"(...) la pillada de Cifuentes es el modo último que ha empleado el capital
para asestar otro gran golpe al crédito de la enseñanza pública y a ello
han jugado tanto los poderes económicos y los sectores de la derecha
(Ciudadanos) interesados en el desplazamiento de lo público hacia lo
privado como los de izquierda (los progres), ávidamente interesados en
sustituir a las élites políticas del momento. (...)
Hoy el capitalismo tiene serios problemas para encontrar en la
producción industrial la acumulación de capital que necesita para
reproducirse. El proceso de desmonte del Estado del Bienestar le brinda
la ocasión de convertir su crisis en oportunidad. (...)
La URJC (Universidad Rey Juan Carlos) es una de las avanzadillas de
ese modelo educativo. Los convenios de colaboración en la formación de
cuadros dirigentes, en la política, las administraciones públicas y en
las empresas han sido la tónica habitual en la concesión de estos
estudios postgrado. Los medios del capital han preferido no hablar
apenas de las connivencias público-privadas.
Lo que la URJC representa como ejemplo concreto de
penetración de la “iniciativa privada” (capital privado, para
entendernos) en la educación pública, lo encarna la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), compuesta por 50 universidades públicas y 26 privadas.
Ni la URJC (ligada al PP), ni la CRUE (creada en el último período
PSOE de Felipe González) pueden hacerse el harakiri de una autocrítica
sobre sus procedimientos, más que dudosos, respecto a la manera en la
que han corrompido la valoración de sus estudiantes a partir de la
fabricación masiva de títulos. La transición desde el prestigio de la
universidad pública hacia su descrédito requiere de cierta cautela y “savoir faire”.
No se puede ir demasiado a lo loco y poner en evidencia la manera en la
que se intentan cargar la enseñanza pública superior. Todavía queda
cierta masa crítica, cierto que incapaz de denunciar este proceso dentro
del ruido mediático iniciado por un medio progre (El Diario), que no
habla de estas cosas, y seguido por todos los demás interesados en el
mismo objetivo.
Mientras tanto les sugiero que se interesen por cómo en determinados
ámbitos privados, y les aseguro que proliferan, se están ofreciendo
titulaciones de máster, sobre todo en MBA, asunto tan buscado no solo
entre candidatos a nuevos tiburones económicos sino también por los
políticos al alza, con el fin de prestigiarse.
Se da el caso de que dichas titulaciones en universidades privadas se ofrecen incluso online, sin ir a la clase ¡Qué casualidad!, como en el caso de Cristina Cifuentes, que tampoco apareció por las aulas.
En un mundo dominado por el fetichismo de la mercancía del título
universitario, luego que la diferencia entre diplomado y licenciado se
borró con el invento del grado, tras la superinflación de titulaciones
superiores porque la Formación Profesional era para tontos, a pesar de
su alta cualificación y mejores salidas laborales, sólo el máster podía
ser el salto superior a la carrera universitaria. Y así andamos. No
aprendemos.
A los hijos de la clase trabajadora nos van poniendo nuevos escalones
que nos distancien en la pirámide social, sin que nos planteemos si el
objetivo de nuestras vidas debe pasar por desclasarnos y competir en un
mundo en el que el asalariado siempre irá a la baja, y más si viene de
la universidad pública, porque se trata de desprestigiarla.
Si nuestra
clase de origen no nos permite saltar los nuevos obstáculos que nos
crean las dominantes ante la inflación de títulos y el exceso de demanda
del candidato a un puesto de trabajo, tanto peor para nosotros. (...)" (Marat , Sociólogo, Crónica Popular, 26/04/18)
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