"La camanchaca es un término tomado del aymara que el gran
sociólogo boliviano Fernando Calderón, actualmente catedrático en
Cambridge, utiliza metafóricamente para conceptualizar la situación en
América Latina.
Lo creo relevante para el conjunto del mundo, incluyendo
nuestro país y nuestras vidas. La camanchaca, fenómeno natural de los
Andes, es una bruma oscura y espesa que todo lo invade, que impide ver,
que genera incertidumbre, angustia, ansiedad.
Algo así nos sucede en estos momentos. Lo que era ya no
es y lo que puede ser no se vislumbra. La confusión se extiende de lo
personal a lo global. Por ejemplo, aunque los gobiernos den por superada
la crisis en realidad el empleo que se crea no es el mismo, sobre todo
para los jóvenes.
Su futuro se oscurece. Hay poco empleo estable. El
salario medio en España es de 20.000 euros anuales, con mayoría de
mileuristas. El 54% entre 18 y 34 años conviven con sus padres por no
poder pagar un alquiler.
No es menos incierto para los viejos porque constantemente les recuerdan
que sus pensiones no son sostenibles. Queda la familia, pero está
malherida porque los hombres no se acostumbran a que las mujeres ya no
se dejan dominar. Un 40% de los matrimonios acaban en divorcio al
llegar a la cuarentena.
Y aunque la religión persiste en el mundo, en
nuestro entorno la Iglesia católica se tambalea, incapaz de adaptarse a
las nuevas generaciones. Como no hay infierno, según sugiere el Papa,
no nos queda ni el temor. (...)
Mientras que nosotros no nos fiamos de las instituciones que gobiernan nuestra vida. (...)
La desconfianza generalizada pone en cuestión no sólo los partidos, sino
las propias instituciones oscureciendo la identidad ciudadana. (...)
¿Qué somos entonces? ¿Apátridas en ciernes? Porque
millones de europeos tampoco se sienten representados por la Unión
Europea. Los británicos ya se fueron y en Polonia, Hungría, Chequia e
incluso en Italia, partidos electoralmente mayoritarios quieren
renegociar todo.
Si extendemos la visión más allá de nuestro horizonte
seguimos envueltos por la camanchaca.
Con América Latina dominada por la
corrupción que ha carcomido democracias conquistadas a duras penas
hasta destruirlas en las mentes de la gente, con un presidente tras
otro forzados a dimitir, con bandas criminales penetrando las
instituciones, disolviendo estudiantes en ácido o asesinando impunemente
a quienes denuncian su complicidad con el Estado, como a la concejala
de Río de Janeiro Mireille Franco.
Y entre la niebla se adivina la sombra de una Casa Blanca
habitada por un psicópata con un botón nuclear, que dice oponerse a la
globalización que él promovió, que arenga a tropas de fieles racistas y
xenófobos y que se afana en ocultar la colusión de su campaña con Rusia.
Aunque la abogada Veselnítskaya, que participó en la reunión de
junio del 2016 en la Trump Tower donde se intercambió información
sobre Hillary Clinton con promesas de favores, acaba de declarar que es
informante del Kremlin.
Sombras sobre sombras hasta generar una oscuridad global
en donde se mueven estrategias ocultas y poderes fácticos que operan en
las tinieblas.
Y en medio de esta confusión se acelera la revolución
tecnológica sin que sepamos cómo ni para que, movida por la dinámica de
nuevos mercados y pregonada por encantadores de serpientes. La
inteligencia artificial, ahora sí, está penetrando todas las dimensiones
de la vida, induciendo una transformación de la producción y el empleo
sin que sepamos cómo reemplazar lo que se destruye. El coche
autoconducido uberizará a los conductores de Uber como estos hacen con
los taxistas.
Nuestra sexualidad está siendo transformada por
innovaciones como la que reportó este diario hace poco tiempo de la
empresa Abyss de San Diego, que produce muñecas y muñecos dotados de
avanzadas capacidades sexuales y emocionales. La síntesis de ingeniería
genética y computación ha llegado ya a la frontera de clonar humanos y
espera sólo la oportunidad legal.
Busquen en internet el premiado
documental DNA Dreams, de la cineasta Bregtje van der Haak, sobre la
empresa china que ya ha almacenado genes de miles de niños seleccionados
por su inteligencia, para producir clones con estos genes en el futuro.
La penetración de las redes sociales, en las que estamos todos, por
multitudes de robots que amplifican y difunden por diseño, falsas
informaciones sobre cualquier cosa, está cuestionando la promesa de
transparencia y participación que representaba internet.
Y mientras la camanchaca oscurece todo el paisaje de lo
humano, hemos perdido cualquier brújula para guiarnos hacia la salida.
Nuestras categorías intelectuales están obsoletas. Mientras no
dispongamos de un paradigma cognitivo adecuado para el mundo que hemos
creado sin ser conscientes, no saldremos de los laberintos de la
camanchaca donde la angustia nos deriva hacia las drogas, legales o no,
opiáceas o sintéticas." (Manuel Castells, La Vanguardia, 05/05/18)
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