"Si la ex Lega Norte (hoy sólo Lega) ha alcanzado una posición tan
ventajosa se debe en buena medida a sus aciertos políticos y a una
coyuntura favorable. Para entender las reivindicaciones de justicia,
democracia y patria (en un sentido restrictivo próximo al
etnonacionalismo) necesitamos retrotraernos a noviembre de 2011, cuando
en Italia se instala un gobierno técnico guiado por el ex comisario
europeo Mario Monti.
En un momento de fuerte crisis económica se
aprueba, en el ámbito de lo que fue llamado Decreto Salva Italia, la
reforma del sistema de pensiones Fornero, por el nombre de la ministra
de Trabajo y Políticas Sociales. La reforma fue votada por todas las
fuerzas políticas, excepto dos partidos: Italia dei valori, cuyo
presidente era el magistrado Antonio Di Pietro, y la Lega Nord.
A partir
de ese momento, la Liga hace una campaña muy contundente y sostenida en
el tiempo contra la ley Fornero y, en general, contra los recortes
sociales. De hecho, en el año 2013, en el tradicional mitin de la Liga
Norte en Pontida, Matteo Salvini llega a pronunciar las siguientes
palabras contra la ministra: “Si por casualidad pasara por Pontida la
ministra Fornero, espero que la pateéis durante 10 kilómetros. (…) En
una noche decidió que millones de personas tenían que morir de hambre.
Porque si pierdes el trabajo a los 50 años por culpa de una pordiosera
como Formero, es muy difícil empezar otra vez”.
Y pocos días antes de
las recientes elecciones del 4 de marzo, Salvini, en una manifestación
en Roma, prometió que “el primer acto de un gobierno con la Liga será la
abolición de la ley Fornero”.
Otro de los filones que ha aprovechado la Liga para resucitar tras la
llegada de Matteo Salvini es la vinculación entre inmigración e
inseguridad en un país donde la temática migratoria es omnipresente.
Y
es especialmente relevante que la conquista de la mitad norte del país
(incluso zonas tradicionalmente de izquierdas) se haya hecho hablándole a
las clases populares de seguridad (contra los inmigrantes), justicia
social (contra los recortes) y patria (recuperando un cierto mito de la
Italia renaciente). (...)
Al mismo tiempo, en las regiones más adineradas de la Lombardía, la Liga
conjuga la temática de la seguridad con la legítima defensa: “La
propuesta de la Lega es muy simple, reconoce que la legítima defensa es
siempre defensa legítima (…) Quien viola la propiedad privada y pone en
peligro la vida de otra persona tiene que considerar la eventualidad de
salir ‘noqueado’”. (...)
Cabe destacar, además, la importancia del éxito del gobernador leghista
Roberto Maroni, máxime cuando uno de sus compañeros de partido en la
región, Attilio Fontana, llegó a afirmar en plena campaña: “No podemos
acoger a todo el mundo porque no cabemos, así que tenemos que elegir.
Hay que decidir si nuestra raza blanca tiene que seguir existiendo o si
tiene que ser borrada”. Después se disculpó arguyendo que fue un lapsus.
Estamos hablando de alguien que fue alcalde del ayuntamiento de Varese
desde 2006 a 2016 y que ha sido nuevamente elegido con un apoyo del
49,74%. (...)
El proyecto salviniano es una misión heroica de reconstrucción del país;
es, como decía su eslogan de campaña, una “revolución del sentido
común”, una tarea de rehabilitación sobre la base del descontento y los
valores tradicionales. Matteo Salvini se esfuerza por encarnar la figura
del líder-padre que reconstruye un país colapsado por el descrédito del
trabajo y la burocracia. (...)
Cuando Salvini se dirige a su electorado emplea un lenguaje de tintes
caballerescos en el que se mezcla el amor hacia la patria con el gusto
por la prueba, el desafío y las empresas heroicas y complicadas.
Como si
se tratara de un torneo medieval, Matteo acepta tomar partido por los
ciudadanos que sufren el descontrol de una política egoísta y
autorreferencial. “Tenemos que llegar al corazón y a la cabeza de los
italianos, especialmente de aquellos que siempre se han quedado en
casa”.
