"Os jodéis”. Secretaria de Estado de Comunicación al colectivo de 
pensionistas (Alicante, 05/05/2018). ¡Y esto es el centro derecha!, ¿qué
 más tendrá que pasar para que definamos a la derecha gobernante 
española como lo que es: ultraderecha?
“Y santas pascuas” como toda disculpa frente a un delito de odio que a
 otros (de ideología distinta) les costaría un buen pleito y hasta la 
cárcel. La justicia divina y la impunidad terrenal para quienes profesan
 la ideología de la extrema derecha populista, y aquí no pasa nada y a 
esto se le llama patriotismo.
Ahora les ha tocado a los pensionistas, pero ayer les tocó a los 
parados: El mismo deseo recibieron desde las filas parlamentarias del 
mal llamado ‘centro-derecha’ (el 11/07/2012 en boca de la diputada 
Andrea Fabra).
 Con el mismo odio, pero sin intimidación ni 
prevalimiento, se jactaba en febrero de 2012 el señor de Guindos en 
Europa de su agresiva reforma laboral, pero, ¡ojo!, eso no es agresión 
laboral, si acaso un abuso económico consentido… “¡Vaya tropa!”
Hagan lo que hagan hay un suelo de votantes para sostener la estructura del miedo y la represión (...)
Y quien no lo quiera ver es que es un desagradecido, un no 
constitucionalista, etc., ¡vaya!, en otras palabras, un extraño, un 
extranjero (en sentido amplio): uno que no es ‘de los nuestros’. ¿No es 
ésa precisamente la marca distintiva de la ultraderecha: La xenofobia?
La quintaesencia ideológica de la xenofobia y el rechazo al 
inmigrante es la xenofobia plus o micro-xenofobias: el odio a nacionales
 de otras regiones o Comunidades Autónomas. No sólo se odia a los 
extranjeros por razón de su nacionalidad (o Comunidad Autónoma), sino 
que se odia también y más a los ‘extranjeros’ por razón de clase, esto 
es, la extranjería de clase, eso que algunos llaman ahora ‘aporofobia’ (...)
La evidencia muestra que la xenofobia, en sentido estricto –por razón
 de nacionalidad extranjera–, se activa cuando aumenta la presencia real
 o percibida de inmigrantes [1]. Lo que puede extenderse hacia el 
concepto amplio de xenofobia o micro-xenofobias que hemos indicado 
antes.
De manera que la amenaza percibida que sienten quienes rechazan 
al ‘extranjero’ crece con su volumen, precariedad económica y exposición
 mediática. De ahí, por ejemplo, que a los extremeños que emigraron al 
norte de España ni se les mencione en la historia oficial de esas 
regiones nor-autonómicas y que el impulso insolidario en forma de opción
 nacionalista y/o independentista gane cada vez más adeptos [2].
Dicho de otra forma, se ha avanzado tan poco en la democracia 
real, que a la ultraderecha española no le ha hecho falta apelar al 
último clavo ardiendo de la xenofobia, en sentido estricto, el que se 
ciñe a la nacionalidad extranjera, que es al que sí se están agarrando 
las derechas radicales europeas, donde las democracias a priori están 
más avanzadas. (...)"        (Agustínb Franco Martínez, profesor universitario, Econonuestra, 09/05/18)
 
 
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