"El pasado acechó a
Europa en 2014. El año comenzó con mucha energía conmemorativa por el
centenario del estallido de la Gran Guerra. Pero conforme avanzó,
comenzaron a aparecer paralelos inquietantes, no con 1914, sino con
algunas de las peores características de los años de entreguerras.
De Escocia y
Cataluña a las fronteras de Ucrania hubo un rebrote nacionalista,
mientras la economía europea se estancaba por la fobia alemana a la
inflación, que se remite a 1923.
(...) El pasado europeo también se hizo presente en la economía de 2014.
Gracias a las políticas de austeridad de la Unión Europea, la eurozona
se enfrenta a la perspectiva de una época de estancamiento a la japonesa
y alto desempleo crónico en la franja meridional. (...)
La ironía está en que
la preocupación de Alemania por la estabilidad de precios, que subyace a
la austeridad europea, está totalmente errada: la inflación alemana no
podría ser más baja. El desempleo en Alemania también alcanza mínimos
históricos, mientras la falta de empleo llega a máximos históricos en Italia
y se mantiene en niveles obscenos en Grecia y España. Ha aparecido así
una Europa de dos niveles, donde la última palabra la tiene el gobierno
de la canciller alemana Angela Merkel.
Por
ahora, los países de la periferia calculan que los beneficios
potenciales de permanecer en la eurozona superarán las penurias de la
austeridad actual. Por su parte, Alemania impone la austeridad como
precio de su participación en la moneda común. En estos difíciles
cimientos se apoya su hegemonía en Europa.
Aunque
la despolitización y la apatía han impedido desafíos serios al dominio
alemán, ahora comienzan a surgir. A los políticos alemanes no les
preocupó un ascenso del extremismo en países relativamente pequeños como
Hungría y Grecia. Pero ¿cómo reaccionarían si el Frente Nacional de
Marine Le Pen obtuviera resultados espectaculares (...)?
Y queda el gran
misterio de la misma Alemania, que parece mirar la historia desde arriba
con la fuerza de sustentación de su economía. ¿Podrán los políticos
alemanes abandonar la economía al estilo de Weimar antes de que les
llegue la desintegración política al estilo de Weimar? E incluso si
llegado el caso logran manejarla, ¿habrá Alemania perdido gran parte de
Europa en el camino?
Esto nos lleva a las señales incipientes pero inconfundibles de un abismo entre Rusia y Alemania. (...)
Pero ahora que la
diplomacia de Putin se basa en enseñar los dientes (no sólo en Ucrania y
los estados bálticos, sino también en los Balcanes y el mar del Norte),
le tocó a Alemania definir la respuesta de Europa. El motivo hoy no es
defender a los alemanes étnicos fuera de sus fronteras (cuestión que
tras la expulsión de millones en los años cuarenta ya no tiene sentido)
sino el más loable deseo de preservar los valores democráticos de la
Unión Europea contra el nuevo autoritarismo que viene del este.
Pero
la capacidad de Alemania para seguir cumpliendo ese papel dependerá de
la clase de Unión Europea que surja en los próximos años. En particular,
el éxito de Europa con Alemania al mando sólo será posible si los
alemanes y el resto logran hacer un quiebro mucho mayor con el pasado
que el que han podido hacer hasta ahora." (Mark Mazower
, Professor of History at Columbia University. Project Syndicate, 09/06/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario