"La reunión del G7 en Quebec, Canadá, fue un hito en muchos sentidos.
En primer lugar, hubo una clara ruptura de la blanda unidad de propósito
y política habitual expresada en las reuniones del G7 por los líderes
de los siete países capitalistas más importantes del mundo.
Justo
antes de la reunión, el presidente de Estados Unidos Donald Trump
anunció una serie de medidas arancelarias proteccionistas contra el
resto de los países del G7, incluyendo a su vecino más cercano, Canadá,
por motivos de “seguridad nacional” - al parecer Canadá es ahora un
riesgo para la seguridad de los EEUU. De este modo, Trump ha cumplido sus promesas electorales.
En
la reunión Trump atacó a los otros líderes alegando que sus gobiernos
estaban imponiendo reglas comerciales injustas '' a los productos de
Estados Unidos y que tenían que reducir sus excedentes en el comercio
con los EEUU.
Los otros líderes ya habían respondido a las medidas
arancelarias de Estados Unidos con nuevos aranceles previstos en
reciprocidad para las exportaciones clave de Estados Unidos y
respondieron a los ataques de Trump con argumentos y pruebas de que, por
el contrario, eran los EEUU los que restringían la importación de
bienes y servicios extranjeros.
Y así ha comenzado la guerra comercial (...)
Lo que todas estas payasadas de Trump revelan es que el período de la Gran Moderación y la globalización, desde la década de 1980
a 2007, cuando todos los estados capitalistas trabajaron juntos para
beneficio global del capital en todos los países (en diversos grados),
ha terminado. La Gran Recesión de 2007-8 y la consiguiente Larga
Depresión desde el año 2009 ha cambiado el panorama económico.
En una
economía capitalista mundial estancada, donde el crecimiento de la
productividad es bajo, el crecimiento del comercio mundial ha disminuido
y la rentabilidad del capital no se ha recuperado, la cooperación ha
sido sustituido por una competencia cada vez más feroz: los ladrones han
caído.
Trump es el 'populista' y líder nacionalista de la potencia capitalista
más grande; Italia (la más débil de los países del G7) se ha hecho
populista y nacionalista también. Y Gran Bretaña está bloqueada por el
'Brexit', un autodesastre para el capital británico ganado a pulso.
El
ataque de Trump quiere decir que la reunión del G7, cuya agenda era la
creciente desigualdad, la automatización y el cambio climático - los
desafíos clave a largo plazo para la supervivencia del capitalismo - se
quedó congelada.
Pero no importa, por ahora. La economía mundial está en su mejor momento
desde el final de la Gran Recesión. El Banco Mundial estima un
crecimiento global del PIB real del 3,1% este año, lo mismo que en 2017.
Eso puede no parecer muy alto, pero supone una recuperación tras el
período de recesión de 2015-6, cuando el crecimiento mundial se redujo a
sólo el 2,4% y las economías del G7 solo podían alcanzar el 1,5%. (...)
Sin embargo, en sus últimas Perspectivas Económicas Mundiales,
los economistas del Banco Mundial no estaban convencidos de que esta
leve recuperación (todavía un 30% por debajo de la tasa de crecimiento
mundial antes de la crisis) va a ser sostenida. “Se espera que caiga en
los próximos dos años, a medida que la recuperación mundial se agote,
el comercio y la inversión se moderen y la financiación se dificulte.
Se
prevé que el crecimiento en las economías avanzadas se desacelere hacia
tasas potenciales, a medida que se normalice la política monetaria y
los efectos del estímulo fiscal de Estados Unidos mengüen”. (...)
Por otra parte, la actividad global sigue siendo inferior a la de
expansiones anteriores, a pesar de una recuperación de una década de la
crisis financiera global”. Así que el Banco Mundial cree que continuará
la Larga Depresión.
Y esto suponiendo que no estalla ninguna nueva recesión mundial en los próximos dos años. (...)
Y el gran riesgo futuro es la combinación de la caída de la rentabilidad
y el aumento de una deuda ya alta en los sectores empresariales del G7.
Si los beneficios deben comenzar a caer mientras el coste del servicio
de la deuda aumenta con las nuevas tasas de interés, es el preludio de
bancarrotas corporativas y una nueva crisis de la deuda.
La deuda
global, en particular la deuda corporativa, está en máximos históricos.(...)
Ahora la bonanza crediticia ha terminado. Unos 4.8 billones de
dólares en deuda de los mercados emergentes madura desde este año hasta
el 2020, y gran parte de ella tendrán que renovarse a tasas más altas y,
por lo general, si la fortaleza del dólar continúa, en un entorno
cambiario desfavorable.
Las señales de la crisis ya están apareciendo en algunas de las grandes economías llamadas emergentes. Argentina ha quebrado y se ha visto obligada a pedir un prestamo de 50 mil millones de dólares al FMI,
porque no puede endeudarse en los mercados internacionales de bonos a
precios asequibles. La economía se hunde, la inflación se está
disparando y la moneda se ha hundido. Brasil no se queda atrás.
La
economía brasileña está luchando para crecer algo, pero tiene los costes más altos de interés para la deuda del mundo. En
el T1 de 2018, la economía de Sudáfrica se contrajo a su ritmo más
rápido en nueve años y la inversión empresarial se redujo
significativamente.
Y la moneda de Turquía, la Lira, alcanzó mínimos
históricos mientras la inflación anual llegó a más del 12%; los
extranjeros han retirado su dinero y el Banco Central ha elevado su tasa
de interés a casi el 18%.
Pero el punto de inflexión real es probablemente la deuda empresarial en las economías del G7. (...)
No tendremos una recesión global en 2018. Por el contrario, la economía
mundial crece más rápido que nunca desde 2009. Sin embargo, el
crecimiento puede haber tocado techo y en los próximos 18 meses la
economía mundial podría comenzar a caer.
¿Cómo lo sabremos? Como he
señalado en otras ocasiones, la rentabilidad del capital debe comenzar a
caer de nuevo y, finalmente, los beneficios totales de las empresas en
las principales economías deben dejar de subir. Si el coste del servicio
de la deuda de todo esto también aumenta, tendremos todas las
condiciones para que las empresas quiebren. (...)
Las rabietas comerciales de Trump y el creciente peligro de una guerra
comercial que pudiera acabar con la actual 'recuperación' sólo son un
factor más de los riesgos subyacentes de una nueva crisis mundial." (Michael Roberts, The next recession, Sin Permiso, 12/06/18)
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