19.9.18

Sea en Europa tras el fin de los créditos del BCE, en China, en los países emergentes o en África u otros países empobrecidos, las crisis que vienen no se pueden ignorar. Están a la vuelta de la esquina y se parecen mucho a las crisis que ya vinieron. Ahora, como entonces, serán las clases populares las que acabarán sufriendo sus consecuencias...

"Cada día se escuchan más voces que alertan de una inminente nueva crisis financiera. (...)

El proceso insaciable de financiarización de la economía, la especulación financiera, la evasión fiscal, las burbujas inmobiliarias y el endeudamiento sin límites siguen estando a la orden del día, en el Estado español y en buena parte del mundo. 

El polémico y multimillonario inversor George Soros dijo hace unos meses en un seminario en París que “podríamos estar ante otra gran crisis financiera”, haciéndose eco de la fuga de capitales desde economías emergentes como la argentina, la turca o la indonesia, refugiándose en la fortaleza del dólar. (...)

Otros apuntan al impacto del fin de la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE) y la posible subida de tipos de interés como la chispa que hará encender una crisis en Europa que se pueda contagiar a otros países, especialmente a países emergentes.

Dos dirigentes jubilados del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), conocido por ser el banco de los bancos centrales, una institución altamente conservadora, han publicado recientemente un libro en el que avisan de la bomba de relojería que supone el sistema financiero global, debido a las políticas erróneas y temerarias en los países occidentales. 

Peter Dittus y Hervé Hannoun avisan precisamente de la acumulación de deudas, facilitada por la política monetaria y los bancos centrales del G7 y el de la UE, el BCE. (...)

El FMI, como en crisis anteriores, no reconoce la inminencia de una nueva crisis financiera, pero no niega esa posibilidad, y sí ha advertido de que los niveles de endeudamiento de los países están subiendo de forma alarmante en algunos casos. 

El periodo prolongado de tipos de interés bajos ha supuesto un incremento de la deuda global, que ya alcanzó el 318% del PIB mundial al finalizar el tercer trimestre de 2017, 115 puntos por encima del último récord, en 2009.  (...)

La propia institución dirigida por Christine Lagarde advierte de que la principal economía emergente (aunque dudo de que se la deba seguir llamando así), China, es responsable del 40% del incremento de la deuda, aunque otros países del norte, economías emergentes e incluso países empobrecidos se encuentran en situaciones vulnerables y de riesgo de crisis de deuda.   (...)

Precisamente la ralentización del crecimiento en China ha afectado fuertemente a países en América Latina y el África subsahariana, que en las últimas décadas habían crecido a fuerza de exportaciones y créditos del gigante asiático.

 Países como Argentina, Brasil, Ecuador o Venezuela, pero también Chile, Colombia y Perú, hace algunos años que notan el descenso del volumen y precio de las materias primas que hasta hace poco exportaban sin problema a China. El fin del llamado “superciclo de las materias primas” está afectando particularmente a los exportadores sudamericanos de minerales, petróleo o soja. 

En el caso de México y Centroamérica, hasta ahora la fortaleza del dólar y de la economía estadounidense actuaban como amortiguador, pero la política comercial de Trump puede acabar con ello. Ante ello, la receta de la austeridad ha regresado a países como Brasil, Ecuador o Argentina.

 Esta situación afecta también a numerosos países africanos. Hace ya algunos años que activistas contra la deuda advierten de una nueva crisis de deuda especialmente en países del África subsahariana. 

Este año, el propio FMI ha reconocido que la situación es preocupante, pero la tendencia hace años que se vislumbra. Según la Jubilee Debt Campaign, uno de los grupos que, desde el Reino Unido, hace años que advierten de que la crisis de deuda en los países del Sur no se ha acabado, los pagos de deuda en los países empobrecidos se ha incrementado un 60% entre 2014 y 2017, y se encuentran en su nivel más alto desde 2004. 

Los tipos de interés bajos y el crecimiento de algunas economías, especialmente en África, han llevado en la última década a una lluvia de crédito e inversión, principalmente bajo la forma de alianzas público-privadas (con deuda en la recámara).

 En definitiva, sea en Europa tras el fin de los créditos del BCE y del tipo de interés barato, en China, en los países emergentes o en África u otros países empobrecidos, lo cierto es que las crisis que vienen no se pueden ignorar. Están a la vuelta de la esquina y se parecen mucho a las crisis que ya vinieron.

 Ahora, como entonces, serán las clases populares las que acabarán sufriendo sus consecuencias. Como un péndulo en eterno movimiento, las crisis van y vienen cíclicamente, o quizás nunca se fueron… Tal vez debemos plantearnos si se trata realmente de crisis o del funcionamiento sistémico del capitalismo."                     (Iolanda Fresnillo, El Salto, 15/09/18)

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