8.5.18

El proceso bolivariano venezolano ha sido una variante de las políticas económicas que derivan del llamado «rentismo petrolero»

"Para pocas personas es un secreto que Venezuela sufre la crisis más profunda de su historia. Por cuarto año consecutivo, el país presentará la inflación más alta del mundo (estimada en cerca de 2.616% para 20171).  (...)

Venezuela posee además un déficit fiscal de dos dígitos (al menos por sexto año consecutivo), el riesgo país más alto del mundo, las reservas internacionales más bajas de los últimos 20 años (menos de 9.300 millones de dólares) y una tremebunda escasez de bienes y servicios esenciales (alimentos y medicinas). 

El valor del dólar paralelo (que sirve para fijar casi todos los precios de la economía) se ha incrementado en más de 2.500% en 2017, lo cual ha desintegrado por completo el poder adquisitivo de la población3. En ese infausto panorama, Venezuela constituye el mejor «argumento» para las derechas más retrógradas.  (...)

Lo que a las claras se observa es un proceso de desindustrialización severo en favor de una casta importadora-financiera que, con un discurso enardecido y un clientelismo popular vigoroso, ha acelerado de manera drástica la fase depresiva del ciclo económico capitalista de un proceso nacional de acumulación de capital basado en la apropiación de la renta hidrocarburífera.   (...)

El «oro negro» constituye alrededor de 95% de las exportaciones en los años de auge de los precios (2012) y cerca de 65% en los años en que el precio del petróleo es «bajo» (1998)4, es decir, cuando la renta es exigua y los hidrocarburos ofrecen una ganancia similar a la de una producción industrial «normal».

En el gráfico 1 también puede verse que los ciclos recesivos en la economía empiezan a sucederse a partir de la década de 1980. Los primeros años de ese periodo mostraron la vigorosa influencia de la llamada «crisis de la deuda», que ahogó a muchos países y se manifestó con una intensa caída en los índices de precios de los commodities.

En el primer año del periodo bolivariano, el pib exhibió una fuerte caída atribuida al bajo precio del petróleo (alrededor de 9 dólares por barril) y, quizás, la incertidumbre explicada por el advenimiento de un gobierno nuevo que prometía grandes cambios. 

Posteriormente, los moderados precios del petróleo se entretejen con un golpe de Estado que derroca por casi dos días al entonces presidente Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. El coup d’État fue acompañado por un macizo paro patronal al que adhirió casi todo el empresariado local. 

Lo excepcionalmente bajo del pib del año 2003 obedece más a factores extraeconómicos (diríase políticos) que a razones de índole económica. Lo anterior condujo a un enorme salto en el crecimiento del año 2004 (18%), que pareció más bien un rebote de la economía.


 El gráfico 1 revela también que la economía en 2005-2008 creció a tasas elevadísimas (alrededor de 8% interanual), impulsada por un fabuloso auge de la renta petrolera que multiplicó el ingreso por exportaciones más de tres veces. 

La «edad de oro» económica coincide con los momentos en que el movimiento político bolivariano se muestra más agresivo, empieza a hablar del «socialismo del siglo xxi» (2005), lanza planes de integración comercial (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, alba) y emprende un proceso de estatizaciones de algunas grandes empresas industriales y de servicios, en rubros como cemento, acero, telecomunicaciones, banca y minería.

 Pero la abrupta caída de los precios del petróleo a finales de 2008 y a lo largo de 2009, que reflejó los embates de la crisis mundial de 2007-2008, frenó en seco ambiciones políticas más elevadas. En 2011 se observa una recuperación de la senda de crecimiento económico derivada de un nuevo incremento en los precios del petróleo, que pasan de 35 dólares por barril (2009) a 120 dólares entre 2011-2013. Pero en 2014-2015 el precio del petróleo empieza a caer.

Solo el ritmo anualmente incrementado de gastos del gobierno y la hipertrofia en las importaciones hace que precios del petróleo cinco o seis veces más altos que los observados a inicios de la década de 2000 luzcan ahora como «bajos».

