2.5.18

Del 'tamayazo' a Cifuentes, pasando por Esperanza Aguirre: Todo ha estado sometido a la larga mano del reducidísimo grupo que verdaderamente gobierna Madrid y al que el poder institucional debe servir por lo legal o por lo criminal. Un capitalismo de amiguetes, parásito y dependiente del Estado. Una suma de tramas corruptas que han ahogado a la democracia y provocado una crisis institucional sin precedentes

"(...) Hace 15 años, en 2003, Madrid vivió la legislatura más corta de su historia.  Bastaron 81 días y sus posteriores elecciones para hacer evidente el triunfo y dominio del poder del dinero por encima de la voluntad de la gente y su voto. 

En las elecciones autonómicas de aquel año, el PP, con 55 escaños, había sido el partido más votado, pero se hallaba a un escaño de la mayoría absoluta. Una mayoría que sí sumaba el pacto pos electoral de PSOE (47 escaños) junto a IU (9 escaños). A pesar de ello, el gobierno que se acariciaba con la punta de los dedos, tras el lapso de los primeros 4 años de gobierno del PP con Alberto Ruiz Gallardón, nunca llegó a ver la luz. 

Dos diputados, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se negaron a acatar la disciplina de su partido, el socialista, y con ello, la exigua mayoría de la izquierda se esfumó. Ante esta situación, Gallardón, que acababa de ser votado para ocupar la Alcaldía de Madrid, reunió en sí mismo ambos poderes. 

Su partido, el principal beneficiario político de los hechos, lograba así retener el control de un gobierno que acababa de perder en las urnas y preparar, en las mejores condiciones, una cita electoral que, celebrada dos meses y medio después, le otorgó la mayoría absoluta al PP. Así se abrió la etapa de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad.

En ese mismo tiempo se supo que constructores como Francisco Vázquez o Francisco Bravo que mantenían estrechas relaciones con el secretario de PP madrileño, Ricardo Romero de Tejada, se hallaban detrás de la operación. Tras los resultados de esas elecciones, millones de euros en proyectos del ladrillo estaban en el aire, evitar el gobierno de la izquierda representaba el medio fundamental para garantizar su concreción.

 El golpe de mano del conglomerado constructor y financiero tenía en ello su razón de ser. El Tamayazo ganó, consiguió doblegar el voto de la gente inaugurando una etapa que, en pocos años, ha levantado la región más desigual, en la que, a base de privatizaciones a espuertas y recortes en derechos se ha ido encogiendo la democracia y ayudando a que la misma se jibarizara en el resto del Reino. 

Madrid es una comunidad sin medios de control real del poder, incluida la propia Asamblea. Una Comunidad en la que se cerraron todos los espacios de participación social y en la que el dogal sobre la autonomía y capacidad municipal aparece de forma nítida. 

A partir del Tamayazo nada en Madrid ha frenado el poder del sector más rico de la sociedad. Su voluntad se ha impuesto inmisericordemente allí donde se lo ha propuesto. La representación política y sindical de los trabajadores y sectores populares no ha sido ajena a ello. Tras la compra de Tamayo y Saez (PSOE), llegarón las tarjetas Black de Moral Santín (IU) o de reconocidos líderes sindicales de CCOO y UGT en Caja Madrid.

 Imponer el triunfo del dinero exigió siempre de la compra de voluntades que engrasarán y justificarán la derrota de la izquierda.  Todo ha estado sometido a la larga mano del reducidísimo grupo que verdaderamente gobierna Madrid y al que el poder institucional debe servir por lo legal o por lo criminal.   

En ese marco no es de extrañar el saldo de corrupta ciénaga y maltrato social que ello ha traído consigo y que, a grandes pinceladas, podemos resumir en: vaciado de las arcas públicas, deuda de 30 mil millones, exenciones fiscales escandalosas a los más ricos, un millón trescientas mil personas se hallan en riesgo de pobreza (20,5% de la población), el 62% de los desempleados no perciben prestación alguna y el 40% de los jóvenes (hasta 25 años) que busca empleo no lo encuentran. Un Madrid en el que los desahucios no se reducen y en el que los desequilibrios territoriales entre el sur pobre y el norte y noroeste rico no paran de crecer.

A día de hoy, 72 políticos del PP madrileño, entre ellos los cuatro últimos presidentes de la Comunidad de Madrid (Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes) están implicados en tramas de corrupción. Ignacio González incluso ha pasado ya por la cárcel acusado de jefe de organización criminal por la trama Lezo; los otros tres, Cifuentes incluida, se encuentran ya procesados o muy cerca de estarlo al calor de las distintas redes de enriquecimiento privado y financiación ilegal del PP que, en paralelo,  cruzadas y a veces incluso enfrentadas, han funcionado en la Comunidad  de Madrid. 

Dichas redes (Gürtel, Lezo o Púnica) y las múltiples subtramas que han colgado de ellas,  han tenido en el presupuesto anual de más de 19 mil millones de la propia Comunidad, así como en el conjunto de empresas públicas que dependen de ella y en las sinergias construidas con la inmensa mayoría de los 179 municipios de la región,  el medio para el florecimiento de un capitalismo de amiguetes, parásito y dependiente del Estado. Una suma de tramas corruptas que han ahogado a la democracia y provocado una crisis institucional sin precedentes.  (...)"                  (Carlos Girbau  , Sin Permiso, 29/04/2018)

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