De esa misma apatía sufrida por el pueblo italiano se hace cargo
el programa de gobierno de la Lega con un lenguaje simple, directo,
accesible, versátil y universalmente inteligible. La fuerza de su
discurso se basa en la concisión de sus fórmulas, en el uso de pocas
palabras y en el empleo de expresiones que representan esquemáticamente
un cierto mal humor tan vago como extendido, y también una sensación de
urgencia. (...)
El suyo es un populismo de revuelta contra el sistema, contra el actual
gobierno y los precedentes, contra la ministra Fornero, contra Europa,
contra quienes no dan prioridad a los italianos y a sus derechos y
contra quienes se oponen a esta lucha justa por un nuevo pensamiento
crítico.
Hay más de un enemigo declarado, repetitivamente acusado y
claramente definido. El día 6 de Marzo, dos días después de las
elecciones, Salvini publicó un sarcástico tuit con una foto que lo
muestra sonriente, con una copa de vino en la mano y la leyenda: “Un
brindis de mi parte y de la vuestra por Roberto Saviano, Fabio Fazio,
Oliviero Toscani, Vauro, 99 Posse, Gad Lerner y Saverio Tommasi. Abrazos
y besos”.
O sea, un escritor, un presentador televisivo, un fotógrafo y
publicitario, un caricaturista, una banda musical militante de extrema
izquierda y dos periodistas. En el nombre de la transparencia, de la
coherencia, de la cercanía entre política y pueblo, de una cierta
simpatía por la veracidad y espontaneidad de un líder que salta por
encima del formalismo que se presupone en los políticos, Salvini trata
de forjarse una imagen campechana entre los italianos. (...)
El peligro de tanta ‘claridad’ es desencadenar una guerra no sólo
entre posiciones políticas, sino incluso entre personas. El problema
fundamental de Italia es que la Liga opera en un terreno explosivo.
Bien
es cierto que esta situación no es exclusiva de Italia, sino que forma
parte de un escenario global en el que las sociedades están altamente
tensionadas por la incertidumbre laboral, la infoxicación mediática, la
brecha cada vez mayor entre mundo de la política y mundo de la
ciudadanía, y la sensación de estar viviendo un cambio de época.
Sobre estas bases, compartidas extraterritorialmente, se arman el
discurso y los objetivos de la nueva Liga: restablecer el rigor, la
disciplina, la regularidad y los derechos de los ciudadanos;
restablecer, en suma, la fuerza de un mundo que sentimos precioso y se
nos escapa por el sumidero de la Historia.
El verbo que mejor
caracteriza el lenguaje de la Liga es “recuperar”. Se trata de
restablecer la valía de aquello que se desvaloriza y corre el riesgo de
desaparecer. Por eso Matteo Salvini se presenta como ese líder político
que comprende a los ciudadanos en su valoración positiva del pasado y
que además les reconoce en su debilidad y olvido actuales. La Liga sabe
que Italia tiene raíces estables, tradiciones y valores que no han sido
dignamente escuchadas.
Uno de los éxitos comunicativos de Matteo Salvini fue la campaña
iniciada en 2014 con el nombre “Basta Euro! Tour” en el que se recorrió
Italia en una humilde furgoneta parando en múltiples ciudades y
escuchando a los ciudadanos, sur incluso. Es ahí cuando empieza la
aventura política “nacional” de la antigua Liga Norte.
Lo verdaderamente
llamativo es que en ese tour por Italia, Salvini construye su imagen de
hombre trabajador, que escucha al ciudadano, que recorre kilómetro a
kilómetro el país con medios humildes y que les habla a los italianos de
sus problemas cotidianos.
Matteo Salvini es un político contradictorio
(¿y cuál no?) que, sin embargo, echa de menos y ensalza los valores del
orgullo, la responsabilidad y la coherencia. Y pertrechado de esos
valores, encarnándolos, Salvini se lanza al duelo contra el
establishment por haber ofendido a la ciudadanía italiana. (...)
Más allá de las fronteras italianas, el resultado electoral de la Liga
está siendo muy celebrado por las fuerzas de la derecha radical europea:
de Nigel Farage a Marine Le Pen pasando por FPO, Geert Wilders o AfD.
Para estas fuerzas políticas, el resultado de la Liga demostraría que el
futuro de la política europea se juega en la oposición entre
nacionalistas-identitarios y globalizadores y que el espacio entre
medias se reduciría casi a cero. Es decir, que en la política del futuro
ellos son un actor fundamental. (...)" (Francesca Romana Santoro / Federico Giustini, CTXT, 31/03/18)
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