"Tres clásicos en apuros. Argentina, Turquía e Indonesia.
Tres de los mercados emergentes que más auxilio crediticio han necesitado de las arcas del FMI en las últimas décadas vuelven a estar bajo la lupa de los mercados.
Sus señales surgen por doquier y se visualizan con nitidez desde que el dólar iniciara su despegue en las plazas cambiarias. La política del billete verde fuerte que desea Donald Trump empieza a florecer, casi un año y medio después de que el presidente de EEUU tomara posesión del cargo. (...)
Casi diez años después del estallido del credit cunch, en septiembre de 2008, los grandes rivales de las economías de rentas altas se han erigido en los primeros que experimentan los coletazos de lo que parece el epitafio de esta etapa de pseudo-bonanza.
Argentina emitió la primera señal de alarma, que ha sofocado el FMI con una rápida negociación por la que ha liberado a Buenos Aires una línea financiera de 30.000 millones de dólares para contener la caída libre del peso en los mercados cambiarios y la escalada de los tipos de interés, por encima del 40%, decretada por su banco central como medida para evitar fugas masivas de capitales y amortiguar el pánico bursátil.
Pero apenas dos semanas después, el efecto contagio ha surgido en Turquía. A lo largo de mayo, su valor ha descendido todos los días de mercado excepto tres, en relación con el dólar. Hasta el punto de reducir un 5,2% su cotización diaria la pasada semana. (...)
Turquía, pues, ha entrado en la espiral de una crisis monetaria. Los analistas reclaman ya a las autoridades políticas, económicas y monetarias que “actúen ya, a la máxima diligencia” asegura, por ejemplo, Cristian Maggio, estratega de mercados emergentes en TD Securities, con sede en Londres.
“Y no debería ponerse límites sobre cómo y cuándo intervenir porque lo que se avecina es una turbulencia cambiaria en toda regla”. El clima inversor es de “total pérdida de confianza”. (...)
Los bancos centrales de Argentina y Turquía no han sido los únicos con quebraderos de cabeza. La sombra de la inestabilidad se propaga sobre la práctica totalidad de los principales mercados emergentes del planeta. El estado latente es de emergencia. Los economistas predicen escalada de tipos de interés en varias latitudes de Asia.
En concreto, y sobre todo, en Indonesia, Filipinas e India, donde no descartan que toquen niveles como los de Argentina o Turquía. “Cuando la Reserva Federal inició el encarecimiento gradual del dinero, las autoridades monetarias de los mercados emergentes intentaron recortar sus diferenciales rebajando tipos”, explica Frederic Neumann, de HSBC.
“Y ahora tienen que adecuarse a la política de la Fed a marchas forzadas y en medio de turbulencias cambiarias” que llevan en volandas al dólar a recuperar parte de su hegemonía perdida. Incluso, algunos países, como Brasil, siguen abaratando el dinero. (...)" (Diego Herranz, Público, 29/05/18)
" ¿Son las crisis cambiarias y de deuda en gestación en Argentina y Turquía hechos localizados sin implicaciones más amplias?
¿O señales anticipadas de alarma respecto de fragilidades más profundas en mercados globales de deuda sobrecargados, que salen a la luz conforme la Reserva Federal de los Estados Unidos sigue normalizando las tasas?
Tres de los mercados emergentes que más auxilio crediticio han necesitado de las arcas del FMI en las últimas décadas vuelven a estar bajo la lupa de los mercados.
Sus señales surgen por doquier y se visualizan con nitidez desde que el dólar iniciara su despegue en las plazas cambiarias. La política del billete verde fuerte que desea Donald Trump empieza a florecer, casi un año y medio después de que el presidente de EEUU tomara posesión del cargo. (...)
Casi diez años después del estallido del credit cunch, en septiembre de 2008, los grandes rivales de las economías de rentas altas se han erigido en los primeros que experimentan los coletazos de lo que parece el epitafio de esta etapa de pseudo-bonanza.
Argentina emitió la primera señal de alarma, que ha sofocado el FMI con una rápida negociación por la que ha liberado a Buenos Aires una línea financiera de 30.000 millones de dólares para contener la caída libre del peso en los mercados cambiarios y la escalada de los tipos de interés, por encima del 40%, decretada por su banco central como medida para evitar fugas masivas de capitales y amortiguar el pánico bursátil.
Pero apenas dos semanas después, el efecto contagio ha surgido en Turquía. A lo largo de mayo, su valor ha descendido todos los días de mercado excepto tres, en relación con el dólar. Hasta el punto de reducir un 5,2% su cotización diaria la pasada semana. (...)
Turquía, pues, ha entrado en la espiral de una crisis monetaria. Los analistas reclaman ya a las autoridades políticas, económicas y monetarias que “actúen ya, a la máxima diligencia” asegura, por ejemplo, Cristian Maggio, estratega de mercados emergentes en TD Securities, con sede en Londres.
