"(...) El imprevisto desenlace final tuvo lugar el 27 de mayo, cuando Conte
renunció al encargo y Mattarella, en una tensa rueda de prensa,
explicaba las razones que lo habían llevado a bloquear el nombramiento
del llamado “gobierno del cambio”, que había quedado de un día para otro
en agua de borrajas.
El presidente de la República ha considerado que
el nombramiento de Savona creaba incertidumbre sobre la posición del
país respecto al euro y ponía en riesgo los ahorros de los italianos,
como había demostrado la pérdida de 51.000 millones de euros en la bolsa
de Milán en tan sólo nueve días y el aumento de la prima de riesgo
–había superado ya los 200 puntos respecto a los Bond alemanes– que
afecta a la abultada deuda pública italiana (132% del PIB, la segunda
más alta tras la griega).
Pocas horas después, Mattarella encargaba la
formación de un nuevo ejecutivo al economista Carlo Cottarelli, alto
dirigente del Fondo Monetario Internacional durante más de dos décadas y
comisario extraordinario para la revisión del gasto público en 2013 en
el Gobierno de Enrico Letta.
A partir de ahí todo ha estallado. Salvini y Di Maio han atacado
duramente al presidente de la República que, según su versión, se ha
doblegado ante los mercados y a los diktat de otros países
–Alemania in primis– contra la soberanía del pueblo italiano. Una
decisión “inconcebible” que tachan de “golpe de Estado”.
El líder
liguista ha pedido inmediatamente nuevas elecciones, mientras los grillini, conscientes de haber perdido la iniciativa política, se han lanzado a pedir el impeachment de Mattarella por haber violado supuestamente la Constitución.
Más allá del ruido
Añadamos algunos elementos para entender mejor lo que ha pasado. Si
bien es cierto que la decisión de Mattarella puede ser vista como
aparentemente inusual, el presidente de la República se ha valido de la
prerrogativa que le otorga la Constitución: según el artículo 92, es el
presidente de la República quien nombra a los ministros propuestos por
el presidente del Consejo, asumiendo así la responsabilidad
institucional. Ya en el pasado, tanto Pertini como Cossiga, Scalfaro y
Napolitano habían ejercido esta prerrogativa vetando el nombramiento de
algunos ministros. (...)
Se trata, en definitiva, de una trampa hábilmente tendida por Salvini
para encontrar la excusa perfecta para retirarse de un gobierno que
tenía, posiblemente, los días contados y que jamás hubiese podido llevar
a cabo un programa imposible, descargando las responsabilidades sobre
Mattarella.
Ahora la Liga, aún más que los 5 Estrellas, tiene la campaña
electoral definida: el pueblo contra las élites, la defensa de la
soberanía nacional contra los poderes internacionales que quieren
“colonizar” Italia. La máquina de la propaganda está ya funcionando. (...)
Los 5 Estrellas, que lo habían fiado todo al éxito de la operación del
“gobierno del cambio”, se han quedado anonadados. Prácticamente, se han
tragado todas las imposiciones de Salvini, tanto en el contrato de
gobierno –en el que han desaparecido todas las medidas progresistas de
su programa–, como en la decisión de los nombres, aceptando que Di Maio
no fuese el presidente del gobierno y que Savona fuese el responsable de
Economía.
Salvini ha revelado las primeras medidas que habría aplicado
el nuevo gobierno: bloqueo de la llegada de migrantes y cierre inmediato
de los campos de gitanos. Un hecho insólito teniendo en cuenta que los 5
Estrellas doblaron en votos a la Liga el 4 de marzo. (...)
Mientras tanto los especuladores siguen presionando: la prima de riesgo
se acerca a los 300 puntos, los capitales abandonan el país y las
agencias de calificación ponen el rating italiano bajo revisión por una
posible rebaja. (...)
Hay quien no descarta, sin embargo, una alianza populista entre los de
Salvini y los 5 Estrellas: si se mantuviesen los resultados del 4 de
marzo, una coalición de este tipo conseguiría una amplísima mayoría
absoluta, conquistando el 90% de los colegios uninominales en todo el
país, según el Instituto Cattaneo. (...)
Entre tantas incógnitas hay una certeza: el tema estrella de la
próxima campaña electoral –que ya ha empezado– será el europeo, junto a
la inmigración, caballo de batalla de Salvini. La Liga y el M5E
competirán por quién es más euroescéptico: Forza Italia estará entre dos
aguas –dependiendo de si se presenta aliada a Salvini–, mientras el
Partido Demócrata (PD), que ha defendido junto a los sindicatos al
presidente de la República, se presentará como baluarte del europeísmo.
Un PD, devorado por las luchas internas con un Matteo Renzi agarrado a
su sillón, que ha desaparecido del mapa y ha perdido la ocasión
histórica de abrir un diálogo con los 5 Estrellas, facilitando su salvinización.
No olvidemos que Italia, que fue un país euro-eufórico hasta los años
dos mil, se ha convertido después, con la crisis de 2008, en uno de los
países de la UE donde el europeísmo tiene menos apoyos. Pensar que las
periferias –tanto las del norte como las del sur–, que han votado en
masa a la Liga y al 5 Estrellas el 4 de marzo, cambien de opinión y
pasen a defender la bandera europea es poco más que un espejismo. ¿Hay
alternativas a esta elección binaria? De momento, no. La izquierda está
desaparecida en combate (...)
Prepárense porque en otoño todo apunta a que Italia será el primer país
de Europa occidental en tener un gobierno nacional-populista. Y no
temblarán sólo los Alpes y los Apeninos. Cuando eso pase, temblará toda
Europa" (Steven Forti. Profesor asociado en Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona, CTXT, 29/05/18)
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