"Las relaciones de servidumbre se complican cuando los
siervos las cuestionan, pero la crisis es letal cuando es el Señor el
que las revienta.
Recuerden aquel Pacto de Varsovia al que se le
fundieron los plomos cuando su amo moscovita renegó del mantenimiento de
su zona en Europa del Este mientras tejía un acuerdo de paz y
distensión tras otro con su enemigo. Allí se acabó todo. Algo parecido
ocurre ahora con la OTAN.
Desde 1949 ha sido la institución que resumía la sumisión,
el vasallaje y la tutela de Estados Unidos sobre Europa occidental. La
seguridad europea ha estado desde entonces bajo mando del comandante de
las fuerzas armadas de Estados Unidos en Europa. (...)
Ahora Trump reniega de la OTAN alegando motivos contables y
todo se tambalea.
Los vasallos no saben qué hacer. Prometen incrementar
el gasto de defensa, recuerdan, reviven y provocan los peligros
moscovitas que mantuvieron vivo y unido a todo el club durante décadas, y
la declaración del presidente del Consejo Europeo suena a grito
desesperado: “América no tiene, y no tendrá, mejor aliado que Europa”.
Los vasallos no saben qué hacer cuando el Señor reniega de ellos. Y eso en medio de tensiones comerciales sin precedentes entre Washington y la Unión Europea (...)
Una de las soluciones encontradas para la crisis desintegradora de
la UE era, precisamente, la “Europa de la defensa”. Conforme la UE se
hundía en sus contradicciones, se exacerbaba la crisis con Rusia,
particularmente desde hace unos diez años.
Había una lógica pareja en
aquella doble tendencia de crisis interna y tensión exterior. Gracias a
unos medios de comunicación estructuralmente corruptos, los números no
cambiaban el asunto.
Los gastos militares de la OTAN ascienden a 954.000
millones de dólares, los de Rusia a 66.000 millones, sin embargo es la
OTAN la que clama sobre la “amenaza rusa”. (...)
Ahora el encuentro del próximo lunes 16 de julio entre Trump y Putin, su
primera cumbre bilateral, amenaza con desmoronar todo ese desesperado
teatro. Los vasallos están nerviosos, inseguros, desorientados.
¿Tendrán
algún sentido las maniobras previstas para otoño en Noruega (Trident Juncture), las mayores previstas por la OTAN desde el fin de la guerra fría cuando el propio jefe se toma una pesicola con el demonio putiniano? (...)
Es la hora de las incongruencias. Recuerden el caso Skripal.
El 5 de marzo un exagente ruso y su hija aparecían
envenenados por una presunta sustancia nerviosa de uso militar cerca de
Salisbury. Al día siguiente se acusaba a Rusia del hecho. En una semana
el Reino Unido expulsaba a 23 diplomáticos rusos y a la semana siguiente
los países de la OTAN se sumaban a la medida expulsando a decenas de
diplomáticos.
El agente y su hija se restablecieron. Esta semana ha
muerto una persona en la misma zona, donde, en Porton Down, hay una
fábrica de armas químicas británica. Su pareja está muy grave. Sin
embargo no hay ninguna reacción. ¿Alguien explica algo?
Habrá que ver qué pasa el lunes entre Trump y Putin en
Helsinki, pero la misma cumbre ya dice algo: pese a la extraordinaria
presión contra su diálogo con Rusia, que movilizó a demócratas,
republicanos atlantistas, militares y servicios secretos contra
cualquier veleidad de acercamiento (hasta se desempolvó un kafkiano y
rancio macartismo mediático, particularmente agudo en Estados
Unidos y en Alemania), Trump se ha salido con la suya.
Ha cubierto de
dinero al complejo militar-industrial y veremos donde llega. Pero de
momento parece que estamos más cerca de los funerales de la OTAN." (Rafael Poch, CTXT, 11/07/18)
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