“Y no debería ponerse límites sobre cómo y cuándo intervenir porque lo que se avecina es una turbulencia cambiaria en toda regla”. El clima inversor es de “total pérdida de confianza”. (...)
Los bancos centrales de Argentina y Turquía no han sido los únicos con quebraderos de cabeza. La sombra de la inestabilidad se propaga sobre la práctica totalidad de los principales mercados emergentes del planeta. El estado latente es de emergencia. Los economistas predicen escalada de tipos de interés en varias latitudes de Asia.
En concreto, y sobre todo, en Indonesia, Filipinas e India, donde no descartan que toquen niveles como los de Argentina o Turquía. “Cuando la Reserva Federal inició el encarecimiento gradual del dinero, las autoridades monetarias de los mercados emergentes intentaron recortar sus diferenciales rebajando tipos”, explica Frederic Neumann, de HSBC.
“Y ahora tienen que adecuarse a la política de la Fed a marchas forzadas y en medio de turbulencias cambiarias” que llevan en volandas al dólar a recuperar parte de su hegemonía perdida. Incluso, algunos países, como Brasil, siguen abaratando el dinero. (...)" (Diego Herranz, Público, 29/05/18)
" ¿Son las crisis cambiarias y de deuda en gestación en Argentina y Turquía hechos localizados sin implicaciones más amplias?
¿O señales anticipadas de alarma respecto de fragilidades más profundas en mercados globales de deuda sobrecargados, que salen a la luz conforme la Reserva Federal de los Estados Unidos sigue normalizando las tasas?
El
aumento de tipos de interés también puede poner a prueba la estabilidad
en algunas economías avanzadas, especialmente en Italia, donde los
votantes (en particular los del sur, menos desarrollado) optaron
decididamente por un gobierno populista disruptivo. La economía de
Italia es diez veces más grande que la de Grecia, y un default de su
deuda haría saltar toda la eurozona.
De hecho, el gobierno de coalición
populista que acaba de asumir el poder insinuó que buscará una quita en
algunos de los pasivos ocultos que tiene Italia con el sistema euro a
través del Banco Central Europeo (no incluidos en la deuda pública
oficial del país, que supera el 130% del PIB).
La buena noticia es que una crisis global de deuda con todas las letras es relativamente improbable. (...)
Además,
el Fondo Monetario Internacional tiene recursos suficientes para
manejar una primera oleada de crisis, incluso si incluyera, por ejemplo,
a Brasil. La principal preocupación no es que el FMI no pueda proveer
fondos, sino que repita el error que cometió en Grecia, al no imponer un
acuerdo realista a deudores y acreedores.
En cuanto a Italia, lo más
probable es que Europa halle el modo de conceder transitoriamente al
nuevo gobierno una parte del margen fiscal adicional que busca, aun
cuando los funcionarios de la eurozona no pueden de ningún modo permitir
que la endeudada Italia destruya la moneda común.
La
razón más importante para ser optimistas, a pesar de todo el ruido
político circundante, es que el tipo de interés real a largo plazo en
todo el mundo sigue siendo extremadamente bajo. (...)
Es notable hasta qué punto el FMI (que vigila las crisis de deuda y
financieras del mundo) viene subiendo de tono sus advertencias. Tras
años de decir que los países avanzados ya no necesitan preocuparse por
sus niveles prácticamente inéditos de deuda pública (el total de deuda
de los gobiernos ya supera en promedio el 100%), el FMI comenzó a
advertir que muchos países pueden verse sin espacio de maniobra fiscal
si llegara a producirse de aquí a poco tiempo otra recesión.
El problema
no es sólo la deuda contabilizada, sino también los pasivos ocultos
derivados, sobre todo, de programas de atención de la salud y pensiones
enormemente subfinanciados (deudas implícitas que en muchos casos
superan con creces los números oficiales). (...)
Incluso
suponiendo que lo más probable es que una eventual crisis de bonos
emergentes quedará contenida, los temblores actuales deben obrar como
advertencia, incluso para las economías avanzadas. Al fin y al cabo,
ningún país, por más rico que sea, debería apostar su futuro a la
perspectiva de que el actual entorno de tipos de interés ultrabenignos
dure para siempre.
Los
economistas que afirman que la deuda de las economías avanzadas es
totalmente “segura” suenan espeluznantemente parecidos a los que hace
una generación proclamaban la “Gran Moderación”, que supuestamente
reduciría en forma permanente la volatilidad cíclica.
Y en muchos casos,
son las mismas personas. Pero como vimos hace un decenio, y volveremos
inevitablemente a ver, cuando se trata de crisis de deuda y financieras
globales, no estamos en el “fin de la historia”." (
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