori, ninguna diferenciación a nivel
salarial con su entorno a pesar de los altos ritmos de trabajo y los
enormes beneficios obtenidos.
tu tiempo a disposición del “mercado”
La
reforma laboral de 2012 duplicó la capacidad de las empresas para la
“distribución irregular de la jornada” de sus trabajadores. Lo que en
empresas como Amazon ha dado lugar a una bolsa de temidas “horas
flexibles”.
¿En qué consisten? Básicamente en que hay 150 horas al año
que se pueden redistribuir por parte de la empresa, siempre preavisando
con 5 días de antelación. ¿Esto qué implica? Que durante ciertas semanas
con picos de demanda se trabajen 9 horas la mayoría de días. Todo ello a
coste 0 para la empresa, simplemente tiene que compensar esas horas
acumuladas “mandándote a casa” en las temporadas de menos trabajo.
Una nueva modalidad de esta flexibilidad se empieza a abrir paso,
especialmente en otros centros, esta vez teniendo como víctimas a los
contratados a tiempo parcial. Por un lado, se firma con la empresa un
contrato parcial a 27,5 horas semanales. Por otro, la “demanda del
mercado” en ciertos periodos lleva a que la empresa exija “horas
complementarias” con hasta tan solo 24 horas de antelación.
Esto puede
significar que puedas venir a trabajar bajo esta modalidad de horas con
un límite del 50% de las horas contratadas a la semana. Una fórmula aún
minoritaria pero que amenaza con convertirse en una relación precaria
habitual: la empresa sólo se compromete a un número reducido de horas
que puede ampliar en casos de necesidad pero sin asumir los “costes” de
un trabajador a tiempo completo el resto del tiempo.
Amazon
tampoco es excepción entre las empresas españolas a la hora de desplegar
una auténtica política del miedo para controlar y exprimir a sus
trabajadores. Con más de un 15% de desempleo en el país, el recambio de
cualquier empleado es algo fácil y sencillo. Seas nuevo o antiguo, por
ETT o fijo, el monitoreo de tu actividad es constante. Mes a mes, corren
bulos sobre despidos masivos que a pesar de ser infundados, denotan lo
que es una auténtica amenaza cotidiana en nuestro centro de trabajo.
El temido “feedback” o reporte, habitualmente negativo, es el “toque
de atención” estandarizado que se da en Amazon. Puede ser por no cumplir
con los ratios de productividad, por falta de actitud o hasta por
incumplimiento de normas de “safety”. Lo habitual es que periódicamente
los mánager –supervisores- se paseen por toda la nave informando al
trabajador de su desempeño. Pero, claro, ¿cómo pueden medir cada una de
las operaciones que realizamos en el día a día?
Existe un sistema
de medición del desempeño que intentan extender progresivamente a todas
las tareas posibles con la intención, no de encontrar los errores y los
problemas organizativos que nos puedan hacer improductivos, sino de
presionar constantemente al trabajador para que rinda más y más. Un
sistema que siempre ha sido criticado y polémico, principalmente porque
apenas es capaz de distinguir los artículos por su dimensión.
Teniendo
en cuenta que un artículo, para cualquiera que sea el proceso, tarda más
en procesarse cuanto más grande sea, no tiene sentido hacer una media
general de operaciones cuando, por ejemplo, el mismo tiempo que se ocupa
en procesar una cafetera se utiliza en hacer lo mismo con 5 o 6 libros.
En
el fondo, un análisis riguroso revelaría que la ristra de porcentajes
que nos asignan (por ejemplo: “vas flojo, sólo al 80%”, “enhorabuena,
estas dos semanas vas al 110%”, “ibas bien pero cada mes cae más tu
“rate”, tienes que apretar más”) no miden realmente el desempeño
individual del trabajo. No tiene en cuenta las diferencias entre plantas
de las distintas “pick towers”, no entiende de diferencias entre muchos
subprocesos, no computa adecuadamente los tiempos de ir al servicio,
movimiento de palets, solución de problemas…
Al final, todo queda en una
carcasa en lo que realmente importa es la presión psicológica que tiene
el trabajador para llegar a unos índices que raramente tienen que ver
con la tarea concreta que estás realizando. Y esta práctica tiene
también sus consecuencias psicológicas: no han sido pocos los casos de
personas a quienes semana a semana, especialmente siendo de ETT, la
comunicación de que no llega a la media da lugar a que la persona quede
hundida incluso llegando a las lágrimas.
Lo racional sería utilizar estos mecanismos, no para tratar de
exprimir, si no para localizar los factores que puedan hacer
improductivos los procesos. Pero eso no va con la ideología empresarial
americana en la que lo importante es como desempeñas individualmente sin
hacer preguntas.
En vez de optar por un clima laboral de compañerismo y
diagnóstico colectivo de los problemas, se fomenta una jungla de
competencia de unos con otros por elevar más y más los índices. Y
quienes no estén dispuestos a correr más y más rápido como ratones de
laboratorio podrían engrosar la próxima lista de no renovaciones o
“finalizaciones” de contrato.