 En esos últimos años empieza la contracción de las importaciones y la caída en la oferta de bienes y servicios, y se hacen visibles los resultados de un proceso de desindustrialización que, en favor de un fervor importador, llegó a subsidiar (con la sobrevaluación del tipo de cambio) 99,9% de las importaciones de productos como leche líquida, cemento o gasolina, además de obreros (chinos) para construir viviendas.

 La expansión rentística duró un tiempo excepcionalmente largo y en ella se profundizaron los males que traen aparejados los estallidos repentinos en el ingreso petrolero. La industria y el agro se redujeron con la hoz de un tipo de cambio groseramente sobrevaluado5. Lo importado resultó extremadamente barato y se desincentivó cualquier esfuerzo productivo industrial o agrícola. 

Esta política nada tiene que ver con el «socialismo real» ni tampoco con el desarrollo de fuerzas productivas pregonado por Karl Marx. Estado y empresarios se volcaron a la faena de exportar la renta petrolera sobre la base de importaciones recrecidas y fuertemente subsidiadas, la fuga de capitales se disparó y se expandió un endeudamiento externo a onerosas tasas de interés (para exportar la renta futura). 

 Cómo se licuó la renta petrolera en importaciones

La carestía de bienes básicos también fue consecuencia de una vigorosa exportación de capitales que restó capacidad de inversión productiva, gracias a una enorme sobrevaluación de la moneda. Esta política monetaria no es más que una inconcebible transferencia de renta petrolera desde el Estado «socialista» hacia los importadores, quienes reciben muchos más dólares de los que deberían absorber por los bolívares que desembolsan. 

Eso significa que cada vez que el gobierno vendía 10 dólares les estaba regalando (al menos) 9,5 dólares. Esta lucrativa transferencia de renta al sector privado es el negocio más oneroso y lesivo a la nación que se pueda imaginar. Pero peor aún ha sido que las supuestas mercancías compradas con ese dólar de «regalo» han sido en gran parte fraudes masivos, ya que la mayoría de ellas nunca entró en el país.


En el gráfico 2, se ve con más detalle que el enorme auge exportador de Venezuela, facilitado por la multiplicación del precio del petróleo por más de diez, se ha visto acompañado por un voraz auge importador.(...)

 Son famosas las denuncias de importaciones de «fabulosas» máquinas de cortar césped de 12.000 dólares y de armatostes para procesar pollos de 2 millones de dólares: cuando la gendarmería aduanal revisó el contenedor, solo encontró herramientas oxidadas12. La reconocida empresa de consultoría Ecoanalítica calculó que de 2003 a 2012 se robaron 69.500 millones de dólares mediante importaciones fraudulentas. 

Exportadores de la zona de libre comercio de Panamá «facturaron» 1.400 millones de dólares en envíos a Venezuela; sin embargo, funcionarios panameños aseguran que, de esa cantidad, 937 millones fueron fraudulentos: las compañías facturaban productos inexistentes. En otro de los casos documentados, una compañía que importaba equipos agrícolas declaró el costo de una máquina para desgranar mazorcas en 477.750 dólares, cuando su verdadero precio es 2.900 dólares13. (...)

El proceso bolivariano ha sido más bien una variante de las políticas económicas que derivan del llamado «rentismo petrolero», que ya se habían experimentado en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979). El componente ideológico y algunos discursos de talante antiimperialista y antiempresarial confunden a la mayoría de los analistas que estudian las alocuciones de los presidentes y no sus políticas concretas.

 Aunque el gobierno bolivariano expandió el gasto social, estatizó empresas, desarrolló políticas de transferencias directas a los más pobres y otorgó subsidios enormes en los servicios públicos, la centralidad de su política económica no fue más que la continuación de la apropiación radicícola de la renta petrolera y de su derroche, con el agravamiento de la consolidación de políticas de «control» que solo aceleraron los procesos de destrucción del agro, la industria y el comercio en favor del enriquecimiento del capital importador-financiero y el engorde de una casta militar-burocrática hipercorrupta que saquea a manos llenas a la nación, hasta empobrecerla a niveles nunca antes vistos en estas latitudes. (...)"          (Manuel Sutherland  , Sin Permiso, 27/04/2018)

No hay comentarios: