"Fue una noche horrible para Karl Marx. Desde su pedestal ubicado en la
ciudad alemana de Chemnitz, fue testigo de una de las manifestaciones
más multitudinarias de gente coreando consignas fascistas que ha tenido
lugar en la Alemania posterior a la guerra. (...)
El detonador inmediato que provocó las protestas fue un trágico
homicidio. Durante la noche del 26 de agosto de 2018, un alemán de 35
años fue asesinado a puñaladas. Dos jóvenes solicitantes de asilo
procedentes de Siria e Iraq han sido arrestados como sospechosos
principales.
A pesar de que las investigaciones de las autoridades
dieron sus frutos de forma inmediata, una red de grupos radicales de
derechas y hooligans futboleros convocaron una manifestación
para demostrar –según sus propias palabras– “quién tiene la última
palabra en esta ciudad”. En imágenes colgadas en internet se les ve
persiguiendo a extranjeros por las calles mientras la policía aparecía
desprevenida y superada en número.
Al día siguiente, las redes locales contra los refugiados y otros grupos
de derechas organizaron una enorme concentración con el apoyo del
partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Asistieron unas
6.000 personas (muchas más de lo que esperaba la policía), entre ellas
muchos supuestos ciudadanos corrientes que expresaban su enfado por el
asesinato y por la política de asilo de Alemania.
En algunos puntos la
manifestación se descontroló, se realizaron saludos hitlerianos que son
ilegales y quedaron impunes y algunos periodistas fueron agredidos. En
otra manifestación organizada el 1 de septiembre por AfD y otros grupos
locales de derechas, destacados políticos de AfD desfilaron hombro con
hombro con activistas neonazis, destacando el hecho de que la línea que
separa a la “vieja derecha” y la “nueva derecha” se ha desdibujado hasta
el punto de desaparecer.
¿Por qué Alemania Oriental, por qué Sajonia?
(...) El desempleo ha alcanzado mínimos históricos. Sin embargo, a pesar de
casi 30 años de unificación, las diferencias de renta entre Alemania
occidental y oriental prevalecen y se han solidificado; la jornada
laboral es más larga en el Este, y mucha gente tiene que dejar a la
familia y amigos para encontrar trabajo en el Oeste –todo lo cual, para
muchos, resulta humillante–. (...)
En el Este de Alemania, las experiencias vividas durante la transición
han contribuido a que exista un nivel muy bajo de confianza en el Estado
y sus representantes, mientras que, al mismo tiempo, ha prevalecido el
concepto vertical en la toma de decisiones políticas y la idea
autoritaria de un Estado omnipotente. El compromiso político es menor
que el promedio alemán, la sociedad civil y los partidos políticos son
más débiles y están menos arraigados. (...)
La conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), al frente de la
administración estatal durante casi 30 años, se enfrenta actualmente en
Sajonia a las consecuencias de su continuo juego con el extremismo de
derechas y parece incapaz de reaccionar de manera adecuada y efectiva.
Asimismo, los años de austeridad han agotado los servicios públicos de
Sajonia, incluidas las fuerzas del orden público. (…)
Al parecer, a la gente no le importa unirse a un grupo de matones que
hacen el saludo nazi si parece que luchan por una “causa justa”. El
clima público de fractura que se ha establecido durante el duro debate
actual sobre la legitimidad y el éxito de la reciente política de asilo
de Alemania ha contribuido lamentablemente a reducir el umbral moral
para tales confraternizaciones.
(...) los disturbios y las reacciones probablemente fortalecerán al partido de
ultraderecha AfD. Transformar cada conflicto en una división cultural o
un choque de civilizaciones es una parte esencial de su agenda. (...)
La inmunidad históricamente arraigada que adquirió Alemania en la
posguerra al establecimiento de partidos políticos de ultraderecha es,
definitivamente, una cosa del pasado. (...)"
(Matthias Ecke, CTXT, 12/09/18. Este artículo se publicó originalmente en inglés en Social Europe)
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