La temporalidad es otro de los
cánceres que invade Amazon.
Entre el 30 y el 40 por ciento del personal
de MAD4 lo es a través de ETT, bien Adecco, bien Manpower. Los
contratos habitualmente duran una semana, dos… con mucha suerte un mes o
más. Es el personal sobre el que recae más presión, al fin y al cabo
ese supuesto rendimiento es el que permitirá o no que sigas contratado
más allá del próximo domingo.
Además cabe añadir la ausencia de derechos sindicales:
no existe representación de trabajadores, no hay un interlocutor ante
las ETT… y su “derecho a huelga” es papel mojado como se verá más
adelante.
Las nuevas técnicas de gestión de los recursos humanos tratan de
desdibujar constantemente la relación trabajador-empresario con una
amplia variedad de prácticas. Es por eso que se esfuerza en crear una
especie de relato propio en el que los trabajadores puedan ver
enmascarados sus intereses. Pareciera que ya no fuéramos trabajadores
que acudimos al mercado laboral a ofrecer nuestro trabajo recibiendo un
salario en contraprestación.
Hoy día, en esta época de posmoderna
relatividad, las grandes empresas nos tratan como asociados o
“coworkers”. Encubren como libre, voluntaria y provechosa una relación
laboral cuya duración muchas veces depende de la posibilidad de lograr
un empleo más agradable aunque fuera por un salario menor.
Se
sigue una lógica muy similar a la que acompaña a becarios y personas con
contrato de prácticas: tu retribución no es sólo el salario que
acompaña al servicio que prestas, sino la “formación” y el “valor
añadido” de la experiencia de haber pasado por una gran corporación como
Amazon.
Se intenta concebir el paso por el trabajo como una experiencia
positiva (el lema que preside las entradas de Amazon es “work hard,
have fun, make history”: trabaja duro, diviértete, haz historia). Son
encomiables las intenciones de compañeros de Recursos Humanos en hacer
menos dura la “experiencia Amazon” con algunas “fun activities” pero
estas tácticas finalmente tratan de invisibilizar unas muy mejorables
condiciones de trabajo.
Aún a riesgo de vernos congelados profesionalmente, de hacer más
cotidianas aún las tareas monótonas, algunos trabajadores y trabajadoras
dimos el paso hacia adelante para intentar defender los derechos
comunes.
Muy a pesar de la cultura empresarial americana, que en sus
orígenes trató de convencer a los trabajadores de hacer “encuentros de
asociados” (en vez de un Comité de Empresa) para un trato directo entre
dirección y trabajadores, el sindicalismo sigue siendo la principal
herramienta de los trabajadores para luchar por el bienestar en el
empleo y por retribuciones dignas para nuestra fuerza de trabajo. (...)
Otro trabajo es posible en el que las condiciones permitan una vida
digna, y en los que cada jornada no sea un calco exacto de la anterior.
Un trabajo en el que nuestra salud física y psicológica sea lo primero,
en el que seamos más compañeros y nunca competidores.
Pero para
ese objetivo partimos de una derrota que la clase trabajadora lleva ya
décadas sufriendo. Los valores empresariales, los del individuo, el
sálvese quien pueda, el amiguismo hacia la Empresa… han minado la
identidad y por tanto las luchas laborales de los tiempos recientes.
Los
años de bonanza económica en los que caló la idea de un capitalismo con
bienestar social en España ya pasaron. Eso quedó como un mito en el que
se diluyeron muchas iniciativas solidarias y de organización de los y
las trabajadoras. (...)
Otro trabajo es posible, pero sólo si recuperamos parte de la tradición
sindical que tanto bienestar conquistó el siglo pasado. La huelga del 21
y 22 de marzo fue una importante batalla más en la lucha contra la
regresión en derechos laborales. (...)
El 21 y 22 de marzo más del 95% de los trabajadores del almacén
estuvimos en huelga frente al almacén, mostrando que el “milagro” de
Amazon solo es posible a través de nuestro trabajo. La Empresa tomó
represalias haciendo obligatorios los días posteriores que eran de
descanso a través del recurso a la flexibilidad de la que hablábamos
antes.
Fueron 48 horas de paralización absoluta del almacén, ni un solo
paquete fue enviado desde MAD4. Cabe destacar las amenazas y coacciones
que sufrió el personal de ETT, cuyos contratos cumplían en su mayoría el
1 de abril y ya ha habido varios casos de huelguistas que han acabado
sin renovar el contrato.
La avaricia de los gigantes económicos no
tiene límite si no les frenamos. Y es por ello que en los próximos días
convocaremos nuevas movilizaciones en caso de que no cambie la actitud
empresarial. (...)" (Marc Blanes, delegado de CGT, El Salto, 29/03/18)
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