"(...) Por un lado, se está estudiando incrementar el tipo impositivo del tramo
estatal (probablemente desde el 22,5% hasta el 26,5%, lo que implicaría
volver a lo que teníamos en el año 2012) a aquellos contribuyentes que
ganen por rentas del trabajo más de 150.000 euros anuales (120.000 en su
versión más ambiciosa). Por otro lado, encima de la mesa se encuentra
la posibilidad de incrementar el tipo impositivo de las rentas del
ahorro para avanzar en la equiparación con los tipos de las rentas del
trabajo. (...)
Ni la cantidad de personas que se verían afectadas es importante ni
los tipos máximos en el IRPF que se están barajando son descabellados.
Solamente el 0,46%, 90.788 personas, de todos los declarantes verían
aumentar su factura en un promedio de 4.400 euros al año. Es decir, que
los más acaudalados en la lista del IRPF tendrían que aportar un 3% más
de las abultadas cantidades que ganan al año. No parece que a nadie se
le vayan a caer los anillos.
El tipo máximo se situaría, de media, en el
50,5%, y solamente en aquellas pocas comunidades autónomas que
decidieran elevarlo todo lo posible, en el 52%, muy lejos de las cotas
que tuvimos en nuestro país durante años anteriores (llegamos a tener
uno del 65%) y también por debajo de los niveles que hoy día se aplican
en países tan avanzados e igualitarios como Suecia (57,1%), Dinamarca
(55,8%), Japón (55,5%), Bélgica (53,7%), Canadá (53,5%) o Finlandia
(52,6%).
Y es que en la actualidad nuestro país tiene, tras la última
reforma impositiva aplicada por el PP y apoyada por Ciudadanos, un tipo
máximo en el IRPF (45%) que se sitúa en la parte baja del ranking por
países tanto de la OCDE como de la Unión Europea, a pesar de situarse en
la parte alta en términos de renta. Elevar el tipo máximo del IRPF es
un imperativo para lograr mayor justicia fiscal.
Es importante recordar que un tipo máximo del 52% no significa que
los contribuyentes situados en lo más alto de la lista del IRPF vayan a
pagar el 52% de todos sus ingresos por rendimientos del trabajo. Ésta
es, desgraciadamente, una confusión muy extendida.
Nuestro IRPF está
diseñado de forma que uno tributa por tramos: una persona que gana
actualmente más de 60.000 euros no paga el 45% de esa cantidad, sino que
los primeros 12.450 euros anuales tributan al 19%, los siguientes 7.750
euros al 24%, y así sucesivamente hasta alcanzar la cantidad total. Es
decir, no hay ningún tipo de trato discriminatorio entre personas, como
ya expliqué anteriormente en un vídeo, sino que la discriminación se produce sobre los euros ganados “de más”. (...)
En cuanto a la equiparación de las rentas del ahorro y del trabajo,
recuérdese que hoy día una persona que gana dinero a través de su
esfuerzo y trabajo puede llegar a pagar un 45% en impuestos, mientras
que una persona que se lucre simplemente por sacarle partido a su dinero
o capital (y por lo tanto con mucho menos esfuerzo y trabajo) nunca
pagará más del 23%
. Esto supone una discriminación gravísima que
penaliza al trabajo y favorece el rentismo. Si queremos sociedades sanas
que no premien la pereza y que penalicen el esfuerzo necesitamos
equiparar lo que paga un rentista a lo que paga un currito. (...)" (Eduardo Garzón, El Salto, 05/09/18)
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