18.9.18

Fue una noche horrible para Karl Marx. Desde su pedestal ubicado en la ciudad alemana de Chemnitz, fue testigo de una de las manifestaciones más multitudinarias de gente coreando consignas fascistas. La inmunidad que adquirió Alemania en la posguerra al establecimiento de partidos políticos de ultraderecha es una cosa del pasado

"Fue una noche horrible para Karl Marx. Desde su pedestal ubicado en la ciudad alemana de Chemnitz, fue testigo de una de las manifestaciones más multitudinarias de gente coreando consignas fascistas que ha tenido lugar en la Alemania posterior a la guerra.  (...)

El detonador inmediato que provocó las protestas fue un trágico homicidio. Durante la noche del 26 de agosto de 2018, un alemán de 35 años fue asesinado a puñaladas. Dos jóvenes solicitantes de asilo procedentes de Siria e Iraq han sido arrestados como sospechosos principales. 

A pesar de que las investigaciones de las autoridades dieron sus frutos de forma inmediata, una red de grupos radicales de derechas y hooligans futboleros convocaron una manifestación para demostrar –según sus propias palabras– “quién tiene la última palabra en esta ciudad”. En imágenes colgadas en internet se les ve persiguiendo a extranjeros por las calles mientras la policía aparecía desprevenida y superada en número.

 Al día siguiente, las redes locales contra los refugiados y otros grupos de derechas organizaron una enorme concentración con el apoyo del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Asistieron unas 6.000 personas (muchas más de lo que esperaba la policía), entre ellas muchos supuestos ciudadanos corrientes que expresaban su enfado por el asesinato y por la política de asilo de Alemania. 

En algunos puntos la manifestación se descontroló, se realizaron saludos hitlerianos que son ilegales y quedaron impunes y algunos periodistas fueron agredidos. En otra manifestación organizada el 1 de septiembre por AfD y otros grupos locales de derechas, destacados políticos de AfD desfilaron hombro con hombro con activistas neonazis, destacando el hecho de que la línea que separa a la “vieja derecha” y la “nueva derecha” se ha desdibujado hasta el punto de desaparecer.

 ¿Por qué Alemania Oriental, por qué Sajonia?

 (...) El desempleo ha alcanzado mínimos históricos. Sin embargo, a pesar de casi 30 años de unificación, las diferencias de renta entre Alemania occidental y oriental prevalecen y se han solidificado; la jornada laboral es más larga en el Este, y mucha gente tiene que dejar a la familia y amigos para encontrar trabajo en el Oeste –todo lo cual, para muchos, resulta humillante–.  (...)

 En el Este de Alemania, las experiencias vividas durante la transición han contribuido a que exista un nivel muy bajo de confianza en el Estado y sus representantes, mientras que, al mismo tiempo, ha prevalecido el concepto vertical en la toma de decisiones políticas y la idea autoritaria de un Estado omnipotente. El compromiso político es menor que el promedio alemán, la sociedad civil y los partidos políticos son más débiles y están menos arraigados. (...)

La conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), al frente de la administración estatal durante casi 30 años, se enfrenta actualmente en Sajonia a las consecuencias de su continuo juego con el extremismo de derechas y parece incapaz de reaccionar de manera adecuada y efectiva. Asimismo, los años de austeridad han agotado los servicios públicos de Sajonia, incluidas las fuerzas del orden público. (…)

 Al parecer, a la gente no le importa unirse a un grupo de matones que hacen el saludo nazi si parece que luchan por una “causa justa”. El clima público de fractura que se ha establecido durante el duro debate actual sobre la legitimidad y el éxito de la reciente política de asilo de Alemania ha contribuido lamentablemente a reducir el umbral moral para tales confraternizaciones.  

(...) los disturbios y las reacciones probablemente fortalecerán al partido de ultraderecha AfD. Transformar cada conflicto en una división cultural o un choque de civilizaciones es una parte esencial de su agenda.  (...)

La inmunidad históricamente arraigada que adquirió Alemania en la posguerra al establecimiento de partidos políticos de ultraderecha es, definitivamente, una cosa del pasado. (...)"                

 (Matthias Ecke, CTXT, 12/09/18. Este artículo se publicó originalmente en inglés en Social Europe)

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